capitulo 10

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gamos al piso correcto, y todos se detienen para tomar un respiro antes de que entremos. El cuarto es oscuro, las ventanas están bloqueadas, los asientos están puestos alrededor de los recipientes que contienen vidrio, agua, piedras, carbón y tierra. Encuentro mi lugar en la fila, entre una chica Abnegación y un chico Concordia. Marcus se para frente a mí.  ―Ya sabes que hacer ―me dice, pero parece que se lo está diciendo a él mismo, más que a mí―. Sabes cuál es la elección correcta. Sé que lo sabes.  Yo simplemente miro a algún lugar al sur de sus ojos.  Se mueve hacía la sección de Abnegación, y se siente en la fila de adelante, con algunos de los otros líderes del Consejo. Gradualmente, el lugar se va llenando, los que van a escoger están de pie en un cuadrado al borde de la habitación, los que sólo van a mirar están sentados en las sillas, en el medio. Las puertas se cierran, y hay un momento de silencio mientras el representante del Consejo de Intrepidez camina hacía el estrado. Su nombre es Max. Envuelve sus dedos alrededor del podio, y puedo ver, incluso desde aquí, que sus nudillos están lastimados.  ¿Aprenden a pelear en Intrepidez? Deben hacerlo.  ―Bienvenidos a la Ceremonia de Elección ―dice Max, su profunda voz llena el lugar con facilidad. No necesita el micrófono; su voz es lo suficientemente alta y fuerte como para penetrar mi cráneo y envolverse alrededor de mi cerebro. ―Hoy elegirán sus Facciones. Hasta ahora han seguido el camino de sus padres, las reglas de sus padres. Hoy, encontrarán su propio camino, harán sus propias reglas.  Casi puedo ver a mi padre juntando sus labios con desdén ante un discurso tan típico de Intrepidez. Conozco sus hábitos a la perfección, casi lo hago yo también, aunque no comparto el sentimiento. No tengo ninguna opinión en particular sobre Intrepidez. ―Hace mucho tiempo, nuestros ancestros se dieron cuenta que cada uno de nosotros, cada individuo, era responsable por el mal que existía en el mundo. Pero no acordaron en qué era exactamente ese mal ―dice Max―. Algunos dijeron que era la deshonestidad… Pienso en las mentiras que he dicho, año tras año, sobre este moretón, aquel raspón, las mentiras de omisión que digo cuando mantengo los secretos de Marcus. ―Algunos dijeron que era la ignorancia, otros la agresión… Pienso en la paz de los huertos de Concordia, la libertad que encontraría ahí sin violencia y crueldad. ―Algunos dijeron que el egoísmo era la causa. Esto es por tu propio bien es lo que Marcus decía antes de cada golpiza. Como si golpearme era un acto de auto sacrificio. Como si lo hiriera también. Bueno, pues no lo vi a él cojeando hasta la cocina esta mañana. ―Y el último grupo dijo que la cobardía era la culpable. Algunos gritos se alzaron de la sección de Intrepidez y el resto se ríe. Pienso en el miedo engulléndome ayer por la noche hasta que ya no pudiera sentir nada más, hasta que ya no pudiera respirar. Pienso en los años que he mordido el polvo bajo los talones de mi padre. ―Así es como se formaron nuestras Facciones: Sinceridad, Sabiduría, Concordia,  Abnegación e Intrepidez ―Max sonríe―. En ellas encontramos administradores, maestros, consejeros, líderes y protectores. En ellos encontramos sentido de pertenencia y sentido de comunidad, nuestras vidas ―aclara su garganta―. Suficiente de esto. Vamos al grano. Avancen y tomen su cuchillo, luego tomen su decisión. Primero Zellner, Gregory. Parece oportuno que el dolor deba seguirme de mi antigua vida a mi nueva vida con el cuchillo perforando en mi palma. Incluso cuando esta mañana, aún no sabía qué facción elegir. Gregory Zellner pone su mano sangrante sobre el tazón lleno de tierra, escogiendo Concordia. Concordia parece una elección obvia para el paraíso, con una vida pacífica, sus campos de olor dulce, su comunidad sonriente. En Concordia encontraría la clase de vida que he ansiado toda mi existencia y quizá con el tiempo eso me enseñaría a sentirme seguro de mí mismo, cómodo con quién soy. Pero mientras veo a las personas sentadas en esa sección, con sus ropas rojas y amarillas, todo lo que veo es un todo, gente sana, capaz de animarse unos a otros, capaces de brindarse apoyo. Son demasiado perfectos, demasiado amables para que alguien como yo vaya a sus brazos lleno de ira y temor.

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