Capítulo 9: Demasiado sueño.

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Busqué el interruptor tanteando con mis manos en la pared, cuando por fin lo encuentro enciendo la luz.

   Seguro alguien podría vivir cómodamente acá. Era bastante grande y había todo tipos de cosas, mesas, sillas, camas, pinturas, escaleras.
 
   Con la mirada repase todo el lugar en busca de latas de pintura y pinceles, se encontraban en el fondo en una de las repisas más altas.

   Caminé hasta allí, estaba demaciado alto. Intenté agarrar las cosas saltando pero mis manos no llegaban ni al estante de abajo.

   Detrás mío escuché una risa, me paralice por un momento pensando en un fantasma, pero los fantasmas no reían o eso es lo que pienso acerca de ellos, voltie un tanto despacio.

   Y no era ni más ni menos que un fantasma.

   Nah, mentira, era Nathan a pie de las escaleras.

   ―¿Qué te causa, tarado? ―pregunté de mala gana.

   ―Lindo humor ―comentó.

   Caminó hasta donde me encontraba, quedó a un paso de distancia.

   ―Muerete.

   ―¿Qué haces acá? ―preguntó curioso.

   ―No te incumbe.

   ―Es mi casa, si comienzas un incendio tengo que saberlo.

   Si comenzara un incendio sería en tu cuarto, cuestión de que no puedas sobrevivir, pensé.

   ―Buscaba pintura para decorar mi habitación, no puedo seguir viendo las paredes blancas ―contesté.

   ―Por lo que veo no llegas a agarrarlas ―dijo y empezó a reír.

   Como deseaba que fuera más bajo que yo.

   ―Deja de reírte, idiota.

   ―Muy bien, minions, calmate ―volvió a empezar a reír.

   Comenzaba a pensar en desmayarlo aquí mismo.

   ―¿Te las alcanzo? ―preguntó calmandose un poco.

   ¿Ahora se volvió generoso?, pensé.

   Asenti con la cabeza. No había otra forma de alcanzar la estúpida pintura.

   ―¿Qué ganó a cambio? ―preguntó con una sonrisa traviesa.

   ―¿Qué quieres? ―rodé los ojos.

   ―No lo sé ―se colocó dos dedos en el mentón como si pensará y empezó a dar vueltas alrededor mío, examinandome.

   Después de dos giros se puso en frente mío y habló: ―No le jugaras ninguna broma a Alex.

   Asique el estúpido se llama Alex.

   ―Pensé que seria algo para vos pero es tu decisión ―comenté, levanté mis hombros y los bajé.

   ―Eso no es todo ―contestó.

   Creo que ya me la venía venir. Ese chico si que se aprovecha de mi estatura.

   ―Te ayudaré a pintar.

   Me tocó reír a mí, después de unos segundos no podía respirar, me tranquilice unos minutos después.

   ―¿Era en serio?

   ―¿Te parece que bromeó? ―preguntó molesto.

   Lo miré unos segundos.

Enemigo a la vista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora