Capítulo 4: Regalo.

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Me preparaba psicológicamente para volver a ver a Jones.

   Después de irme a vivir a España por los trabajos de mis padres pensé que nunca volvería a Buenos Aires, pero como ven, volví hace un mes y ya tengo que ver al idiota de Jones.

   Linda vida la mía.

   El último día que vi a Jones me regaló la mitad de un collar, claro que como orgulloso o cobarde que es lo dejó en el suelo en cambio de darmelo cara a cara. Era el símbolo del taijuti, me había dejado el yin y él seguramente se había guardado el yang, detrás de mi mitad esta inscrito «The war continues» que en español significaba «La guerra continúa», pero la frase continuaba y nunca supe lo que continuaba.

   Lo llevo en el cuello desde que me lo puse por primera vez, nunca supe la razón, solo que me sentía mejor si lo llevaba, este o no ocultó. Nadie más sabe quien me lo obsequió, ni tengo planeado contarlo.

   Hoy empiezo mi trabajo como niñera, tengo el mismo entusiasmo que un anciano tiene por empezar a usar las nuevas tecnologías, desde que me enteré para quien lo haría.

   Me levanté y me vestí con suma pereza, elegí un mono color negro y me coloque mis vans color negras.

   Mi ropero sólo contiene cuatro colores: negro, gris, azul y marrón.

   Nunca me gustaron los colores calidos entonces nunca los usé, básicamente, solo uso negro y muy pocos de los otros.

   Dando las once y cuarenta de la mañana, decidi que era hora para bajar a comer, aunque no quiero empezar a trabajar, tampoco me apetece llegar tarde mi primer día.

   Cuando bajo solamente encuentre a mi madre cocinando, el olor a pan y salsa impregna mis fosas nasales.

   ―Buenos días, hija ―me saludó, sonrei sentandome en la isla.

   Mi madre es demasiado cariñosa y amable, con quien sea, pero también puede ser la peor si algo puede llegar a dañar sobre todo a esta familia.

   ―Buenos días ―respondí―. ¿Mis hermanos?

   ―Con tu padre, hoy es lunes, día de cancha ―contestó.

   La cocina quedó en silencio por un momento.

   ―¿Por que no me dijiste que trabajaría en la casa de los Jones? ―pregunté, para mi era como una duda existencial.

   Mi madre está al tanto de mi mala relación con Nathan, no entendía porque había decidido que trabaje para su familia.

   ―Nadia y Christopher buscaban a una niñera de confianza en muy poco tiempo. Como Nadia buscaba a una empleada y tu buscabas trabajo se lo comenté y aceptó.

   ―Sabes que nunca me he llevado bien con Nathan. ¿Cómo voy a hacer para verlo todos los días ocho horas? ―pregunté.
  
   Me estaba empezando a doler la cabeza.

   ―En realidad iras a vivir con él por tres meses ―mis ojos se abrieron.

   Mi madre puso cara compradora. Negué con la cabeza.

   ―No.

   ―Lo vas a tener que hacer, ya aceptaste el trabajo y no puedes echarte a atrás. Ellos cuentan con que cuidaras a su hija, y si tengo que llevarte a rastras hasta la puerta lo haré, no lo dudes.

   ―Esta bien, pero si Nathan me toca un cabello yo le arrancare cien ―le advertí.

   ―Estoy muy orgullosa de ti hija.

Enemigo a la vista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora