Capítulo 40. La lección más importante.

68.3K 3.8K 1K
                                    

Capítulo 40.

La lección más importante.

Ella y su inocencia se fueron, dejándome solo con mis pecados.

Justin PDV

Tenía que ser una puta perra broma. Apreté con fuerza la mano de Marissa, con mucha fuerza, demasiada, pero no lo noté hasta que escuché su quejido en voz baja. La solté lentamente, muy lentamente.

-¿Qué haces aquí? -pregunté.

-Ésta es mi casa. -respondió sin mirarme, mirando a Marissa con el ceño fruncido.

En cualquier otra ocasión, frente a cualquier otra persona yo me hubiera puesto adelante de Marissa, para cubrirla. Pero ahora mismo, frente a ella, no podía moverme.

-Niña, es claro que tienes clase, deberías dejar de juntarte con ratas. -murmuró riendo mientras me señalaba con un gesto de cabeza.

Apenas alcancé a escuchar el jadeo de Marissa.

-Para. -le advertí.

Ella me ignoró, algo que nunca le había costado trabajo.

-Si alguien sabe la clase de mierda que es Justin, soy yo, su madre.

-Para. -repetí.

-Él roba, engaña y rompe todo lo que toca.

-Para. Ya.

-Mi pobre criatura, nunca será más de lo que es ahora. Un pequeño pedazo de mierda.

-Detente. -le advertí cerrando los ojos con fuerza, no debía perder el control.

-En cambio, tú tienes futuro, niña,  estoy segura. Deberías dejarlo ahora que puedes, o después ya no podrás sacartelo de encima, Dios sabe que he intentado deshacerme de él desde que estaba en mi vientre. Pero es como la mala hierba, nada lo mata.

-¡Cállate ya! ¡Cierra la boca! -grité apretando con fuerza la mano de Marissa, incluso con más fuerza que antes. Sentí como sus uñas se enterraban en mi mano para que la soltara.

-¡No vuelvas a gritarme, engendro! -gritó perdiendo la postura de señora que siempre fingía.

Ella siempre fingía ser lo que no era.

Yo guardé silencio y esperé a que tomara sus cosas y se largara, como siempre hacía.

Rosemary se enderezó en seguida y acomodó el cabello que se había zafado de su perfecto peinado.

Miró a Marissa de nuevo y sonrió amablemente, seguro había notado la ropa y los zapatos caros de Marissa y la consideraba digna de su falsa imagen de señora de sociedad.

-¿Cuál es tu nombre, corazón? -le preguntó acariciando su mejilla, con ternura, como si ya lo hubiera hecho antes, conmigo jamás lo hizo así que no entendía de dónde salía la práctica.

Sentí asco de mí por ser tan débil, a cualquier otra persona le hubiera arrancado la mano, pero a ella sólo la observaba tocar a mi Marissa. Esa era una de las mayores razones por las que odiaba tanto a Rosemary, me sentía débil cuando ella estaba cerca. Y los débiles no sirven para nada. Los débiles no sobreviven.

Ahora mismo tenía ganas de romperle el cuello con mis propias manos, pero algo me detenía, siempre había algo que me detenía cuando se trataba de ella.

-Marissa. -respondió  y ahora ella era la que apretaba mi mano.

Mi madre se acercó más a ella y yo no hice nada por detenerla. Acarició su cabello y quize vomitar. Acercó su boca a la oreja de Marissa y murmuró algo que yo no alcancé a escuchar.

BADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora