Capítulo 12: Mala suerte.

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Las palabras de Natalia seguian resonando en mi mente, una y otra vez. Como si siempre escuchara la misma canción o el CD estuviera rayado.

Lo que decía en parte era cierto. Y eso me hacía pensar que era un cobarde.

¿Por qué? Fácil, para mi Natalia era mi amor imposible. No es que sintiera que la amara en realidad, pero me gustaba y eso ya me hacía sentir un mísero cobarde.

Pero no podía hacer nada, sabía que Natalia nunca saldría conmigo. Quizás necesitaba bajar tanto negatismo...

Negué con la cabeza.

Ni mi negatismo ni nada podría darme una oportunidad con ella.

Seguía en la terraza, no me había movido de ahí y solo miraba la mansión desde arriba. Aunque en todos los lugares de la casa eran prácticamente silenciosos, este era mi preferido. Supongo que por la vista.

Deseaba profundamente que viniera y me besara otra vez.

Nat's P.O.V.

Pasaron las semanas rápidamente y nada había cambiado. Delfina había regresado el lunes tal y como lo había dicho Lupe, las cosas con Nathan seguían iguales y lo deje de ver cada vez menos cuando terminamos de pintar mi habitación ―que por cierto quedó muy linda― ya se terminaba el mes y eso me indicaba que las clases se aproximaban, le he pedido permiso a la señora Jones para a comprar las cosas por el colegio y ella ha aceptado, asique en cuanto me levanté de mi cama, me cambiaré, saldré a comprar todo lo que necesito.

Suspire, en mi cama estaba tan cómoda que mis ganas de levantarme de ella eran nulas. Juntando fuerzas salí de encima de todas las sábanas y me levanté. Pasé las manos por mi cabello y me lo acomode, decidí dejarlo suelto y caminé los pocos pasos que tenía que dar para llegar al armario.

Lo abrí, y sin pensar mucho saqué de adentro un conjunto negro de encaje, mi jeans negro roto y una camiseta gris donde en el medio exclamaba «FUCK YOU!», que por cierto era mi favorita.

Cuando termine agarré el celular y las llaves de mi auto de adentro de la mesita de luz y salí.

Conduje hasta una librería donde sabía que iba a conseguir todo lo que necesitaba.

Baje del auto y caminé hacia la puerta del local, cuando mi mano toda a él picaporte de la puerta me giré al notar que alguien había gritado mi apellido. Me di vuelta y pude ver a Nathan y el estúpido caminando en mi dirección. Los dos caminaban derechos y con pasos seguros, ambos tenían una sonrisa y de vez en cuando habrían la boca para contestarse pero no llegaba a escuchar lo que hablaban.

Maldita mala suerte. Maldita coincidencia.

Lo que menos quería era cruzarme con Nathan después del beso, lo había estado ignorando olímpicamente hasta ahora y lo quería seguir haciendo.

Me entraron ganas de darme la cabeza contra la puerta de vidrio.

Esperé a que llegarán, total no habría caso, tarde o temprano los vería.

―¿Qué haces por aquí? ―preguntó Nathan al llegar.

Se acercó y me dio un beso en la mejilla, el idiota hizo lo mismo.

Estaba confundida pero me recuperé rápidamente, a veces me olvidaba que para los argentinos los besos en la mejilla eran tan comunes como prender y apagar una luz.

Lo mire con cara de «¿Me preguntas qué hago acá, en serio?», pareció no captar el mensaje porqué siguió esperando a que contestará.

―¿Acaso no es obvio? ―pregunté.

Se encogió de hombros y suspire.

Entramos al local y agarré un carrito.

―¿Ya tenes el uniforme? ―preguntó Nathan.

Yo tomaba la delantera y Nathan y él estúpido iban un paso atrás.

―Sí ―contestó su amigo.

―Me lo enviarán esta tarde ―contesté.

El colegio era privado, lo que hacia que el uniforme de las mujeres consista en una falda azul oscura de tablas, una camisa blanca con botones, una corbata del mismo color que la falda, arriba de la misma camisa un pequeño suéter color negro con dos rayas en los bordes y un saco del mismo color que la falda y la corbata ―azul oscuro― con dos botones y el logo del colegio en lugar del corazón. Y el de los hombres era lo mismo sacando la falda y poniendo un pantalón color gris.

―¿Irás a nuestro colegio? ―preguntó el estúpido.

―De niña siempre fui a ese colegio asique la pregunta es un poco tonta y además, no es tuyo, lo cual significa que no puedes decir «nuestro» ―miré hacia atras y le sonreí falsamente.

Después de eso no volví a hablar, Nathan y su amigo cada tanto comentaban algo pero yo era oídos sordos. Cuando pague, salí de la tienda y sin esperar a ninguno me dirigí a mi auto.

Cuando subía Nathan volvió a gritarme.

―¿Qué? ―pregunté, cerrando un poco la puerta del auto.

―¿Nos llevas? ―preguntó.

Los miré un momento.

Les hice una seña con la cabeza para que suban.

―¿Dónde vive tu amigo? ―pregunté cuando los tres estábamos arriba, Nathan iba en el asiento del copiloto y su amigo atrás.

―En la misma cuadra dos casas antes ―contestó él.

No contesté y conduci en completo silencio por unos minutos.

―¿Puedo poner música? ―preguntó Nathan.

―Mientras no rompas nada ―contesté sin sacar la vista de la calle.

Todo iba bien hasta que escuché que pasaban No me olvides de La Beriso.

〰◼〰

¿Acaso quien no ha ignorado las cosas que ha echo anteriormente?

Las cosas no serán de color de rosa en el siguiente capítulo.

¿Qué creen que pasará?

[EDITADO]

Miss.Muaz.

Enemigo a la vista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora