Capítulo 27: Feliz Navidad, mi amor.

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"Yo te recordaba con el alma apretada

de esa tristeza que tú me conoces.

¿Entonces, dónde estabas?

¿Entre qué gentes?

¿Diciendo qué palabras?

¿Por qué se me vendrá todo el amor de golpe cuando me siento triste y te siento lejana? ".

– Estrofas del poema "Hemos perdido aun..." correspondiente al libro "Veinte poemas de amor y una canción desesperada", de Pablo Neruda.

Capítulo 27: Feliz Navidad, chica sandía. 

Maddie.

Yo sé que me extrañaron, o más bien, a mí forma de narrar, yo lo sé.

Aquí vamos.

¿Cómo se siente Maddie?

De lo peor, y a la vez, de lo mejor.

Ya saben, dos sentimientos opuestos, como él y yo.

Él era la calma, y yo la destrucción.

Realmente el sentimiento de culpa me llegó como nunca antes, supongo que por haber provocado que una chica quisiera morirse y sin darme cuenta, o percatarme de su ausencia.

Y que esa chica resultara ser la mejor amiga del chico cual estoy tremendamente enamorada, aun peor, ¿Por eso fue que Chad me odiaba? ¿Qué me ignoraba?

Pero espera, vaquero, él me ignoró desde pequeños, así que solo comprendo porque me ignoró desde noveno grado. Aún tenía miles dudas y cada vez que lo veía crecían el doble.

¿Qué somos? ¿Qué significa que nos estemos besando bajo la luz de la luna en la entrada de su casa del árbol?

Para unos es obvio, para otros, como yo, necesitamos estar cien por ciento seguros de lo que pasa entre el chico de los audífonos y yo.

No puedo suponer que somos novios si no hemos tocado el tema...

Y mucho menos ahora que descubrí ese maldito secreto: Que tuvo una mejor amiga que "supuestamente" murió.

¿Ya se dieron cuenta de lo mala acosadora que soy? ¿Esta es la segunda vez o tercera? Ya ni recuerdo cuantas veces lo demostré.

Vale, si él no me lo proponía, lo haría yo, porque las ansias de algo oficial me estaban matando junto la culpa.

Yo en esos momentos no demostraba importancia a las repercusiones de mis actos, pero al parecer algunas fueron serias y trágicas.

¿Si quiera merecía ser feliz?

Sé que no, pero no podía evitar buscar cómo serlo.

A su lado era feliz, ahí, en esa justa escena que dejé de besarle, me armé de valor y solté parte del todo que sentía por él:

—Creo que ha quedado claro el hecho de que me gustas... En realidad, no me gustas, me encantas, Chad, y... me toca admitir que he estado enamorada de ti desde pequeños, pero lo supe hasta que estuvimos en séptimo, en cosas del amor no se manda, ¿sabes? Lo he intentado, por más que quiera y aun así no logré olvidarte, dejar de quererte, de amarte, a pesar que te conociera poco, o solo lo básico, y con lo poco que fui recolectando estas últimas semanas que nos hicimos amigos, fue como sellar el trato de enamoramiento sin algo a cambio, y no sabes lo mucho que sufrí por tu indiferencia todos estos años, intenté ignóralo, pero no pude, realmente no... Y cuando estaba a punto de resignarme a jamás tener tu amor, sucedió lo de esa bendita obra y tu tan repentino cambió en cómo tratarme, aunque al principio fuiste un idiota, quisiste la tregua de una guerra no declarada u ocasionada conmigo, vislumbré una oportunidad, y mira hasta donde llegamos, aquí, ansiosos por besarnos sabiendo que nunca saciaremos nuestros labios, demostrando lo muy enamorados que resultamos estar el uno de otro, yo... ¿Es demasiado pronto para decir un te amo? Porque en serio, eso siento, y sinceramente, nunca había amado a alguien tanto como te amo a ti, Chad Gedemer, y a ello, que sería la chica más afortunada del planeta tierra y todo el universo si aceptaras...

El chico de los audífonos. [Borrador].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora