Andrea Flament lucía un conjunto invernal que se ceñía a su torneado cuerpo, resaltando los atributos femeninos que harían temblar a cualquier hombre soltero o a aquellos que sólo buscaban un bien físico y una mente hueca. El escote de su blusa era incitador para el accionista que se encontraba sentado al otro lado de mi escritorio, intentando terminar su reporte del último trimestre del año, sin embargo, sus ojos viajaban en repetidas ocasiones de su computador portátil hacia los enormes senos de mi asistente financiera, la cual no se molestaba en disimular el placer que le causaba tener en la palma de su mano a otro hombre.
—Señor Quincy. —Tajé su atención de los pechos de Andrea—. ¿Entonces qué le parece la propuesta de incrementar su porcentaje en la empresa de Bronthe? Las utilidades son variables, pero mayores en relación a las de Sardona.
Aclaró su garganta. —Sí, bueno, supongo que también tendré que consultarlo con mi asistente...
—No hay necesidad de hacerlo, Fabián. —Interrumpió la seductora mujer de mi lado—. Si tú aceptas esta propuesta, será más factible la oportunidad de crecimiento para tu empresa. —Andrea se levantó de su asiento y se dirigió al hombre que luchaba por disimular la excitación que le causaba mi asistente. Ella se sentó en el escritorio con sus largas piernas cruzadas frente a él—. Además, así quizá podamos vernos más seguido, ¿no es así Daniel?
—Yo, eh... —Intercambié una fugaz mirada con Fabián, quien se encogió de hombros, restándole importancia al asunto, como si no estuviese jugando con cantidades millonarias de dinero.
—De acuerdo, acepto —dijo con voz neutra, sin apartar la mirada de la esbelta figura de Andrea.
—¿Acepta? —pregunté, anonadado. Llevaba más de un mes intentando convencer a Quincy de que aceptara cambiar sus fondos de una sucursal a otra, pero siempre se rehusaba a hacerlo. O por lo menos así fue hasta que apareció la flamante mujer de altos estándares.
—Sí, eso dije, acepto.
—Bien, entonces demos por terminada esta reunión. —Andrea juntó sus manos en un sonoro aplauso y nos dedicó una afable sonrisa a ambos. Detuvo su mirada en Fabián, el cual se enderezó ante la repentina atención—. Nuestros abogados te enviarán los convenios necesarios para que tu gente los revise. Si tienes algún inconveniente no dudes en llamarme, ya tienes mi número.—Enarqué una ceja y ella lo notó, por lo que se apresuró a agregar—: Bueno, conoces el número de la empresa y la extensión de mi oficina.
—Por supuesto, señorita Flament —dijo con una sonrisa pícara adornando su rostro.
El ingeniero Quincy, conocido en Barsoix por su temprana vida exitosa de empresario, también poseía la cualidad de la inevitable seducción; sólo le bastaba abrir su billetera y cualquier mujer atractiva caería rendida a sus pies —o por lo menos aquellas que gozaban de la vida buena y fácil—, obviando el hecho de que la mitad de su rostro estaba desfigurado luego de que tuviese un accidente automovilístico que incineró la piel del lado derecho de su cara; motivo por el cual su esposa lo abandonó apenas quince meses después de casarse.
Fabián se levantó de su asiento y sacudió las solapas de su costoso abrigo negro. Enseguida, habló por el intercomunicador que llevaba escondido en el cuello de la camisa, avisándoles a sus guardaespaldas que estuviesen atentos a su salida. La mayoría de los empresarios de Barsoix —si no es que todos—, contaban con su guardia privada que los protegía de posibles peligros y la continua prensa que gozaba de alterar las palabras y crear chismes sobre las personas más importantes de la ciudad. Por ello mantenía mis estándares bajos, sin protección o algún otro accesorio que pudiese captar la innecesaria atención del resto de la ciudad. Mi vida no corría riesgo si nos referíamos a un intento de homicidio para conseguir mis millones.
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Una noche sin oscuridad [2]
RomanceAños después de que Daniel Blair descubriera el diario secreto de su antigua compañera Marcela Rivas, el amor entre ellos sigue intacto. Sin embargo, luego de la muerte del padre de Daniel, él debe hacerse responsable de los negocios familiares, car...