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Año cinco.

Caminaba con desesperación en la habitación que solía compartir con Harry. William dormía sobre la cama. La desesperación por la situación me consumía cada vez más, ya eran cinco años y nada pasaba; Harry seguía postrado sobre esa fría cama, sin gesticular expresión alguna, ya eran años sin él y su preciosa risa, ¿cómo se supone que se vive sin él? Las lágrimas caían sobre mis mejillas, llorar se había vuelto algo normal y constante.

-Papá Niall, no llores-Dijo William rascándose un ojo. Ya era un gran niño de siete años.
-Llorar es bueno-Dije sentándome a su lado.
-La gente llora porqué está triste, tú siempre estás triste por papá Harry-Me dijo recargándose en mí.
-No sólo lloro de tristeza, Willi, también lloro de felicidad por tenerte conmigo-Le dije abrazándolo.

Las lágrimas de felicidad no existen, solo es tristeza acumulada que busca una excusa para salir. Son lágrimas de desesperación.

-¿Cuándo volverá papá Harry?-Preguntó.
-Pronto...-Dije suspirando.
-Es hora que te vayas con la abuela Anne-Le dije.
-La abuela Anne siempre habla de papá Harry-Informó.

Salimos de la casa y manejé hasta la casa de Anne, donde William se quedaría mientras yo iba a visitar a Harry, últimamente el hecho de que Anne vea a Harry arruina aún más sus nervios.

Aparqué el auto en el estacionamiento y entré al gran edificio, mi cara ya era bastante conocida por el personal del hospital, no había problema que entrara a ver a Harry. Podía entrar y salir.

-Hola, mi amor-Le susurré dejando un beso en su frente.

Los besos en la frente no son para cualquiera.

-Ya son años sin ti, Harry... No puedes dejarme con la duda de lo que en verdad te pasaba aquel día-Dije tomándolo de la mano.

Pasé toda la tarde al lado de Harry; le hablé de William, leí un poco de su libro favorito, le conté cómo iban las cosas con su consultorio, intentaba sonar animado para él, todos me dicen que me puede escuchar... Siempre le digo que despierte... Que lo haga por nuestro pequeño.

Sin más remedio y más triste salí del hospital para recoger a William. Aparqué afuera de la casa de Anne y entré sin tocar. Respiré de inmediato el olor a galletas, almenos cenaríamos algo decente hoy.

-Ya vine-Anuncié.
-¡Hola papá! La abuela y yo preparamos galletas para ti-Dijo William contento.
-Genial, huele delicioso, ¿quieres comerlas aquí?-Pregunté tomando una.
-Llévalo a casa, tiene sueño, cierra bien puertas y ventanas-Dijo Anne.
-Eso haré, recuerda que ya hay una alarma en toda la casa-Dije agarrando de la mano a William.

Volvimos a casa en silencio y con cuidado, al llegar mandé a William a cepillarse los dientes y ponerse la pijama, a pesar de ser pequeño le gustaba hacer las cosas por sí mismo. Subí a mi habitación y me quité los zapatos, ahora los días me pesaban más de lo normal.

-William, ¿ya estás listo para ir a la cama?-Pregunté.
-¡Sí! ¿Puedes leer algo para mí?-Dijo entrando a la cama.

Escogí un cuento del estante y lo comencé a leer, a la mitad del cuento William ya estaba dormido. Regresé a mi habitación y me preparé para ir a dormir.

Dormía plácidamente cuando la alarma de la casa empieza a sonar; me levanté de golpe y corrí a la habitación de William, encontrándome la habitación vacía.

-¡¡WILLIAM!!-Grité entrando al baño.
No había nada.

Me acerqué a la cama desesperado, lloraba a todo pulmón. Vi una arrugada hoja, tenía unas cuantas palabras escritas:

«No intentes buscarnos, no lograrás encontrarnos.»

Leí las palabras con lágrimas en los ojos, no sabía qué hacer.

-¡MALDITO HIJO DE PUTA!-Grité con desesperación. Ahora mi vida estaba más allá de la mierda.

Corrí hasta mi habitación y me puse lo primero que encontré, salí de la casa y subí a mi coche, tenía que poner una denuncia, pero sabía que no me harían caso, tenía una mejor idea.

no pressure.✓ •Narry Storan•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora