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Especial Joaquín.

He perdido la cabeza.

Acabo de besar a Carolina Domenech. Ella estaba tan cerca, con sus lindos ojos que me miraban directamente a mí, que no lo pude evitar. Nunca me he llevado bien con ella, y pensé que no iba a sentir nada cuando la besara, pero pasó todo al revés, nunca me había sentido tan bien.

-Creo que esto responde a nuestras preguntas-le dije, estando aún cerca de ella.

-¿Por qué siento esto?-me preguntó asustada- ¿Por qué sentí cosquillas con el beso? ¿Por qué estoy tan nerviosa?

Yo ya tenía la respuesta.

-Porque te estás enamorando me mí-le respondí sin ningún arrepentimiento.

Ella se quedó callada.

-Estás hablando tonterías, Joaquín-dijo después de un silencio, alejándose- No nos podemos gustar en un día para el otro.

No sé por qué no le creo. Yo sé que siente algo, y si quiere ser otra persona, tiene que saber que yo también estoy decidido a cambiar.

Se escucharon ruidos de afuera, eran los niños.

-Después hablaremos-dije levantándome- Voy por el regalo de Rocío.

-¿Ahora se puede saber cuál es ese famoso regalo?-preguntó.

-Quiero que sepa quién es su mamá biológica.

***

Arranqué el auto.

Tenía esperanzas de descubrir quién es la madre. Rocío se pondrá contenta con saber, aunque sea, el nombre. Todas las noches, voy al cuarto de Rocío con la finalidad de conseguir más conexión a internet, hasta que una noche la vi rezando. Le estaba rezando a su madre. Yo me había quedado perplejo, me dio muchísima pena que llegue al punto en que su madre podría estar muerta. Esa niña me hace reír todos los días, me recordaba mucho a mi hermana cuando era pequeña, quitándole la obediencia, eran muy parecidas, y ahora quiero devolverle el favor a Rocío.

Manejé directo hacia el Orfanato de Los Campos, el antigua hogar de Rocío; estacioné mi auto, y toqué el timbre.

Recordé la cara de Carolina cuando le dije esto. Al principio dudaba, bueno, era obvio que tenía miedo de perder a la nena, pero al final aceptó. Le juré que no se iba a arrepentir de esto.

Me abrió la madre Teresita.

-Buenas tardes, señor Ochoa-me saludó sorpresiva de verme-¿En qué le puedo ayudar?

-Quiero saber quién es la madre de Rocío-se lo dije directo, sin pensarlo.

La madre Teresita abrió los ojos y dijo:

-Pase, creo que es hora que Rocío sepa la verdad.

***

Ya eran las 5 de la tarde.

No se escuchaba ningún ruido en la oficina donde me encontraba. Todo el orfanato está repleto de ruidos de niños jugando, pero esta sala está completamente silenciosa.

-¿Qué quiere saber exactamente?-me preguntó la madre Teresita sentándose delante de mí.

-Últimamente Rocío piensa que su madre está muerta-le respondí preocupado.

-Tiene sus razones-dijo apenada- Nunca le dijimos algo sobre su verdadera madre, tiene razones para pensar eso.

-He escuchado que la madre dio a luz aquí.

-Sí-afirmó- Yo conocí a su madre. Ella era tan joven...

-¿Me podría decir el nombre, por favor?

Soltó un gran suspiro. Esto se había vuelto tenso.

-Su nombre es Martina Idiarte.

¡Qué! No, no, no, no. Esto no puede ser verdad. Mi cara de seguro parece de alguien después de haber visto un fantasma. Yo conozco a esa chica. ¡Cómo no me di cuenta! Rocío es idéntica a ella.

-Me tengo que ir-dije aun en estado de trance.

-¿Se encuentra bien? Está pálido.

-Estoy bien-mentí.

Me despedí lo más rápido que pude y corrí hacia mi auto.

Empecé a conducir.

Creo que me iré de viaje a visitar a una vieja amiga.

***

-¿Cómo qué te irás?-preguntó Caro mirándome molesta mientras que yo arreglaba mi mochila.

-Solo serán por dos días-intenté tranquilizarla- Quiero que Rocío conozca a su madre.

-Está bien-dijo en voz baja, estaba triste.

Me acerqué a ella y le agarré las manos.

Ya no lo podía esconder más. Me gustaba Carolina Domenech.

Ella se tensó cuando la toqué.

-Yo sé que estás enamorada de mí-dije sonriente.

Caro rodó los ojos.

-Por lo menos te gusto, ¿no?

-¿Yo te gusto?

-Tal vez. ¿Y tú?

-Tal vez.

-Nos vemos, Joaquín- abrió la puerta de la entrada de la casa.

-¡Papá!-gritó Rocío bajando las escaleras y cuando llegó hasta mí, me entregó un dibujo de un corazón-Que te vaya bien en el viaje.

-Me encanta, gracias.

Ya después de un gran abrazo con ella, me fui.

Tenía toda la información para encontrar a Martina.

***

Caminé por la ciudad de Concord en New Hampshire, Estados Unidos, hasta llegar a un pequeño departamento de tres pisos. Miré la dirección que tenía apuntada en un papel. Ya había llegado.

Entré y subí por el ascensor; ella vivía en el tercer piso. Finalmente, cuando llegué y me paré junto a la puerta, toqué el timbre.

La puerta se abrió, mostrando a una chica pelirroja de 19.

-Joaquín- parecía que me estaba esperando, no mostró sorpresa al verme- Entra.

Lentamente, entré sin decir nada. Se escuchó la puerta cerrarse. Volteé mi cuerpo en dirección a ella, respiré profundo y cuando ya estuve listo, le pregunté:

-¿Por qué no me dijiste que teníamos una hija?


FINAL DE LA PRIMERA PARTE DE NOT EASY.

NOT EASYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora