Epílogo.

493 58 54
                                    

Años después.

-Abuelo, feliz navidad-Escuché la voz de Jon, mi bisnieto más pequeño.
-Hoy es noche buena, Jon-Dije tomándolo en brazos y sentándolo en mi regazo.
-¡Jon, bájate de ahí!-Escuché ahora la voz de Mirella. Mi nieta.
-Está bien, Mire. Puedo-Dije sonriéndole.
-Abuelo... No debes cansarte tanto, mejor vayamos a cenar al comedor-Me dijo quitándome al pequeño de encima. Enrosqué mi brazo al de ella y caminamos hasta el comedor, todos nos esperaban ya.

Me fui a dormir justo después de cenar; mi edad ya no me permitía desvelarme.

-Buenas noches, Harry-Hablé a la fotografía que descansaba en mi mesa de noche-. Pronto nos reuniremos.

Dormía con cierta inquietud. Una luz me cegaba a través de los párpados; una luz blanca y brillante. Abrí los ojos con pereza, a pesar que hacía años que no soñaba nada no significaba que me gustara levantarme a la mitad de la madrugada. Examiné todo con atención; no era mi habitación, el olor era diferente. Olía a flores; la casa jamás huele a flores. ¿En dónde estoy?

-¿William?-Hablé débilmente. Nadie contestó.

Bajé mis pies de la cama y me encontré con mis viejas sandalias. Al pararme la habitación desapareció; la cama desapareció al igual que las paredes y todo lo demás. Mi garganta no me dejó soltar aullo alguno. ¿Qué pasa aquí?, ¿es algún sueño?

Ya no estaba en la habitación con olor a flores, ahora estaba en un jardín sin olor alguno. Todo era verde, a excepción de las flores que adornaban el gran lugar; el cielo era azul y tenía nubes blancas, más blancas que cualquiera que haya visto alguna vez. Me sentía bien, el pánico había desaparecido por completo, estaba en paz e incluso me sentía cincuenta años más joven.

Al fondo pude distinguir una silueta humana. Me acerqué con paso decisivo y al estar unos cuantos metros más cerca pude reconocer la forma de ese cuerpo que alguna vez recorrí a besos; era Harry.

Pellizque mi antebrazo varías veces, no podía confiarme a que solo fuera un sueño, como siempre. Sentía el dolor y el ardor; no podía ser un sueño, no, no podía.

-¿Harry?-Pregunté con los ojos cristalizados. Él volteó, era él. Tan joven como la última vez que lo vi.

Me observó con esos ojos verdes que siempre habían sido mis favoritos. Me sonrió como él sabe que me encanta. Sentía las suficientes fuerzas para correr y abrazarlo. Eso hice, corrí hasta él. Nos fundimos en un profundo abrazo lleno de sentimientos y años. Por fin estábamos juntos.

-No puedo creer que seas tú-Dije tomándolo por los cachetes.
-Soy yo-Dijo besándome con pasión. No quería separarme de él. Ya no.
-No puedo creerlo, Harry... Han pasado tantos años sin ti-Le dije llorando.
-También te he extrañado tanto, Ni, pero siempre he estado contigo. Jamás te he dejado solo-Dijo separándose unos milímetros de mi cara.
-No quiero volverme a sentir solo, te necesito conmigo-Dije abrazándolo con fuerza.
-Ya no más, mi amor. Es tu hora-Dijo en mi oído.
-¿Mi... Mi hora?-Pregunté atónito.
-Volveremos a estar juntos. Ahora ni la propia muerte podrá separarnos-Dijo besándome. Extrañaba sus labios.
-Es decir que...
-Tú hora de partir a llegado, Niall-Dijo con suavidad.
-Pero... ¿Y William?, ¿y los pequeños?-Pregunté observándolo.
-Ellos estarán bien, los cuidaremos desde aquí, los dos juntos-Dijo tomándome de la mano.
-Es hora-Dije apretando su mano.
-Es hora-Repitió.

Ahora teníamos toda la eternidad para caminar de la mano por el sendero de la vida. Ni la misma muerte nos podrá separar; después de todo la larga espera valió la pena. Dios siempre sabe porqué hace las cosas. Nuestro amor vivirá para toda la eternidad.

no pressure.✓ •Narry Storan•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora