Capítulo 4: Solo tú

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Llegué a aquel banco con la esperanza de que Juan Pedro no me apartara de él por mi aspecto. Podría echar las culpas a Candela y sus prisas por llegar lo antes posible al parque, pero la realidad era que mi estilo era siempre muy parecido al que llevaba en ese momento.Rezaba para no sentirme juzgada. Rezaba para no sentirme desplazada, tal y como lo había sucedido en el pasado. 

El chico nuevo de ojos verdad no apartaba su mirada de mí. Espera, el chico nuevo no, en realidad la nueva era yo. 

El caso, no me quitaba ojo y a mi me hacía sentir muy pequeñita. Muy, muy pequeñita. Tenía una mirada intensa, cargada de brillo, hipnótica. No pude evitar agarrar la mano de Candela, quien seguía a mi lado, la miré y su sonrisa me desconcertó más de lo que ya estaba. 

¿Qué estaba pasando? ¿Por qué sonreía? El hecho de no saber nada hizo que mis nervios se dispararan. También pudo tener algo que ver que aquel chico de ojos verdes fuera la persona más linda que habías visto nunca. 

- Peter, ella es Mariana.. Llegó hace poco a Madrid - dijo Candela.
- H.. hola – cortita y al pie.

 Pero... ¿Qué estás haciendo, Lali? ¿Y encima tartamudeas? Soy ridícula, y eso no lo dije, pero lo pensé.

-Hola, Mariana – y allí estaba esa sonrisa que había imaginado que tendría. Un paso, dos.. y sus labios chocaron con mi mejilla. ¿Estoy en el cielo? ¿He muerto? 

La tarde pasó sin más misterios, entre risas e historias. He de decir que con Peter mantuve un poco las distancias aunque en alguna ocasión mantuvimos alguna que otra conversación sin importancia. Su llegada había causado gran furor al grupo, incluyéndome a mí. No entiendo que me pasaba pero no podía dejar de pensar en él, en él y en su sonrisa. En él y su mirada. En él y su boca. En él y su lunar, porque sí, tenía un lunar en una de sus mejillas que me estaba volviendo loca. 

Cuando volví a casa, seguía pensando en él. No iba a negarlo, me gustaba pero era imposible que él se fijara en mí. Imposible. Eso me dolía, ¿por qué las personas eran tan superficiales? ¿Por qué no trataban de conocer y luego decidir si le gustaba o no? 

Lloré, lloré por lo que nunca sucedería. Lloré por todos esos besos que jamás daría y lloré por haber sido tan tonta de no luchar contra mis inseguridades. Todo el rato me lamentaba de mi imagen pero no hacía nada para solucionar el problema y al igual que con mi inseguridad, con todo lo que sucedía en mi vida. Me quejaba, me volvía a quejar y lloraba, pero no hacía absolutamente nada por evitarlo. 

Estoy segura de que me quedé dormida llorando porque nunca daría mi primer beso, porque nunca sería correspondida. Sabía que en cualquiero momento podía dejarme llevar, enamorarme, pero también sabía que jamás me dejaría querer, que jamás alguien querría quererme. Mi vida estaba a años luz de asemejarse a la de las princesas Disneys, esa vida que de pequeña soñaba con tener. No tenía un hada madrina porque el cáncer se la había llevado y nunca tendría mi final feliz.


           Ahora lo sé, mis sueños empezaban a hacerse realidad, y yo tan ciega, tan hundida, no me estaba dando cuenta.

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El segundo capítulo del día.

Si veo que la gente vota y comenta seguiré subiendo. 

Charo.

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