"Eres un arma...Acábalos.No existe voluntad en ti...Mátalos."
Completa oscuridad acompañada del penetrante silencio que blandía espadas contra las voces en su cabeza, aquellas que tantas veces le dieron órdenes, provenientes de las únicas personas que vieron por él luego del hielo...H.Y.D.R.A.
Pasó varios años de su vida sirviéndole a la gente equivocada, protegiendo el trasero de los altos mandatarios que lo único que hacían era ridiculizarlo en patéticas giras atravesando toda la extensión del país con el fin de reclutar a pobres diablos que fuesen tan crédulos como para seguirle como rebaño a un viaje sin retorno...A una muerte segura.
Perderían la vida en medio de una guerra fría.
"Utilizaron tu cuerpo, lo moldearon según sus ideales de perfección y cómo todo producto defectuoso...Te desecharon."
Despertó de su largo sueño para ser golpeado por la realidad, una nueva perspectiva en la que todo lo que había hecho en un pasado no había significado nada, la sociedad seguía peleando, viviendo en una eterna injusticia, desglosándose en sobre escalonadas jerarquías.
Convirtiéndose en una mierda.
El mundo moderno ya no lo recordaba, ninguno de sus sacrificios o proezas. Steve no entendía si avanzaban o retrocedían. Lo único que le quedaba claro era que él estaba ahí, estancado. En un punto medio del cual no podía moverse. Los individuos que él tanto amaba se habían olvidado de su existencia. Peggy ya no estaba en un plano donde pudiera tocarla, Bucky era diferente tanto física como mentalmente. Cuando le vio estático, sin vida, como un títere parado frente a un gran artefacto de acero donde le reparaban el brazo metálico, supo que su destino sería el mismo.
Y su gran amigo Howard estaba frente a él, no, imposible...No era él.
En su lugar, un hombre en traje de negocios, portador de una pulcra barba de candado y ojos azules como el gélido océano en el que tanto tiempo descansó, yacía recargado sobre el marco de la puerta permitiéndole a la luz cegadora que entrase y entorpeciera sus pupilas. Se encontró bajando la mirada al sentir la contraria sobre su cuerpo examinándole, enfocó su vista en el suelo teñido de sangre, sintiendo la presencia del intruso acercarse a él a un paso lento y precavido.
Había vuelto a pasar.
Paseó sus ojos violentamente, observando detenidamente cada uno de los cuerpos inertes, unos más reconocibles que otros, algunos simplemente habían terminado mutilados, víctimas de su incontenible ira evocada por los recuerdos que se difuminaban en sombras borrosas cada que cerraba los ojos.
El sujeto se aproximó al apagador situado en el muro izquierdo de la habitación, al no obtener respuesta, oprimió un botón que al contacto emitió un beep, revelando de un pequeño hueco del techo una bombilla de emergencia que se encendió enseguida, iluminando con un espectro anaranjado la estancia. Dándole un aspecto más tétrico y crudo a la escena.
El rubio dio un respingo y se levantó como resorte del húmedo suelo en el que estaba hincado, siendo testigo de cómo sus pesadas botas chapoteaban entre los charcos del líquido carmesí cada que daba un paso. Al no soportar la culpa carcomiéndole las entrañas, dio grandes zancadas hasta quedar frente a frente con su visitante, sintiendo su frío aliento chocar contra su cálido rostro.
Le vio sonreír de una manera tan cínica que le hizo hervir la sangre. Miró como sus carnosos labios revelaban su blanca dentadura, soplando hacia su rostro, impregnando el olor a menta en su piel.
—¿Problemas de temperamento, bonito? —Al tenerlo a milímetros de distancia pudo distinguirle mejor, era mayor que él por unos cuantos años, de piel acanelada, sus largas pestañas enmarcaban sus grandes ojos expresivos de un color azul que le pareció indescriptible, tan profundo que se perdió en su mirada hasta que el otro volvió a hablar. —¿Acaso te arrancaste la lengua tú mismo? Eso es injusto sabes, ¿cómo es que vas a contarme tus pecados?
En un movimiento rápido y brusco, le tomó de cuello de la camisa, jalando la elegante corbata guinda consigo, tirando sin querer el par de gafas de sol con cristales rojos que colgaban de ésta.
Una mano cubierta de metal, con una esfera cerúlea de luz brillante en el centro de la palma, se interpuso entre los pechos de ambos, disparando un rayo de energía pura que le arrojó hasta el fondo de la habitación, sintiendo el pecho arder miró como el sujeto se acercaba, dibujando una mueca de asco cada que sus costosos zapatos atravesaban los charcos viscosos de fluido que ya comenzaba a secarse para quedarse permanentemente en el suelo, como prueba tangible de su crimen.
—No te atrevas a ponerme una de tus sucias manos encima otra vez, ¿me oíste? —Steve levantó una ceja con desconcierto ante la repentina agresión, se puso de pie con rapidez, retomando una postura defensiva, acortando la distancia que los separaba, pero quedándose a una prudente para evitar un futuro ataque y poder propinar el propio fácilmente.
—¿Disculpa? Primero me atacas y ahora hozas amenazarme, ¿tú quién te crees que eres? —La risa desbordante de mofa del otro le hizo emitir un gruñido desde su garganta, su contrario buscó su mirada, hipnotizándole con esas místicas gemas que tenía por irises; el capitán vio como el extraño guante metálico que cubría desde la punta de sus dedos hasta su muñeca se desvanecía, convirtiéndose en un líquido parecido al mercurio, para después perderse en su piel cómo si ésta le absorbiera.
—Anthony Stark, Tony...Sí tienes suerte, bonito. —Un guiño, acompañado de una sonrisa que incitaba a algo más, fue lo único que obtuvo como respuesta, de ahí en fuera, se limitó a levantar los lentes del suelo, sacudirlos y acomodarles sobre su castaño cabello, dándose la media vuelta tan rápido que el vuelo de su saco gris Oxford se elevó con el airecillo provocado por su giro—Tu nuevo terapista, por cierto.
Y así, sin decir nada más, se perdió por los pasillos de la base militar, un pensamiento relámpago se instaló en la mente del soldado, el parecido con Howard era razonable ahora, ese tipo era su hijo.
Los villanos y los héroes se están fusionando.
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Brainwash
FanfictionSteve Rogers, el Capitán HYDRA, víctima de los múltiples abusos de la nueva organización para la que trabaja, ha desarrollado un trastorno de personalidad que en ocasiones le hace perder el control, entrando en un estado psicótico en donde asesina a...