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Ya empezamos un nuevo año, un nuevo comienzo, un maldito comienzo con Joaquín Ochoa.

Hace unos días regresamos de nuestro viaje. Tuve unos días libres para hacer lo que quiera, y fueron los mejores de toda mi vida.

Hoy fui al centro comercial, pero esta vez, sola. No sé dónde está el paradero de Ximena y Emilia, desde la graduación que no nos vemos. Pero no importa, no voy andar lloriqueando por unas tontas.

Cuando regresé a mi casa, no había nadie en casa, ni la empleada. Qué raro. Los llamé pero no había señal de ellos, a pesar de eso, lo que encontré fue una nota.

Hija:

Encuéntrate con Joaquín es su casa, con él recibirás tu sorpresa. Bueno, en realidad es de los dos, solo ve a su casa, él tiene la dirección.

Tu madre


Genial, tendré que ver al odioso de Joaquín otra vez. Y yo ya pensaba que este iba ser un buen día.

Subí las escaleras hacia mi cuarto para cambiarme. Como justo había comprado ropa hace un rato, decidí ponerla. Me encantaba el conjunto que me compré: un jean azul, un polo rojo delgado y mis hermosas botas marrones. No llevé una casaca porque 1) estamos en verano ¿quién chucha usa casaca en esos días y 2) Joaquín, por venganza del bigote, lanzó toda mi ropa al mar y con ellas mis preciadas casacas.

Para no sacar mi ira otra vez, salí de mi casa para ir a la de Joaquín. Cuando llegué, él ya estaba entrando a su auto. Entonces, rápidamente me dirigí al auto y entré.

-Llegas tarde-me dijo.

-Solo cállate y maneja- intenté ignorarlo.

-Como diga, amada mía.


En todo el trayecto Joaquín y yo nos quedamos callados. El viaje era largo, estuvimos en el auto casi una hora.

De repente, Joaquín frenó.

-¿Qué pasa ahora?- pregunté molesta- ¿Quieres ir al baño?

-No, ya llegamos.

No podía ser, estábamos en media de la nada. Solo era un campo verde sin nada, estaba vacío.

-Dice que tenemos que caminar un poco- leyó su papelito.

-¡Qué! No, ni loca.

-Dale, Carolina-salió del auto- No seas aguafiestas.

Este chico ya me está empezando a cansar.

-No soy aguafiestas-me quejé saliendo también- Solo no me gustaría ensuciar mis botas recién compradas. ¿Qué tal si me cargas?

-Ni muerto-empezó a caminar- Camina, que no quiero quedarme hasta que anochezca.

-¡Joaquín!-grité- ¡Espera!

Y no tuve más opción que caminar.


Creo que fui mi error al pensar que no había nada acá, en vez de eso, Joaquín y yo estábamos en frente de una casa inmensa. ¿Acaso nuestros padres nos han comprado una casa? Bueno, mejor dicho, me han comprado una casa, ni muerta voy a compartirla con Joaquín.

-¡Me compraron una casa!-exclamé emocionada.

-No lo creo...-dijo Joaquín y señaló un letrero- Es un orfanato.

ORFANATO DE LOS CAMPOS

Un hogar para todos

-A lo mejor, ya no tenían dinero y la vendieron-dije- Mi papi seguro me la a comprado.

Pero al parecer, Joaquín no pareció convencido.

-Carolina, ¿tu madre te hiso firmar unos papeles?

-Sí, ¿por qué preguntas?

-Oh no.

-¿Oh no qué?-pregunté ya cansada- ¿Sabes qué? Yo me voy, voy a ir a recibir mi nueva casa.

-¡No entres!

Pero ya era demasiado tarde, ya había tocado el timbre. No era sorpresa que haya abierto una monjita, era un orfanato.

-Soy Carolina Do...Ochoa y vengo por...

-¡Ah sí! Los señores Ochoa-dijo alegremente- Pasen, siéntase como en su casa.

Que buena forma de empezar. Esta ya iba a ser mi casa. Me gustaba mucho su interior, pero si tal vez ponemos cosas menos antiguas, se vería mejor.

La monjita apareció de nuevo con unas tazas de café para nosotros.

-No puedo creerlo-parecía sorprendida- Tan jóvenes y a punto de dar un gran paso.

-Señora, esto es una equivocación...-intentó decir Joaquín.

-¡Nada que ver!-lo interrumpí- Esta casa es bonita y grande, es perfecta.

-Gracias, querida-agradeció- Mejor va a ser cuando la conozcas, es la ternura en sí. Esperen aquí, la voy a traer.

-¿Dale?

Cuando la monjita se fue, le pregunté a Joaquín:

-¿Crees que tengan un gatito?¡Qué bien!

Él solo se golpeó la frente con su mano. Tonto.

Después de unos minutos, se escucharon ruidos de las escaleras y la monjita estaba bajando con algo, o mejor dicho, con alguien agarrada de la mano.

-Rocío, te presento a tus nuevos papi y mami-nos señaló a Joaquín y a mí.

Eso de ahí no era un gato.


NOT EASYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora