Capítulo 22

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CAPÍTULO 22

En la escuela, estamos en semana de los temidos exámenes finales: los últimos peldaños para nuestro escabroso futuro universitario, según palabras del maestro Cazares. Eso solo significa que en próximos días se vienen las despedidas, las fotos grupales, las ceremonias cursis, los uniformes rayoneados y cualquier cosa que se nos ocurra para no olvidar jamás la preparatoria.

El futuro al que todos tememos en el tercer año se acerca pronto, incluso puedo oler la inseguridad en los pasillos. Todo el mundo está nervioso —Y sudoroso en el caso de David—por saber si entró o no a su universidad preferida o mínimo por averiguar si al menos salvaron el año. Yo misma tengo que enfocarme en eso y estar lista para preparar mi ingreso a la vida normalista que me espera aún cuando he perdido mi razón para estudiar una licenciatura en educación.

Es un día como muchos otros, a excepción de que hoy tengo el corazón más roto que nunca. A pesar de todo, David y yo damos un repaso para el examen final de matemáticas cuando Andy llega completamente alterada.

—Ceci...te tengo... dos noticias—dice ella, con la respiración entrecortada.

—Déjame adivinar: es una buena y una mala, ¿no?

—¡Lotería!

Si, por supuesto, si hubieran sido dos buenas no estaríamos hablando de mi vida. Sería demasiada suerte. Mi amiga tiene un ataque de hiperactividad, así que deben ser noticias muy emocionantes por la forma en que hiperventila.

—Escoge cuál quieres saber primero.

—Dile que la mala—responde David, dándome un codazo.

Andy me toma de las manos para luego respirar profundo. Por la expresión de su rostro, sé que la noticia no es mala. Es muy mala.

—Nico se va a estudiar lejos—suelta Andy muy rápido.

Me quedo inmóvil y algo dentro de mí me dice que debo reaccionar de alguna manera aunque no se me ocurre nada qué hacer. Mi estado zen de endorfinas provocadas por el dolor de mi corazón roto, se convierte en un lago de furia constante conmigo misma y con Nico. Efectivamente, lo busco por todos lados en el salón pero...

—Él no viene a la escuela hoy.

—¿Cómo?, ¡¿ya se fue?!—pregunto alarmada.

Mi mente hace una lista de todas las cosas depresivas que haré con la partida de Nico. Uno: lloraré día y noche con su foto en la mano. Bien, no tengo ninguna, así que alguno de los dibujos que tengo de él servirán.

—¿Cecilia?

Dos: haré una lista de reproducción con canciones que me recuerden a él y me pongan más triste mientras recuerdo los momentos que pasamos juntos.

Tres: me inscribiré en un grupo de ayuda que me ayude a...

—¡Pensé que ya había superado la etapa del aturdimiento!—Andy me sacude, haciendo que la lista se borre de mi cabeza.—De hecho, aquí entra la buena noticia.

—¿Hay buenas noticias después de eso?

—Las hay, porque Nico no se ha ido lejos aún. Él está en su casa, descansando de la pelea de su vida.

¿Pelea? Vaya, me perdí al escuchar esa palabra.

—Define pelea y bajo qué términos. ¿Fue una pelea verbal, una pelea física o una...?— David practica sus charlas de abogacía a las cuales no le ponemos atención.

Como sea, luego de los datos innecesarios de David, Andy explica sin omitir detalles el asunto ese de que Nico había tenido un encuentro muy fuerte un día anterior. 

Yo, Cecilia...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora