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De chiquita siempre pensé que mi vida sería como un cuento de hadas, con un castillo hermoso, vestidos de muchos colores y sobre todo, el príncipe azul que yo siempre amaría.

Pero cuando empecé a crecer, mis padres me exigían mucho. Mi madre sobre todo. Ella quería que fuera la chica perfecta. Me llevaba a peluquerías todos los fines de semana e íbamos a comprar ropa nueva todos los días. Primero me llenaba de lujos y después venia la siguiente fase, la alimentación. No me dejaba comer mucho, solo 3 comidas al día y solo era ensalada.  También no me dejaba jugar con chicos de la calle, solo tenía permitido estar con los que no son inferiores a mí; pero luego me fui acostumbrando a mi vida y me empezó a gustar. Supe que yo sería esa chica con una vida perfecta, pero al parecer me la hacen muy difícil.

-¡Abre, Caro!- me ordenó mi mamá.

¿No se dan cuenta que no quiero ver a nadie?

Solo quería llorar. ¿Casarme con Joaquín? Ni muerta. No sé cómo se haya tomado esto él, ni me importa. Si mis padres creen que me casaré ahora, están muy equivocados.

Ya después de una hora tocaron otra vez la puerta, pero no era mi madre.

-¿Caro puedo pasar?

Era la empleada.

No sé por qué lo hice, pero abrí. Preferí hablarle a la empleada de cuarta a hablar con mi mamá. Qué raro.

Terra, la empleada, entró a mi habitación con un monto de ropa. Entró al cuarto y empezó a ponerla.

-¿Algo que quieras compartir conmigo?

-No- le respondí.

-Antes me contabas todo, Caro.

-Antes, pasado.

No quería hablarle. Tenía un dolor de cabeza horrible y lo único que quería era dormir.

Me acosté en mi cama e intenté dormir.

No veía nada, todo estaba oscuro como la noche. No tenía frio, pero tampoco tenía calor. No sentía nada, solo escuchaba. Voces. Pequeñas voces pasaban por todas partes. "Mamá" decían. ¿Esa era mi voz?

Desperté sobresaltada. Aquel sueño inundaba mi mente. ¿De quién era esa voz?

Interrumpieron mis pensamientos cuando sonó la puerta de mi cuarto. Quien quiera que sea, sabía que no le iba a abrir. Creo que fue más inteligente, ya que abrió la puerta con la llave. Era mi mamá.

-Vete-le dije.

Me miraba con pena.

-Caro, tenemos que charlar.

-¡Como me puedes hacer esto! ¿Casarme con el quien más odio?

-Mira cariño, - se sentó a mi costado- te vas a casar con él sí o sí.

-No mamá, prefiero irme de la casa si es así.

-Caro entiéndeme, para poder hacer que esta sea una empresa familiar, se tienen que casar, eso dijo el juzgado.

-¿Sabes qué piensa Joaquín de esto?

-Su madre me dijo que no lo ha visto en todo el día.

Reflexioné. Si tenía que casarme a la fuerza, tengo que recibir algo.

-Me casaré – finalicé.

Me miró sorprendida.

-¿En serio?

-Solo si me das algo a cambio.

-¿Dinero?

-No, aun lo sé. Pero algo me va a llamar la atención y me lo vas a tener que conseguir.

NOT EASYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora