Capítulo 9

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CAPITULO 9

Voy caminando en los pasillos de un magnífico palacio. Las campanadas de la torre suenan a todo lo que da. Bajo del carruaje con la ayuda de un mozo muy lindo, que me besa la mano una vez que piso el suelo. Llevo mi cabello completamente amarrado con un tocado lleno de plumas, en la mano llevo un antifaz. El vestido ampón me estorba para caminar e irremediablemente me tropiezo. No caigo porque David y Andy me llevan del brazo, me han salvado de darme el golpe de mi vida.

—Las fiestas en Versalles eran las más populares de Francia. La Reina estaba rodeada de sus mejores y más íntimos amigos…

Si, se nos hace tarde. Estamos a punto de entrar a la mejor fiesta de nuestra vida. Somos los más populares, todo el mundo nos sonríe y nos hace señas diciéndonos: ¡Llámame! (Aunque es irónico, aquí no existen los teléfonos). Otro mozo nos ofrece una copa del mejor champagne del mundo, y uno más, nos regala un panecillo dulce decorado vistosamente. Todo es del mismo color de mi vestido, rosa brillante. No puedo ser más feliz, en serio.

—También se decía que la reina tenía muchísimos amantes entre los cortesanos, pero según su amiga más querida, en realidad solo hubo un hombre que le pudo robar el corazón…

¡Cómo no voy a ser feliz! A lo lejos en el balcón del palacio, veo de reojo a Nicolás, vestido con un traje de negro terciopelo. Suspiro, antes de que el mundo comience a parecerme una tontería y caiga en el hechizo de sus ojos.

—A expensas del rey, ella y su amante vivieron felices, gastándose el dinero de la corona de Francia.

Voy hacia él, no quiero hacer otra cosa que no sea abrazarlo ridículamente hasta que nuestro ADN consiga mezclarse. Él me sonríe como siempre, haciéndome sentir estúpida y vulnerable. Es todo un sueño cuando lentamente, toma mi rostro perfectamente maquillado y acerca sus labios para besarme, pero…

—Pero por supuesto, tiempo después todo aquello acabó…— suena un duro golpe.

Y si, también mi ilusión/fantasía con Nico en Versalles ha terminado de un golpazo en la mesa.

—¿Qué?, ¿cómo está eso de que se acabó?— pregunto, tratando de disimular el hecho de que estaba babeando mientras miraba al protagonista de mis fantasías.

Gracias a Dios que Becky está en otro salón, ya que si hubiera visto la manera en que veía a su novio, probablemente me hubiera arrancado el cuero cabelludo.

—Sí, se acabó— dice mi maestra de Historia.

Por cierto, estábamos viendo una salpicada de historia universal.

—¿Eso quiere decir que María Antonieta nunca fue feliz con el tipo ese?, ¿pero qué pasó? — pregunté alarmada ante la mirada adormilada de todo el mundo.

Siempre protestaba por todo, así que estaban acostumbrados a mis quejas acaloradas con algunos maestros.

—La Revolución Francesa, Ceci. Eso pasó— dice David detrás de mí.

—Ah sí, la guillotina y todo ese rollo.

Qué va. Tenía que saberlo, nadie en este mundo puede ser feliz, ni María Antonieta y mucho menos yo.

—Todo ese rollo, como dice su compañera, lo veremos la próxima clase, así que de tarea tienen que hacer un resumen del capítulo cinco del libro y juro por Dios que si veo que el mismo resumen se repite varias veces, los mando a todos a finales, directo y sin escalas jóvenes— nos advierte la maestra Christina.

Todos se levantan de sus lugares para ir a la cafetería a comprar algún bocadillo para evitar dormirse en la última clase. Yo prefiero quedarme recostada en la banca, estoy comenzando a tener nauseas y un poco de migraña. Este bebé es una lata, seguro que sería hiperactivo aunque, normalmente eso es lo que me pasa cuando me pongo a alucinar cosas estúpidas, así que no creo que el feto tuviera la culpa. Uy feto. Andy odia esa palabra ya que dice que no nos podemos referir así a un bebé en pleno proceso, pero yo me rijo bajo los libros de texto (Y por la sabiduría de los capítulos de Dr. House), así que le llamó así casi todo el tiempo. No quiero que llegue el momento en que tenga que deshacerme de él, entregándoselo a otras personas cuando lo amé más que a nada. Por eso prefiero guardar mi distancia con el huésped que llevo dentro.

Yo, Cecilia...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora