5. EL LIBRO SOBRE LA MESA.

28 4 9
                                    


Imagínate cómo me sentí: por un lado, una hermosa niña de 12 años, mi misma edad en aquel entonces, quería conmigo... Quería que fuéramos novios. Me gustaba.

Tengo que ser sincero y decir que no me convencía del todo, pero al saber que yo le gustaba a ella las cosas cambiaron rápido. Además, era bien, bien agradable. Casi al final de la conversación de esa noche me di cuenta de que podía ser yo mismo con ella.

Por otra parte, el que mi tía me haya pedido que detuviera la conversación me sorprendió. El viejo miedo a un adulto al que se respeta... Pero después, al recordar que ella estaba en coma. Eso me provocó –aun lo recuerdo hoy- un montón de reacciones orgánicas: me temblaron las manos, los brazos y las piernas; un vació algo doloroso me apachurró el estómago; no pude respirar bien; algo me obstruía la garganta, algo más parecía apachurrar mi frente... Era ansiedad.

¿Cabría la posibilidad que la mujer que estaba junto al teléfono de arriba, sentada, no fuera mi tía? No debí de presionarme, pero lo hice, sabía que si no era peor. Así que regresé a ese cuarto y ya no había nada. Corrí hacia el desayunador prendiendo todas las luces. Quería hablarle a mi papá y suplicarle que ya no me volviera a pedir que durmiera en esa casa maldita. No lo hice. Entendía que las circunstancias de mi papá se habían vuelto más que difíciles.

Sobre la pequeña mesa redonda de la cocina, había un especiero, y junto a él el libro de recetas antiguas de mi tía. Juro por mi padre, por mi tía Sara y por todos los santos, que el libro se sentía más grueso y pesado que el día anterior.

EL MALDITO LIBRO DE COCINA DE MI TÍA ABUELA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora