Capítulo 5. Ojos así

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CAPÍTULO CINCO.

Ojos así.

Había maldad en él.

 

Desapareció por el pasillo sin mirar atrás, dejándome atrás.

Tenía ganas de llorar, el miedo me llenaba y el chico seguía sujetando mi brazo con fuerza, evitaba mirarlo, pues él me asesinaba con la mirada.

-Bien, vamos a divertirnos –dijo uno de los chicos, el que me había dado más miedo. Se acercó a mí y puso su mano en mi cintura.

Lágrimas empezaban a asomarse por mis ojos.

-Kevi, largo de aquí. –ordenó Justin sin dejar de mirarme.

-¿Qué? Pero…

Justin sólo lo miró y el tipo se calló en seguida.

-Bien, Cobra, relájate. –y con eso, se fue.

Pero seguían quedando cuatro más.

Mi miedo no había disminuido ni un poco.

Justin regresó su mirada a mí.

-Ustedes también, váyanse. –ordenó tomando mi brazo para que el otro chico pudiera soltarme e irse.

El chico con rasgos latinos también se fue en seguida, pero uno, el chico tierno se quedó.

-Justin, ¿qué mierda haces? Es una chica, hermano.

-Chris, no lo repetiré, largo.

¡No te vayas! ¡No me dejes sola con él!

Se lo rogué con la mirada, pero tal vez no logró verlo por las lágrimas que llenaban mis ojos.

El chico me miró un momento con tristeza.

-Pero Justin, se ve de buena familia, puedo apostar que si le haces algo sus padres te buscarán hasta el fin del mundo y te…

-¡Largo! –gritó Justin, asustándome más, las lágrimas que tanto contenía corrieron sin cesar por mis mejillas.

El chico se sobresaltó y bajo la mirada, claramente asustado.

-Sólo no seas muy duro con ella, es sólo una niña –susurró y se fue por el mismo camino que los demás.

Dejándome sola con el monstruo.

Tenía más miedo estando sola con él, que con todos sus demás amigos.

¿Por qué nadie salía?

Justin había gritado demasiado fuerte, lo suficiente para que en los salones lo escucharan, ¿a nadie le importaba?

¿O era que todos lo habían escuchado, pero nadie salía pues le temían?

-Aún no te he pegado, ¿por qué coño lloras? –preguntó molesto.

No contesté, no podía dejar de llorar, él iba a matarme, lo sabía.

-¡Responde! –gritó de nuevo lo suficientemente alto para que todos lo escucharan.

Nadie salió.

-Tengo… miedo… -respondí a duras penas, no podía hablar, sólo llorar.

Él me miró unos segundos, pero no con compasión, con curiosidad. Como intentando analizarme. Como si fuera un extraño animalito en peligro de extinción.

-Así arreglas todo, ¿no? –preguntó de repente, con voz más calmada.

-No… sé… a qué… te refieres –alcancé a decir entrecortadamente.

-A tus estúpidas lágrimas. A que seguro cuando quieres algo, lo único que tienes que hacer para conseguirlo es llorar. Quieres que te deje ir, así que lloras, seguro así funcionan las cosas en el jodido lugar de riquillos de donde vienes, pero te tengo malas noticias, princesa; aquí, no te van a servir para una mierda. Aquí tienes que luchar por lo que quieres, bueno o malo; tienes que pelear con todo por defender tu integridad y tu dignidad, tu seguridad. Nadie va a pelear tus batallas, princesita. Así que límpiate esas idiotas lágrimas y resuelve tus jodidos problemas.

-Pero… yo no he… hecho nada… malo.., no tengo problemas –dije sin parar de llorar.

Él se rio sin humor.

Puso sus manos en mis mejillas y se acercó a mí, nuestros labios rozaban, lloré más.

-Princesa, ¿no te has dado cuenta? Bradford es un infierno, mi infierno, yo soy Lucifer.

Nuestras miradas estaban fijamente conectadas.

Al principio pensé que Justin Bieber sólo era un chico con problemas familiares que buscaba peleas para llamar la atención de sus padres, o algo así.

Pero con su mirada fijamente en la mía, pude verlo.

Jamás había visto ojos así, pude ver la maldad en ellos, el odio, la furia, el rencor.

Había maldad en él.

Maldad verdadera, casi tangible, pude sentirla.

Me horroricé.

Él debió haberlo notado, debió haber notado que yo me había dado cuenta de que en verdad era cruel e inhumano. Eso sólo lo enojó más.

-Harry acaba de pasarte su deuda, ahora eres mi nuevo juguete, y yo soy tu nueva pesadilla. –dijo con voz apagada, contenida. Ronca.

Me tomó más fuerte de las mejillas y estrelló su cruel boca en la mía.

Intenté zafarme, cuando intenté gritar él aprovecho para meter su brusca lengua en mi boca.

Yo no podía dejar de llorar.

Él tomó entre sus dientes un pedazo de mi labio inferior y mordió con fuerza, haciéndome sangrar.

Grité como si la vida se me fuera en ello y él por fin se separó, con mi sangre manchando sus labios y parte de su barbilla.

Cuando me vi, liberada corrí, corrí como nunca y él no me siguió, se quedó parado, viéndome huir de él.

Y aunque no me persiguió, yo sabía que esto, sólo había empezado.

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