Capítulo 17. "Vas a gritar"

2.5K 109 4
                                    

Mi respiración estaba agitada, no podía moverme, sentía la mano de aquel hombre en mi boca y eso me estaba produciendo asco, mucho asco incluso podría decir que estaba a punto de vomitar de la angustia que aquel individuo me proporcionaba. No sabía que hacer. Gritar no podía -obviamente- y en ese momento tampoco me daba para mucho más. ¿Por qué no había pensado en aprender artes marciales? Me arrepentía, ahora podría estar dando una paliza a aquel hijo de su madre sin necesidad de estar en esta situación tan.. ¿surrealista? En mi mente se reproducía una y otra vez la escena en la que discutía con Peter y de nuevo me volvía a atacar con insultos hacia mi, mi carácter, mis impulsos.. ¿por qué no pensaba antes de hablar? No, para qué, yo soy de las que pienso en mis palabras cuando ya la he cagado profundamente y así me va la vida – y con razón-. Podía notar como aquel “ser” me trasladaba hacía la oscuridad de un callejón que en ninguna otra ocasión había visto. Hacía movimientos bruscos para intentar quitar sus manos de mi cuerpo pero todo era en vano, su fuerza no se comparaba a la mía y yo sentía que tras ese momento me sentiría “muerta en vida” si no actuaba. Cerraba los ojos con fuerzas, mientras notaba como rozaba mi cintura con la yema de sus dedos, con una mano y sin soltarme el agarre en mi boca, comenzó a tocarme el muslo subiendo de esta manera un poco hacía arriba mi vestido, ese que había comprado dos días antes con tanta ilusión y que ahora odiaría por culpa de aquel cretino. Joder, ¿por qué? ¿qué coño podía hacer?. Mis pensamientos iban y venían, venían y se iban cuando me recorría un escalofrío al notar nuevamente las caricias que me proporcionaba aquel hombre misterioso y psicópata.  

- Tan suave como imaginaba.. - Seguía pasando su mano por mi muslo. Aún no había visto su cara, y estas palabras me las susurraba en mi oído, notando su respiración en mi nuca.- Quitaré la mano de tu boca si no gritas, deja que disfrute de tu cuerpo. Quien sabe, quizás te guste y quieras repetir nena.- ¡QUE ASCO, POR FAVOR!¡QUE ASCO, POR FAVOR! - Además sé que eres una niña buena. Estás deseando que te bese, que te haga mía, que te haga gemir. - Estaba drogado, seguro. - ¿A que sí, nena?  

Poco a poco me fue dando la vuelta hasta quedar a escasos centímetros de él. Debido a la oscuridad no podía ver detalladamente su cara pero gracias a la luz de una farola que alumbraba desde lejos, pude divisar alguno de sus rasgos. Tenía la nariz puntiaguda, ojos grandes, negros y profundos que me miraban con deseo. Temblaba, temblaba mucho y no era de frío. La mano que se posaba en mi boca se fue escurriendo hasta llegar a mi cintura no sin antes haber rozado mi pecho derecho.

  - ¡DEJAME EN PAZ!¡SUELTAME!¡NO ME TOQUES! - Lo grité con todas mis ganas, con todas mis fuerzas pero aquel callejón estaba totalmente solitario y en la calle solo se escuchaban el ruido de los motores de los coches patrullando la ciudad como cada día, como cada noche. Lloraba, lloraba con ganas, con impotencia ¡¿por qué?!¡¿por qué?! En este momento debería estar con Peter a mi lado, junto a mi y no con este imbécil intentándome violar. - ¡PET..! - No me dio tiempo a seguir gritando su nombre, sentí como perdía el equilibrio tras el golpe de aquel hombre en mi mejilla. Caí al suelo. Dolor, mucho dolor. Me había golpeado la cabeza y las rodillas, sentía como en cada una de esas parte la sangre se hacía presente, pero ya no podía pensar. Ya no.

  - ¡Maldita puta!¡No me la vuelvas a jugar o te juro que te mataré! ¿Que pretendías?¿Ser rescatada? - lo decía con una sonrisa irónica en sus labios. - No me hagas reír. Solo eres una puta cría a la que voy a violar hasta saciarme.  

Colapso, mi cerebro, mi cuerpo y yo entera estábamos a punto de llegar al colapso. Mis lágrimas seguían cayendo sin parar produciendo en mi un hipo muy incómodo que no me importó. Notaba en mi frente como corría la sangre producida por la caída. Iba a desmayarme en cualquier momento pero debía ser fuerte, no podía dejarme violar por ese cretino, mal nacido y gilipollas.

Un zarandeo proveniente de aquel hizo que me pusiera de nuevo de pie, frente a él. No tenía fuerzas para gritar pero si tuve fuerzas -sacadas de no sé donde- para en ese momento y sin pensarlo, proporcionarle un rodillazo en sus genitales y tras caer este al suelo por el fuerte dolor, dejar una patada en sus costillas. Salí corriendo de allí lo más rápido que pude con mis tacones en la mano.

Corría y corría sin parar, estaba dolorida, agotada y para colmo las lágrimas que seguían saliendo de mis ojos me nublaban el camino. No sabía que dirección había cogido y juraría que estaba perdida hasta que de fondo escuché música. Corrí hacía donde mis oídos me guiaban. Cuando levanté la vista estaba frente a la casa de Peter -de nuevo- la fiesta seguía.

Necesitaba ver a Peter.

Necesitaba su abrazo.

Necesitaba sus besos.

Necesitaba que me dijera que todo está bien.

Lo necesitaba.  

Seguía llorando y parecía que las lágrimas nunca se terminaban – aunque es cierto, nunca se terminan-. Las ganas de hacer pipí se me habían pasado tras salir a correr y ahora solo pensaba en él. De una, entré a la casa y me sorprendí porque a pesar de estar la música bastante alta, había muy pocas personas. No quería que nadie me viera en estas condiciones y mucho menos el porqué de estar así. Solo quería a Peter, sentir a Peter, ¿tan difícil era de comprender?

Asomando mi cabeza por la puerta del gran comedor no divisé a nadie en él, excepto a un par de parejas morreándose al final de este, intentando pasar desapercibida – objetivo cumplido- , salí al jardín y allí solo había un grupo reducido de personas que seguían dándolo todo, moviendo sus cuerpos al ritmo que marcaba la música, entre ellas pude divisar a Candela y Rochi, que no paraban de menear sus caderas, esta última junto a Gastón.

No quise acercame y dando media vuelta para seguir buscando la razón por la cual estaba aquí, choqué contra un cuerpo y volví a caer, esta vez en el “mullido” césped. Antes de poder ni siquiera alzar la mirada para saber quien había sido el causante de aquella caída pude sentir sus manos en mis mejillas.

Su olor, sus manos, su esencia. Sabía que era él, por fin estaba a mi lado.  

- ¡¿Qué te ha pasado, pequeña?! Dime que estás bien, por favor, dime que estás bien. - Sentí su abrazo y eso fue de nuevo, la gota que colmó el vaso, en este caso lo que colmaron fueron mis lágrimas que volvían a salir sin cesar de mis ojos, mojando así su cuello y parte de la camisa que ese día había elegido ponerse. Sin soltarme de él, me pidió que rodeara con mis piernas su cintura, eso hice y acto seguido, conmigo encima y sin aún levantar mi cabeza del hueco de su cuello, me llevó hasta la parte de arriba de su casa, a su habitación.

Sentándome en la cama y él frente a mi arrodillado, mirándome y posicionando de nuevo sus manos en mis húmedas mejillas, dijo:

- Voy a por algo para curarte esas heridas, no te vayas y por favor, ahora cuéntame que ha ocurrido Lali. Dime que estás bien, por favor. Háblame.

- Estoy bien.. - susurré, con mi vista en el suelo. No podía mirar sus preciosos ojos, no después de la discusión tan estúpida que había sucedido por mi culpa, por mi inseguridad.

- Soy imbécil, obviamente no estás bien. Ahora vuelvo, tranquila. - Antes de desaparecer de la habitación, con el impulso de sus manos subió mi cara hasta quedar frente a frente y sin decir nada más, plantó un suave beso en mis labios que a mi no me dio tiempo a seguir. - Ahora vuelvo, no tardaré.

---

Gracias por todo. No se olviden de votar y/o comentar.

Cambio radicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora