Capítulo 11 ENVIDIA

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Me encerré en mí, ahí en el camión. "¿Por qué soy tan estúpido? ¿Cómo creí que podía besar sus mejillas sin molestarla?"

El día de hoy soy un hombre feo. Nunca en mi vida le he llamado la atención a ninguna mujer por mi apariencia... Y si eso soy ahora, imagínense cuando tenía 12 años: como un polluelo de papagayo, sin pelo, blanco, una estructura más bien marciana. Tartamudo y bastante lento con las palabras, mucho más lento que ahora, treinta y tantos años después.

El 98% de los seres humanos disfrutan de las palabras, es decir, cuando hablan obtienen cierto placer de ejercitar sus aparatos fonadores, o un gusto orgánico al vincular Broca, Wernicke y la lengua... Yo pertenezco a ese 2% que no siente ningún placer por hablar o comunicarse. Y eso fue desde muy muy chico.

Es más, tampoco hoy siento ningún gusto describiendo los detalles de esta historia; y créanme, sólo pongo los relevantes al asunto del libro.

Pero esa tarde, humillado, menospreciada mi capacidad de buscar placer o de gustarle a alguien, negada cualquier clase de posibilidad de experimentar placer, creo que también se murieron las últimas palabras de deseo que pudieron salir de mi corazón.


EL MALDITO LIBRO DE COCINA DE MI TÍA ABUELA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora