Capítulo 5: Habitación.

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Lupe me presento a Delfina, era un encanto, los pocos minutos que tuve con ella antes de irse a ballet fueron solo para explicarme como se jugaba a las barbies.

   Nunca había jugado a las barbies, contaba con hermanos hombres y nunca le habían llamado la atención los juguetes para chicas.

   Nunca había jugado a las barbies, contaba con hermanos hombres y nunca le habían llamado la atención los juguetes para chicas.

   Después de que volviera comenzamos a jugar un buen rato hasta que tuvo que bajar a comer y acostarse.

   ―Lupe ―la llamé, estábamos en la cocina, ella preparaba la comida para el dia siguiente y yo la miraba desde me asiento.

   ―¿Si? ―voltio a mirarme.

   ―¿Podrías acompañarme hasta mi habitación?

   Miró detrás mío.

   ―¡Niño Nathan! ―exclamó, cerre los ojos y me frote la sien―. ¿Podrías acompañar a Natalia a su habitación?

   Escuché sus pasos cada vez más cerca, alguien posó una mano en mi hombro y lo apretó.

   ―Claro ―contestó―. Vamos.

   Apreté la mandíbula y comencé a seguir a Jones. Caminamos por pasillos y subimos escaleras, luego de un rato mis piernas comenzaban a fallarme y temía que en cualquier momento flaquearian y caería estrepitosamente al suelo. Por suerte eso no sucedió porque llegamos un segundo después a mi habitación.

   Nunca había sido buena con los deportes y odiaba caminar.

   Jones abrió la puerta y entró conmigo.

   ―Puedes irte ―avisé, comencé a inspeccionar mi nueva habitación.
 
   Las paredes eran blancas, en el centro de la habitación se encontraba una cama matrimonial con sábanas y almohadas también blancas, a su lado una mesita de luz, en frente se encontraba un televisor colgando, en unas de las paredes había un ropero donde cabrían mis cosas a la perfección, lo que más me sorprendió fue que tenía un balcón, era una empleada, no un huésped, pero no iba a quejarme y por último había una puerta abierta donde se encontraba el baño. La habitación no parecia para empleados.

   Nathan se tiró sobre la cama y uso sus brazos como almohada.

   ―¿Qué haces? ―pregunté.

   ―Me recuesto ―contestó, cerrando los ojos―. Estoy cansado.

   ―Recuestate en tu habitación.

   ―Mi habitación está lejos de esta.

   ―Me importa muy poco si tu habitación está lejos o a una milla de acá. Vete o te sacaré a patadas.

   ―Tocame un cabello y te arrepentirás, Stone.

   ―Sabes que no me dan miedo tus amenazas.

   Sonrió, sin abrir los ojos.

   ―No has cambiado para nada ―comentó.

   Dispuesta a terminar con la conversación saque mi pijama del bolso.

   ―Si te encuentro acá cuando vuelva te sacaré a patadas ―amenace―. Y sabes que lo haré.

   Después de eso entre al baño, cuando salí Nathan ya no se encontraba más en mi cama, me acosté en ella y a los pocos segundos me quedé dormida.

                                       • • •

En estos momentos me encuentro recorriendo la casa ―más mansión que casa―, con el fin de encontrar un lugar para mi sola en mis ratos libres.

Enemigo a la vista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora