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Me desperté de golpe como cada diez de septiembre. Observé a mí alrededor; todo estaba en su lugar.  Había vuelto a soñar lo mismo como cada año, miré a mi lado la cama;  estaba vacía, como siempre.  Todo había sido un sueño, Harry nunca había vuelto de ningún hospital.

-Once años-Susurré viendo el calendario-. Once largos años sin ti, Harry.

Me levanté sin ánimos -como todos los días- de la cama y caminé hasta la habitación de William. Él no tan pequeño  había crecido sin parar en los últimos años, con quince años ya, sabía arreglárselas solo en ciertos aspectos; había aprendido a vivir sin papá Harry, intentaba imitarlo, pero era bastante duro. Los adolescentes de ahora se toman todo tan a la ligera, pero yo sabía que le dolía. Aunque solo era un niño de cuatro años cuando todo pasó. Sabía que lo tenía guardado en la memoria; traumas y más traumas. Los dos hemos visitado ya cinco psicólogos en los años que hemos vivido sin Harry.

Vivimos con la carga en la cabeza. Presenciar el asesinato de la persona que más has amado en la vida es duro y difícil de olvidar de un día a otro o incluso de un año a otro.

-Es hora de levantarte, Willi-Dije a través de la puerta de madera.
-Estoy listo ya-Dijo abriendo la puerta.
-Vaya, ¿tan rápido?-Pregunté entrando a la habitación.
-He despertado desde hace unas horas, no debemos llegar tarde-Dijo recto.
-Nunca llegaremos tarde-Le dije con una sonrisa apretada.
-Tú llegaste tarde. Los dos llegamos tarde-Dijo con miedo y rencor.
-William... Lo hemos hablado mucho, no fue culpa de nadie. Ni tuya ni mía-Le dije tomándolo de las manos.
-Si nosotros no nos hubiéramos ido, papá seguiría con nosotros-Dijo soltándose de mi agarre.

Lo consolé en mis brazos. Yo estaba tan roto como él, pero debía ser fuerte; William es mi todo y yo soy su todo. No me atrevería a dejarlo solo.

Me duché y cambié con un traje negro y zapatos del mismo color; era diez de septiembre, el aniversario número once de la muerte de Harry.

Anne, mamá, William y yo entrábamos por las grandes puertas de la parroquia de Irlanda; la más bella de todo Londres. Como cada año celebraríamos una misa en memoria a Harry, acompañado por amigos y familia; todos lamentaban el suceso.

El sacerdote hablaba, pero no le ponía demasiada atención. Mi mente estaba perdida, como siempre. Al finalizar la misa todos se acercaron a nosotros a darnos palabras de aliento como cada año. Ya estaba comenzando a acostumbrarme.

-Puedes escoger las flores que quieras-Le dije a William, aparcando el auto afuera de una florería.
-¡Vamos, papá!-Dijo apresurándome

Entré justo detrás de él. William escogió unas cuantas rosas y margaritas. Salimos con dos Ramos de flores y partimos al cementerio.

-Hola, papá. Estamos aquí de nuevo, como cada año-Habló William frente a la lápida-. Ahora te trajimos margaritas en vez de girasoles, papá Niall no sabe elegir Flores, sé que no te gustan los girasoles, por eso te traje Margaritas, espero no haberme equivocado.
-Todas las flores que le das le gustan, Willi. Jamás se queja-Dije arrodillándome junto a él.
-No puede quejarse. Ojalá pudiera escuchar una queja de él. Un regaño. Lo que sea-Dijo al borde del llanto.
-Cada vez que te regaño es como si papá Harry lo hiciera-Dije animándolo. Yo ya estaba llorando.
-Tú no eres él... Y por una parte me alegro, tú sigues conmigo-Dijo llorando. Era frágil como un niño.
-Harry nos cuida desde arriba, nos ayuda a los dos a seguir a adelante-Le dije abrazándolo.
-Todas las personas me abandonan-Dijo en mi pecho-. Mamá... Papá... Papá Harry.
-No digas eso, ¿sí? Mamá y papá Harry están contigo en todo momento. Eres lo mejor de mi vida, William. Yo jamás te dejaré-.Dije tomándolo por los hombros.
-Gracias papá Harry por darme al mejor papá de todos-Susurró William con una pequeña sonrisa-. Te espero en el auto, pa. Adiós, papá Harry. Te amo.
-Ya es todo un hombre, uno muy grande y fuerte. Creo que eso lo adoptó de ti; siempre fuiste fuerte y un héroe para él, a pesar que no pasaste el tiempo necesario con él. Ahora yo tomé tu lugar y lo cuido por los dos. Cumpliré mi promesa, Harry. A nuestro hijo jamás le hará falta nada, nada en absoluto. Confía en mí. Te amo como a nada en este mundo, te necesito como nunca, Harry. Nunca debiste irte, te necesitamos...-Susurré. Las lágrimas recorrían mi cara y nariz. Estaba roto y triste.

Acomodé las flores en su lugar y regresé al estacionamiento donde William me esperaba. Era hora de regresar a casa. Regresar a casa sin Harry, como todos los días, como todos los años, como siempre.

no pressure.✓ •Narry Storan•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora