Capítulo 6: Es un maldito sueño.
En realidad, no sé cómo describir, o bien, seguir escribiendo sobre mis sucesos con el chico de los audífonos, tantas cosas que viví y nunca había estado tan viva, feliz o decepcionada, triste y dolida... Pasé por un mar de emociones, todas combinadas y con algunos aprendizajes. No sabes cuánto me costó escribir esta parte, porque algo tan hermoso y doloroso a la vez no tenía una exacta palabra que lo simplificara todo, ¿o sí? En ese caso, no me quedo satisfecha con las que existen, para ser algo más... No, no son suficientes ni estando juntas.
Y pueda que exagere un poco, sólo un poco, vale, pero es que... Espera, no, no te saldré con excusas, tienes razón y lo admito.
También admito que cuando seguí al chico de los audífonos a ese bosque me sentía feliz, admito que no me esperaba su actitud o que me llevará a ese lugar, admito que soy una estúpida por seguir enamorada de él después de cómo me trató, y no tengo nada de justificación para su maldita y mala actitud conmigo, sin embargo, ¡mi corazón o lo que sea que desarrolle esas emociones en mi cerebro no me hace caso!
Pero ya, ¡tranquilo! Iré al grano...
Él esperaba a que lo siguiera, pero la llamada seguridad se esfumó de mí, aun así después de un largo minuto de quedarnos viendo le seguí, fuimos a paso medio, y caminamos alrededor de veinte minutos, yo en los primeros diez ya estaba cansada, digamos que no era tan atlética, pero él sí, era obvio, reprimí mis quejas y las guardé sólo para mí. No quería seguir con la imagen "superficial" ante él, y tampoco es que vaya a cambiar por él, esa transformación ya había empezado antes de que Chad me hablara por primera vez.
Y como era buena actriz, no se dio cuenta de mi cansancio en extremo, sin embargo el sudor me delató, provocando un comentario de su parte: -- Sin duda caminar no es lo tuyo.
Yo sólo le saqué la lengua de modo infantil poniendo los ojos en blanco. Él sonrió y me guiño un ojo haciendo un ademán por mi expresión.
En el resto del camino sólo hablamos de cosas triviales, sí, así "normal", sin insultos ni nada de eso:
— ¿Qué tipo de libros lees, Chad? —le pregunté asimilando un tono casual.
—De todo, no tengo tabúes, y leo de cualquier género si la historia o trama me llama la atención... por cierto, gracias por regalarme La Divina Comedia en séptimo grado, me la leí como ocho veces. —respondió con una amplia sonrisa, cada vez que hablaban de libros o cómics, se emocionaba como un niño al querer un dulce. Me gusta eso de él, es apasionado en lo que hace a simple vista... Un día que asistí a una competencia de natación por Dylan mi total atención cayó en el chico de los audífonos, era ágil y veloz, siempre uno de los primeros en todas las competencias y en las prácticas parecía sirena al estar metido siempre en el agua, disfrutaba lo que hacía de un modo que si algo pasaba en eso, le afectaba, y era claro notarlo en su expresivo rostro. En mis momentos de acoso lo veía leyendo con sus audífonos puestos y mucha concentración, además de reír sólo con el libro o me deleitaba con su linda cara de sorpresa, cerraba el libro y se tapaba la cara sin poder creer lo que leía, y tampoco sabía cómo podía leer con los audífonos puestos, ¿cómo se concentraba? Así que cuando ese recuerdo me llegó, la pregunta salió de mí sin darme cuenta de lo que hice hasta que respondió.
— En cambio, la música me concentra, me ayuda a ambientar lo que leo en mi mente y me aleja de todos los ruidos estúpidos que la realidad produce y que esos sí que me distraen y no dejan concentrarme.
Me sonroje por haber pensado esa pregunta en voz alta, él al ver que parecía una manzana, me revolvió el cabello tiernamente. Levanté las cejas en sorpresa y fruncí el ceño y él me tapo los ojos con sus manos.
— ¿Qué bicho raro te picó? ¡Quita tus manos de mis ojos ahora!—dije irónica y tratando de ver a través de sus dedos, cosa difícil.
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El chico de los audífonos. [Borrador].
Ficțiune adolescențiNunca se quitó esos malditos audífonos. Ni cuando por primera vez en toda mi vida, me atreví a hablarle, los tenía puesto y me ignoró. Nadie antes lo había hecho. Siendo algo irónico, ÉL es el marginado, y únicamente a MÍ me ignora. Como si...