Capítulo 5

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CAPÍTULO 5

Cinco.

Seis.

Siete.

Ocho.

Doble aplauso a la derecha.

Doble aplauso a la izquierda.

Patada arriba y movimiento de cadera después, o algo así es lo que le entendí a la coreografía de Rebecca. Como cada viernes, estamos en el diminuto salón cerca de las canchas, ensayando la coreografía de una nueva canción en el taller de baile.

—Recuerden hacer bien el "Pa´de puré"—dice ella, y yo, aguanto una risa cuando le escucho decir eso.

Hasta yo que soy idiota puedo decir perfectamente Pa de Buré. En serio, si los maestros franceses del baile escucharan a Rebecca, se volverían a morir.

La verdad, si no fuera porque necesito hacer mi servicio social cuanto antes, no estaría metida en aquel cuarto de cinco por cinco metros con otras veinte sudorosas chicas más y sobre todo con Rebecca. Me encanta bailar, pero con gusto lo haría sola en mi cuarto en la única compañía de mi DVD de Britney Spears. Ajá si, cuando aún no caía en drogas. Se imaginarán que no puedo ver a Rebecca ni en pintura porque si, por muy estúpido que se escuche, es mi rival de amores. No la soporto, me cae mal y quisiera que subiera de peso de repente.

La verdad es que estoy celosa hasta el tuétano por lo que ella significa para Nico. Incluso me retuerzo al pensar que lo besó alguna vez. Lo sé, es enfermo pero no puedo evitarlo.

Aún faltan quince minutos para salir de clases y la "Jefa Apache", es decir, Rebecca, convoca a reunirnos al centro del salón. Tiene un anuncio importante.

—En nombre de la maestra Peralta, quiero anunciarles a todas que han invitado a nuestro ensamble al concurso de baile estatal.

Todas menos yo han comenzado a saltar de emoción por el anuncio. Yo lo que menos quiero es que las personas me vean moviendo el trasero lujuriosamente con las canciones de Lady Gaga. Con las miradas fisgonas del equipo de ajedrez tenemos más que suficiente, ya que "entrenan" afuera del salón (¿Quién dijo que ese era un deporte?). Entre los pervertidos se encuentran nada más y nada menos que David, Nico y su amigo Iker, que le cierra un ojo a Andy cada vez que la ve. Hoy no es la excepción. Mi amiga me saca de concentración, casi quiere llorar porque al fin participará en una presentación y no hago más que alegrarme por ella.

—¡Imagínate Ceci! Será la oportunidad perfecta para estrenar la cámara de mi papá. Además voy a llamar a mi abuela para que vaya al concurso y me apoye— me dice emocionada y ruedo los ojos.

Ese concurso no es la gran cosa, la verdad. Perdió credibilidad cuando los colegios más ricos comenzaron a comprar los trofeos. Rebecca nos calla amablemente con un Shh. En verdad que es tan linda (¡Ugh, la odio!).

—Aunque, hay una pequeña cuestión que platiqué con la maestra y ella me dio la completa aprobación— dice arqueando una ceja.

Todas se miran intrigadas, como si fuera el final de viernes de la telenovela del momento.

—¿Qué será?— me pregunta Andy dándome un codazo que seguro me saca moretón.

No se me ocurre qué decirle así que me quedo callada, esperando también que Rebecca se deje de hacer la interesante y nos cuente todo de una buena vez.

—Sin rodeos— grito, haciendo otra voz y escondiéndome detrás de Andy para que Rebecca continúe.

—Ya saben que en años anteriores, nuestra escuela tenía la mejor reputación: éramos el mejor ensamble de baile antes de la salida del maestro Anaya y claro, antes de la compra de los trofeos del Colegio Español. Ahora queremos retomar de nuevo ese status, por lo que he acordado con la maestra Peralta que este año, haremos audiciones. Sólo las mejores estaremos en el grupo final de baile para poder aspirar a los primeros lugares.

Yo, Cecilia...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora