capitulo 1

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Emerjo de la simulación con un grito. Mi labio escuece y cuando quito mi mano de ellos, hay sangre en mis dedos. Debo haberlo mordido durante la prueba. La mujer de Intrepidez que está aplicando mi prueba de aptitud -Tori, dijo que era su nombre- me da una mirada extraña mientras empuja su cabello hacia atrás y se lo ata en un nudo. Sus brazos están marcados arriba y abajo con tinta, llamas, rayos de luz, y las alas de halcón.

―Cuando estabas en la simulación... ¿estabas consciente de que era real?

me pregunta Tori mientras apaga la máquina. Suena y se ve despreocupada, pero es despreocupación estudiada, aprendida de años de práctica. La conozco cuando la veo. Siempre lo hago. De pronto estoy consciente del latido de mi corazón. Esto es lo que mi padre dijo que pasaría. Me dijo que me preguntarían si era consciente durante la simulación y me dijo qué decir cuando me lo preguntara.

―No, ―respondo―.
Si lo fuera, ¿crees que me hubiera roto el labio? Tori me estudia por algunos segundos, muerde el aro que tiene en su labio y luego habla.

―Felicidades. Tu resultado es clásico Abnegación. Asiento, pero la palabra "Abnegación" se siente como un nudo en la garganta. ―

¿No estás satisfecho? ―dice ella.

―Los miembros de mi facción lo estarán.

―No te pregunté sobre ellos, te pregunté a ti, ―

la boca y ojos de Tori se inclinan en las orillas como si cargaran con pequeños pesos. Como si estuviera triste por algo―.

Esta es una habitación segura. Puedes decir lo que sea que quieras aquí. Sabía lo que mis elecciones en el test de aptitud darían como resultado antes de llegar a la escuela esta mañana. Escogí la comida sobre el arma. Me lancé en el camino del perro para salvar a la niñita. Me di cuenta de que luego de haber hecho esas decisiones, la prueba terminaría y obtendría Abnegación como resultado. Y, no sé si hubiera hecho diferentes elecciones si mi padre no me hubiera entrenado, si no hubiera controlado cada parte de la prueba. Así que, ¿qué esperaba? ¿Qué facción quería? Cualquiera. Cualquiera menos Abnegación. ―Estoy satisfecho ―digo firmemente. No me importa lo que ella diga, este no es un cuarto seguro. No hay habitaciones seguras, no hay habitaciones seguras, no hay secretos seguros de contar. Aún puedo sentir los dientes del perro cerrándose alrededor de mi brazo, rasgándome la piel. Asiento hacia Tori y empiezo a avanzar hacia la puerta, pero antes de que me vaya, su mano se cierra alrededor de mi codo. ―Eres el único que tiene que vivir con tu decisión ―dice―. Todos los demás lo superarán, avanzarán, no importa lo que decidas. Pero tú no lo harás. Abro la puerta y salgo. Regreso a la cafetería y me siento en la mesa de Abnegación, entre las personas que apenas me conocen. Mi padre no me permite ir a la mayoría de los eventos comunitarios. Dice que causaré problemas, que haré algo que dañará su reputación. No me importa

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