Capitulo 3: Negación.

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Después del comportamiento tan patán y bipolar de Chad, mi mente expresó: «Eres una idiota al haberte enamorado de ese tipo, mereces algo mejor» y mi corazón sollozó: «Solo quiero dejar de sufrir».

Me encontraba cansada de todo, harta de él, de cómo arruinaba mis noches al no dejarme dormir por solo pasar pensando en él e imaginar momentos perfectos que ni en mis sueños más locos se harían realidad. Pero por más que intentara olvidarlo, no podía, ya que lo recordaba mucho más.

A ese chico que me volvía loca y me provocaba hacer cosas que nunca imaginé capaz de hacer...

Como, por ejemplo, el recuerdo de cuando me correspondió como amigo secreto en San Valentín en séptimo grado, yo le llevé un libro (Ya que a veces en mis momentos de acosarlo visualmente desde lejos, él cargaba con un libro entre sus manos, y confirmé que le gustaba la lectura), para cuando abrió su regalo, sonrió muy feliz, pero no agradeció, ni me dio regalo a mi como debió de ser. La maestra guía solo le regañó, aunque al día siguiente ella me estaba dando un «regalo de repuesto» por el que Chad no llevó, según la maestra ella lo compró, sin embargo... Yo seguí dudando, ya que fue un disco de vinilo de éxitos de los 70's y 80's, algo muy caro y apreciado que todavía llevaba guardado por seis años. En esa época no era consciente de que estaba enamorada de él, pero me agradaba y quería que fuera mi amigo... Lástima que ese deseo nunca se cumplió.

A pesar de tenerlo tan cerca, era tan inalcanzable para mí.

—¿Qué haces? —Unos brazos rodearon mí cintura y los labios de Danny besaron mi mejilla dulcemente, interrumpiendo a mis pensamientos cuando sacaba unos libros en mi casillero. Solo cuando pasaba algo excelente o necesitaba algo, era que se comportaba así de cariñoso conmigo sin necesidad de hacerlo para fingir ante los demás.

—Terminé una desastrosa tutoría y pasé buscando un cuaderno, ¿y tú, por qué tan alegre? —respondí con un tono juguetón.

—¿A caso no puedo abrazar a mi querida novia? —Sonrió pícaramente.

—Ve al grano Danny. —Le dije aburrida. Lo conocía lo suficiente para saber que esa forma de hablar era sinónimo de pedir algo a cambio.

Su expresión de alegre juguetón cambio a decepción y entornó los ojos. —Está bien, te necesito para una cena con mis padres y así me pagarán la multa del auto que tengo pendiente...

Le miré con cara dura al responder con firmeza: —No.

—Preciosa, por favor, te necesito...

Como me hubiera gustado ser necesitada por alguien de una forma diferente a ser utilizada para favores únicamente. Incluso él no me amaba en realidad a como yo quería que lo hiciera.

—Eso es usarme y yo tengo mi dignidad... ¡No soy tu juguete! —Me separé de él y me volteé para verle directo a sus ojos azules.

—No te estoy usando, ¡Por Dios! Solo te pido un maldito favor y tú no puedes hacer eso, mejor olvídalo, gracias. —Me dedicó una mirada de enojo un momento y desapareció caminando a Dios sabe dónde, ya que cerré los ojos por la frustración.

Ese día pensé en que no le daría el gusto de usarme, él era de los muchos que siempre me buscan cuando necesitan algo y para cuando yo los necesitaba a ellos, no estaban para mí. En esta vida hay que saber diferenciar entre los amigos verdaderos y las personas que solo te hablan cuando les convienen o por interés.

Saqué mis libros y cerré mi casillero, sin embargo, cuando quise emprender camino para dirigirme a cualquier lado de descanso al quedar mi hora libre, todos los que estaban a mi alrededor me quedaron viendo con la boca abierta e impactados, otros murmurando entre sí, mientras me veían sin disimular un poco.

El chico de los audífonos. [Borrador].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora