II

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La mente de Steve estaba fragmentada.

Trastorno de identidad disociativa. Resultado del cómo tuvo que adaptarse al nuevo ambiente en el que debía desarrollarse, la primera semana fuera del hielo la pasó fatal. Gente que no conocía, metiéndole agujas aquí y allá. La poca inocencia que le quedaba abandonó su cuerpo junto a su bondad cuando los científicos se declararon bajo el nombre de H.Y.D.R.A. haciéndole ver de golpe la realidad, sí, lo habían rescatado y brindado los cuidados médicos que necesitara, pero...Tenía que ofrecerles algo a cambio, porque nada en esta vida era gratis.

Era normal que lo primero que hicieran luego de restaurarle fuera hablar sobre su nueva labor en su nueva casa, Alexander Pierce se presentó frente a él, para hablarle tanto de la nueva organización a su cargo cómo para darle un breve resumen de lo que se había perdido, la creación de S.H.I.E.L.D. y el acuerdo mutuo para el comercio de servicios. El lugar en la jerarquía sociopolítica que ahora ocupaban.

El pulpo de Red Skull y el águila de Howard y Peggy se habían fusionado.

Él se resistió a acatar semejantes órdenes, ¿dónde quedaba la justicia por la que tanto peleo? El deseo de libertad por el que sacrificó su vida.

"En el fondo del océano."

La superficie recibió de brazos abiertos únicamente a lo que era importante.

El tesseracto y su protector.

Estuvo en completo desacuerdo cuando descubrió la gama de utilidades que tenía cierto cubo mágico. Razón por la cual necesitó ser testigo de su poder.

Grabaciones, películas viejas, memorias alteradas, Bucky siendo torturado, él siendo privado de la voluntad de su propia mente.

Todo aquello le obligó a guardar los estragos de su heroísmo y pureza en su interior, congelándolo, sin ser consciente de la gran ironía que representaba el frío para él.

"Perdición y salvación."

Su personalidad pareció cambiar de la noche a la mañana, luego de una larga semana tras la pantalla y envuelto con las ondas supersónicas de una especie de máquina impulsada por la energía luminosa de lo que parecía ser un cetro, del cual no tenía idea de donde había salido, pero por lo poco que llegó a escuchar venía como un bonus del tesseracto.

El carácter del capitán Rogers se tornó imponente, extrovertido e iracundo, abandonando su dulzura y amabilidad conjunta a su época. Tal pareciera que se había adaptado exitosamente al presente. Siendo rudo y tenaz cuando la ocasión lo ameritaba, viendo por encima del hombro a sus inferiores. Sosteniendo la mirada de su superior con una ceja alzada, actitud cínica y expresión aburrida de tanta habladuría.

En general era bastante simpático...Dependiendo de la definición de cada quien.

Evitando relacionarse con gente inútil, reparó la relación de camaradería con James y su llamativo brazo de metal, tuvieron que luchar unas cuantas veces para olvidar rencores pasados. Luego conoció a Brock Rumlov, sujeto que le enseño el arte de ser mercenario. Clint Barton, una presa más de la varita mágica del espacio. Pietro y Wanda Maximoff, un muchacho hiperactivo y una chica gótica.

En general eran buena compañía, alguno que otro llegaba a exasperarle luego de un rato, Pietro en su mayoría, pero de ahí en fuera, su nueva vida estaba bastante bien.

Hasta que su identidad se volvió fluctuante.

Su primera misión real llegó y sí que la pagó con creces, lo habitual era cargarse a uno que otro idiota en traje, pero ésta en específico involucraba a una compañía completa. Colocar bombas y asesinar guardias no era cosa del otro mundo. Sin embargo, nadie contaba que el constante sonido del gatillo, el impacto de las balas, el choque de las explosiones y los alaridos de desesperación le provocaran sensaciones desconocidas.

H.Y.D.R.A. lo educó para dejarse dominar por lo que ellos llamaban Sed de Sangre. ¿Pero hasta qué punto?

Un equipo de agentes muertos, varios transeúntes mutilados, edificios colapsando y el vehículo donde se le había transportado estrellado en las altas paredes del cuartel general.

Pierce se arrancó el cabello del coraje.

Le mandó encerrar en una cámara de hierro por tres días. Lástima que una vez que salió todo se multiplicó.

El comportamiento del ex hijo de América, seguía siendo hostil, pero manteniéndose alejado de toda forma de vida, encerrándose en su ser, acatando ordenes sin rechistar e intercambiando palabras banales con las chicas con las que se acostaba y sus pocos amigos.

El hacerle enojar estaba rotundamente prohibido, ya que le provocaba una pérdida de control descomunal en la que se volvía una máquina que funcionaba a costa de vidas inocentes, los esfuerzos por mantenerlo en su jaula cada vez que esto ocurría eran en vano. Era como si en cada ataque de cólera se volviese más bestial, salvaje e indomable hasta que saciara por completo sus ansias.

Los episodios se presentaron frecuentemente, convirtiéndose lentamente en una rutina; cuyas consecuencias—si lograban calmarle—era el encierro sin motivo, ya que como era de esperarse nunca recordaba nada de lo acontecido.

Hasta que lo conoció a él.

Anthony Stark, su salvación en traje de negocios y lengua filosa.

Era normal que se encaprichara con semejante hombre tan encantador, tan sarcástico y elegante. De las pocas personas que le valía un comino llevarle la contraria, que buscaba maneras ingeniosas de molestarle y de hacerlo hablar. De presencia hipnotizante.

No tardó mucho en prendarse a tal grado de anhelar más de lo que el otro le regalaba. En espera de la oportunidad perfecta para conseguir ir más allá, su terapista le pidió un favor y de ahí todo fluyó solo.

El navío de posibilidades encontró en ese lugar de mala muerte un puerto en el cual arribar cada fin de semana.

Lo que comenzó como un juego, para el capitán Rogers siempre significó más. Desde la primera vez que sus labios se rozaron—independientes al calor del momento—establecieron una conexión con un lado suyo que ya creía muerto.

Después de Peggy Carter, del amor él ya no supo nada, aquello distaba más de ser un sentimiento a una palabra sin significado, sumando el hecho de que carecía de un contexto en el cual pudiera emplearla. Le era obsoleta.

Nunca se replanteó a voluntad propia el volverla a usar, no hasta que el soldado del invierno confesó que recibía la misma atención médica que él, en cambio, ésta a manos de una sensual ex espía rusa, ahora agente de S.H.I.E.L.D.

Los luceros celestes de Bucky resplandecían a cada palabra utilizada para describir a Natasha Romanoff. James parecía haberse involucrado románticamente con la pelirroja, por otra parte, lo suyo con Stark era meramente sexo.

Y eso era algo que necesitaba cambiar.

Fue entonces que demandó a su dirigente que fuese más permisivo con su persona, que le dejase salir cada que se le antojase sin importar el lugar y sin la molesta obligación de entregarle un reporte a su regreso. Pierce a regañadientes aceptó, aunque se mantuvo dubitativo ante su última petición.

"Stark podrá encontrarse conmigo sin fastidiosas cámaras de por medio. Es mi condición si es que quiere conservar mis servicios."

No es que el nuevo líder de H.Y.D.R.A. no confiara en el Capitán, su temor iba más allá de eso, sino el cómo le manipulaba Anthony sin duda le provocaba una terrible paranoia.

Bastaron unas cuantas horas para que la noticia llegara a oídos del culpable, Tony sonrío en cuanto escuchó la información en voz de J.A.R.V.I.S. no le fue difícil descifrar cuales eran las ideas que atormentaban la mente del rubio.

Tenía que llevar a cabo el siguiente paso de su "maquiavélico plan".

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