Capítulo 3: Empezar desde cero

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Un salto fue la manera más eufórica que se me ocurrió para levantarme de aquella cama, me cepillé el cabello, dientes y ropa ligera para este nuevo día. Me gustaba vestir ropa ancha por lo que solía llevar prendas una o dos tallas mayores de la que usaba, no me gustaba mostrar el cuerpo y envidiaba a la gente que era capaz de hacerlo, de quererse, de pasar de esa gente que se oponía a su belleza. Bajé las escaleras y vi a papá terminando de preparar el desayuno.

-¡Buen día!- la alegría que sentía aquella mañana se palpaba desde lejos.

-Buen día, cariño, ¿Cómo estás? - mi padre siempre con esa simpatía que tanto adoraba.

-Perfecta. Oye, papá, ayer conocí a Rocío una chica de mi edad, muy agradable. Hoy me ha invitado a dar un paseo junto a sus amigas para enseñarme un poco Madrid. ¿Puedo ir? di que sí, porfi - y el puchero nunca fallaba.

-Bueno, vale, pero dos cosas.. - puse los ojos en blanco - Primero, tienes que prometerme que andarás con cuidado y segundo, llegaré más tarde de trabajar asi que llévate llaves, ¿vale?

-Sí a todo, sí y sí – la ilusión que sentía hizo que me levantara corriendo a abrazarle - Te quiero, papá. Mucho.

- Y yo te quiero más a ti, hija – me pasó una mano por el pelo - ahora tengo que irme. Portate bien, te quiero – besó mi cabeza tras sus palabras.

- Siempre me porto bien, papá. 

- Lo sé, cielo - dijo mientras cerraba la puerta de casa. 

Tomé el cola cao que anteriormente papá me había preparado junto a dos medialunas riquísimas que habíamos comprado tres días antes, cuando fueron a hacer la compra al supermercado que había en una de las calles principales de aquel barrio. Una vez terminé de todo las cosas que tenía en mente hacer, me tiré en el sofá con el libro que había comenzado a leer una semana atrás. 

Media hora había pasado cuando mis pensamientos inundaron cualquier ápice de atención a las palabras que leía. A diferencia de la protagonista de aquel relato, yo nunca me había enamorado, ¿Cómo sería ese sentimiento? y más aún, ¿Cómo sería ese sentimiento correspondido? 

Basta ya, Lali. 

Muy poca gente a mi edad sabía con certeza lo que era el amor, pero es que ella ni siquiera había tenido su primer tonteo, o su primera química con alguien. Aquella sensación hizo que su estado de ánimo cambiara de forma radical, ahora la felicidad que había sentido ya no estaba y en su lugar se podía apreciar la tristeza. Tristeza por saber que jamás conocerías a tu media naranja, a aquel chico que te haría feliz y sentir especial, con el que tendrías enfados y reconciliaciones pero siempre sabiendo que no se iría.

No quería seguir pensando. 

Puse la televisión y allí estaba mi salvación, una película que contaba la historia de un adolescente que supuestamente veía el futuro, y digo supuestamente porque no siempre lo acertaba. 

Pues vaya aburrimiento. No sabía qué hacer estaba tan impaciente por la salida con Rocío y sus amigos que no era capaz de entretenerme con nada. Pasaron las horas y yo estaba tan nerviosa que pensaba que de un momento a otro me daría algo, nunca había quedado con nadie, nunca había ido a dar un paseo con personas que en ese momento, eran totalmente desconocidas. Ojalá hubiera tenido a mano un manual de como hacer amigas y salir viva en el intento. 

Y, por fin, las seis y media se acercaron.

Dinero, sí. Llaves, sí. ¿Dignidad? creo que también, y digo creo porque igual en un momento pasado de mi vida la había perdido. 

Cuando giré la calle, allí estaba. Rochi me esperaba en la puerta del bar donde habíamos estado la tarde anterior y junto a ella, tres chicas. 

Cambio radicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora