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No oigo los aplausos de los Intrepidez; todo lo que escucho son zumbidos. Mi nueva facción es como una criatura de muchos brazos que se extiende hacia mí. Me acerco a ella, y no me atrevo a mirar hacia atrás para ver la cara de mi padre. Manos golpean mis brazos, elogiando mi elección, y me muevo a la parte trasera del grupo, con mis dedos envueltos en sangre.  Me quedo con los otros iniciados, al lado de un chico de Sabiduría de pelo negro que me evalúa y desestima con una sola mirada. No debo lucir como mucho en mis ropas grises de Abnegación, alto y escuálido tras el repentino crecimiento del año pasado. Del corte en mi mano brota sangre que se derrama en el suelo y corre por mi muñeca. Hundí muy profundo el cuchillo.  Mientras el último de mis compañeros elige, pellizco el dobladillo de mi holgada camisa Abnegación entre los dedos y la rasgo. Rompo una tira de tela de la parte delantera y  la envuelvo alrededor de mi mano para detener el sangrado. No necesitaré esta ropa nunca más.  Los Intrepidez sentados frente a nosotros se ponen de pie tan pronto la última persona elige, y se apresuran hacia las puertas, llevándome con ellos. Giro hacia la derecha justo antes de llegar a las puertas, incapaz de detenerme y veo a mi padre sentado en la primera fila aún, algunos otros Abnegación se arremolinan a su alrededor. Se ve aturdido.  Sonrío un poco. Lo hice, yo puse esa expresión en su rostro. No soy el perfecto chico Abnegación, condenado a ser tragado completo por el sistema y disuelto en la oscuridad. En lugar de eso, soy la primera transferencia de Abnegación a Intrepidez  en más de una década.  Me doy vuelta y corro para alcanzar a los demás,  no quiero quedarme atrás. Antes de salir del cuarto, desabrocho mi rasgada camisa de manga larga y la dejó caer en el suelo. La camiseta gris que llevo debajo de ella es grande todavía, pero más oscura, se mezcla mejor con la ropa negra de Intrepidez.  Bajan bramando por las escaleras, estrellando puertas, riendo, gritando. Siento arder mi espalda,  hombros, pulmones y  piernas, de pronto me siento inseguro de la elección que he tomado, de estas personas que he reclamado. Son muy fuertes y salvajes. ¿Hay alguna posibilidad de hacerme un lugar entre ellos? No lo sé.  Supongo que no tengo otra opción.  Me abro paso a través del grupo buscando a mis compañeros iniciados, pero parece que han desaparecido. Me muevo a un lado del grupo, esperando obtener un vistazo de hacia dónde nos dirigimos, y veo las vías del tren suspendidas sobre la calle frente a nosotros,  en una jaula de madera enrejada y metal. Los Intrepidez suben las escaleras y se dejan caer sobre la plataforma del tren. Al pie de las escaleras, la multitud es tan densa que no puedo encontrar una manera de entrar, pero sé que si no subo las escaleras pronto, podría perder el tren, así que decido abrirme camino. Tengo que apretar los dientes para impedirme pedir disculpas mientras codeo a las personas hacia los lados, y el impulso de la gente me impulsa hacia arriba por las escaleras. 

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