CAPÍTULO 21. La Calle.

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CAPÍTULO VEINTIUNO.

La Calle.

O te mataba, o te hacía letal.



JUSTIN'S POV

-No, Justin, espera... -murmuró nerviosa.

La ignore y seguí besando su ridículamente suave cuello ¿era normal que la piel de alguien fuera tan dulce, o Marissa era una especie de dulce enorme?, comencé  a levantar su blusa pero volvió a tensarse.

-Justin... espera por favor. -insistió empujandome levemente.

-¡Ah! ¿Por qué?- pregunté desesperado.

Ella vaciló un momento, nerviosa por mi pregunta tan brusca.

Intenté calmarme o arruinaría todo.

-¿Qué pasa, princesa? -pregunté en voz baja, acariciando su mejilla suavemente, deseando poder darle un puñetazo.

-Ro... Rosario... puede escucharnos, nos verá y me meteré en problemas.

-Es tu culpa, ¿por qué coño tienes niñera? Ya tienes 16 años, Marissa.

-Explicaselo a mi papá.

Sí, como si yo fuera a hablarle a aquel viejo malhumorado, o como si él fuera a escucharme.

Suspiré molesto, en realidad no me molestaba que tuviera niñera, me daba igual, incluso me daba un poco de risa, lo que en verdad me molestaba era que sabía bien que aquella no era la verdadera razón de Marissa, la verdad era que no quería estar conmigo, al menos de esa manera.

¿Qué? ¿Acaso no era lo suficientemente bueno para estar en su cama?

Al ver que no respondía nada, añadió:

-Además, Justin, es muy pronto.

¿Pronto? ¿Pronto para qué? ¡¿Para qué?!

Supongo que mi ceño fruncido le dio a entender que no tenía ni puta idea de lo que hablaba, así que me explicó:

-Justin... No quiero acostarme contigo. -dijo sin más la muy perra.

Me quité de encima de ella y me levanté de su estúpida cama, tomé mi chaqueta y ella gritó:

-¡Me refiero a ahora! -se tapó los labios con las manos inmediatamente y espero un momento para escuchar algún movimiento en el piso de abajo.

Nadie vendría, no conocía a Rosario pero por todo lo que había pasado en su presencia podría jurar que estaba a un paso de quedarse sorda.

-Justin, aún no. Te dije que no podíamos ir tan rápido, debemos conocernos. -dijo con un tono de voz más modulado.

¡Ah, entonces se refería a lo que dijo en el claro! ¡Pero si ese día nos conocimos bien! ¿Qué más quiere saber? Además ya había pasado tiempo de eso, ¡fue hace como tres días! ¿Cuánto más quería?

-¿Cuánto tiempo? -pregunté sin poder creer que estaba preguntando aquello.

Ella soltó una risita nerviosa.

¡¿Qué coño era tan divertido?!

-No sé, Justin. Hasta que nos sintamos completamente seguros y confiados el uno con el otro. -dijo en voz baja.

¿Seguros y confiados? ¡Eso jamás pasaría!

La miré a los ojos y pude ver un destello inocente y casi virginal en su mirada, pero eso era imposible, ¿no? No conocía a ninguna chica de su edad que fuera virgen, bueno, las gordas no cuentan.

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