Esto ocurrió la madrugada del 24 de septiembre del 2011.
Durante los tres meses anteriores a lo que pasó aquella noche, en casa ocurría algo raro que no podíamos explicar. Yo y mis dos hijas sufríamos terribles pesadillas, casi siempre relacionadas con el fin del mundo o cosas por el estilo, ciudades incendiándose, terremotos, bolas de fuego que venían del cielo, y todo lo que podemos llegar a ver en películas de ciencia ficción. La que más sufría era la más pequeña de mis hijas, que apenas se dormía, tenía como una especie de visiones en donde veía gente dada vuelta (como parados sobre sus cabezas), gente que se le acercaba, pies que salían de la tierra, o se sentía caminando sobre piedras que se movían.Yo trataba de calmarla y cuando ella se volvía a dormir soñaba lo mismo y se despertaba una y otra vez, gritando y golpeándose la cabeza.
Sólo una madre sabe lo que se siente cuando ve sufrir a un hijo y no saber que hacer. No la llevé al psicólogo porque tenía miedo de que al hacerlo la situación se agravara, trataba de hacerle pensar que las pesadillas eran algo normal y que pronto se terminarían.
Era un viernes a la noche, mi marido estaba trabajando, yo me fui a acostar con mi hija más pequeña y nos quedamos dormidas. Mi hija mayor se habìa quedado en el comedor con su ordenador chateando con amigos. Me despierto a las 3.30 am. y me da hambre (maldita costumbre que tengo de despertarme en el medio de la noche y comer algo). Voy al comedor y busco una factura. Vuelvo a acostarme con mi hija porque mi casa es muy fría y en su cama estábamos bien calentitas. En mi dormitorio, mi perrito caniche dormía sobre mi cama, el solito.
A las 4 am. mi nena decide por fin venir a dormir, dejando la luz del comedor encendida, cierra la puerta que da a un pequeño pasillo y también la del dormitorio. Se acuesta en la cama de arriba de la litera,donde nos encontrábamos las 3, y se duerme.
Yo empiezo a dar vueltas en la cama, de repente siento algo como un pequeño temor, algo que no me pasaba desde que era niña, pero no le di importancia. A las 5 am. cojo el mando, y empiezo a hacer zapping por los canales de tv sin encontrar nada para ver.
A las 5.15 am. (aclaro que mi casa es muy pequeñita), sentí ruidos en el comedor, pensé que era mi marido que había vuelto de trabajar, lo raro era que él no hacía tanto ruido cada vez que llegaba de ese turno. Seguí escuchando los ruidos que eran cada vez más intensos, trataba de descifrar que estaría haciendo mi marido, cuando me dí cuenta de que nunca había escuchado que él abriera la puerta de enfrente. Y ahí empezó mi sufrimiento.
Los ruidos se transformaron en golpes, no me eran ruidos familiares, no eran las sillas, no era la mesa, no eran las puertas del modular. En mi cabeza trataba de encontrar una explicación racional, pero sabía bien que nadie había abierto las puertas ni las ventanas para entrar en mi casa.
Mi perro empezó a ladrar como loco desde la otra habitación, y los ruidos se trasladaron allí (les recuerdo que la puerta del comedor que da al pasillo para ir a la habitación estaba cerrada, y jamás escuché que la abrieran). Yo,inmóvil en la cama, sentí que el corazón se me salía. No podía moverme. Parecía como si hubiera una o dos personas buscando algo de forma desesperada. Pero al igual que en el comedor, no eran los ruidos de mis muebles. El perro ya no ladraba, lloraba. Nunca lo había oído llorar ya que es como mi bebé y está lleno de mimos. Lo más aterrador de todo fue cuando sentí perfectamente que alguien le pegó en el lomo. Él pegó un grito y siguió llorando. Al rato le volvieron a pegar y él volvió a gritar. Fue ahí cuando saqué coraje no se de donde, agarré el teléfono y marqué el número de la policía. En seguida me atendió una mujer, pero le corté. ¿Cómo iba a explicarle que en mi casa había entrado alguien sin abrir puertas ni ventanas?
El móvil estaba sin saldo y yo quería llamar a mi marido. Decidí despertar a mi hija mayor, que dormía arriba. La llamaba despacito pero ella no me escuchaba. Empecé a tirar de las colchas pero tampoco despertaba (me encanta como duerme). Salí de la cama temblando y casi sin aliento y la sacudí hasta finalmente despertarla. Le dije que por favor pidiera saldo para el móvil, que había alguien en la casa, ella medio dormida lo hizo. Lo extraño es que cuando comencé a hablar los ruidos empezaron a disminuir.
Mi hija recuerda solamente haber escuchado a Teo (mi perro) que lloraba. Pude hablar con mi marido y le pedí por favor que viniera, que alguien había entrado. Cuando terminé de hablar con él los ruidos ya habían cesado. A todo esto eran las 5.35 am. los ruidos duraron 20 minutos sin parar. Todavía ahora no me explico como mi corazón resistió ante semejantes latidos. Jamás había tenido tanto miedo. Pensé que yo y mis hijas íbamos a morir.
En 5 minutos llega mi marido junto con la policía,que el había llamado. Entraron, revisaron la casa, el patio, el techo, y no encontraron nada, obvio.
Hacía prácticamente un mes que había dejado de fumar, pero mientras le contaba a mi marido lo sucedido encendí tres cigarrillos. El me escuchó atentamente, primero me miró como si yo estuviera loca, después me dijo que podía haber sido un ratón, le dije que no porque tendría que ser un ratón de 15 kg. por lo menos por los terribles ruidos que hacía.Además,un ratón no entraría nunca en una habitación donde un perro está ladrando. Así mismo, lo buscamos por toda la casa (yo lo hice solo para darle el gusto) y no encontramos nada en absoluto. Todo estaba en su lugar, ningún mueble movido, ni cajón abierto, ni cosas tiradas.
En ese momento me sentí una total idiota. Mi marido se acostó en la cama con Teo, a todo esto ya había salido el sol.
Yo me acosté de nuevo con mi hija, no quería ni entrar en mi habitación.
Cuando él se levanto al mediodía, me contó que el perro estaba "raro". Durante toda esa semana, cada vez que él llegaba a las 6 am. Teo lo recibía con mucha alegría y jugueteando, después se volvía a dormir. En cambio esa madrugada, lo notó como agotado, antes de echarse a sus pies como suele hacer, olfateó toda la habitación desde la cama, como asegurándose de que ya nada había ahí hasta que finalmente se durmió.
Tengo que confesar que siempre tuve problemas para dormir de noche, no por miedo, pero daba vueltas y vueltas hasta poder dormirme. Pero desde esa noche ya no puedo pegar los ojos por así decirlo. Quedo como en estado de alerta y me cuesta pensar en otra cosa. No me da miedo pensar que existen energías, fantasmas, cosas inexplicables. Lo que me da terror es que alguien o algo le pegó a mi perro, juro por mis hijas que eso es lo que escuché. Entonces pienso que también puede lastimar de alguna forma a mi familia, y eso no me deja vivir.