2T / Capitulo 11. Hasta Siempre... Zeta

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Aquella noche antes de recibir el alta, de nuevo muchos pensamientos y recuerdos impuros volvieron a pasar por mi cabeza sin dejarme apenas dormir. Con apenas una pizca de luz que entraba por la ventana miré en dirección a la camilla de Zeta, estaba dormido, tal y como lo haría un pequeño diablo indefenso, que solo busca el cariño de alguien que lo comprenda.

Aquellos pensamientos que pasaban por mi mente no cesaban y cada vez iban a peor, provocando grandes lagrimas y pequeños sollozos en mí, que al parecer escuchó Zeta, el cual se levantó y vino a abrazarme lo más rápido que pudo. Yo le respondí a el abrazo con un beso en los labios, él me siguió y acabamos acostándonos como aquel día en el baño de la habitación del hotel. Pero esta vez había sido distinto, tenia la sensación de que no volvería a verle. Y así decidí actuar.

A la mañana siguiente, antes de que Zeta despertara vino el doctor a darme el alta. Yo, con tristeza y penumbra recogí todas mis cosas para marcharme lo más lejos posible de él, para no volverlo a lastimar, para que cada uno siguiéramos un camino que no acabara en un accidente peor de los que ya Zeta había sufrido. Dispuesta a irme por la puerta, eché un último vistazo a aquel cuarto y a Zeta; y lo que realmente me sorprendió e hizo que se me rompiera el corazón fue que vi a Zeta intentando levantarse para retenerme, me miró con muchas lagrimas en los ojos y con una expresión de tristeza y abandono que nunca olvidaré.

Me acerqué a él, le dí mi último beso en los labios y le inyecté más morfina para que no me viera irme, no quería que me siguiera, aunque tampoco es que le fuera muy posible en su estado, el poco a poco se fue durmiendo, las luces que atravesaban la ventana se fueron apagando al compás y cambiándose por una oscuridad que avisaba de que se avecinaba una tormenta. Cerré la puerta lentamente llorando, sintiéndome peor que nunca por hacerle esto a la persona que más he amado en mi vida. Salí de allí, me dirigí a la entrada del hospital, pedí un taxi y puse rumbo al aeropuerto para irme a casa.

Después de unas muy largas horas en avión recibí una llamada del móvil de Zeta, decidí no contestar, con suerte gracias a su perdida de memoria repentina, me olvidaría pronto, pero no fue así, su memoria no me quería borrar de su vida.

Al aterrizar en mi ciudad natal, me dirigí a mi casa para despedirme también de mi familia, me quería ir a España, ya que me había gustado mucho, a pesar de lo que sucedió con Zeta. Recogí todas mis cosas, me despedí con lágrimas en los ojos y pedí el vuelo lo más pronto posible. Mi hermana me llevó al aeropuerto, se despidió de mí con lagrimas en los ojos y fui a la recepción para que pasaran mi equipaje al avión, una vez entregado mi equipaje, me fui yendo hacía la entrada del avión. Pero justo antes de que el avión despegara, oí una voz que me dejó la sangre congelada, era Zeta. Gritaba mi nombre y lloraba sin parar, lo que me hizo mirar hacía otro lado y llorar, tal y como el lo hacía.

Volví a mirar hacía donde él estaba, y pude ver que junto a Zeta estaban Yui y Ayato, me miraban con ojos llorosos y suplicantes. El avión comenzó a moverse lentamente mientras se iba preparando para despegar. Ví por unos instantes a Zeta corriendo, intentando alcanzarme, pero como es de suponer, no lo logró y poco a poco vi como su figura se fué haciendo cada vez más pequeña, hasta que desapareció de mi vista. Seguí llorando hasta que horas despues me quedé dormida. Desperté al oir la señal de que el avión iba a aterrizar en el aeropuerto, todo parecia como si hubiese sido un simple sueño, o más bien una pesadilla. Recogí todas mis cosas y me fui a un hotel situado en una ciudad a las afueras de Madrid.

Subí hasta mi habitación y coloqué mi ropa en el armario, al tenerlo todo recogido saqué mi portátil y me puse a buscar gente que quisiera compartir algun piso conmigo, pero no en una ciudad, sino en un pueblecito alejado de todo. Queria olvidarme de todo, de Yui, de Ayato, de mi familia, de la escuela, de aquel viaje, de esos momentos que se que nunca olvidaré por más que lo intente, y sobre todo de Zeta.

- Mei: Te amo...-Susurré al ver una foto de Zeta y mia que tenía guardada en el portátil.- Lo he hecho por tu bien... No quiero que sigas sufriendo por mi culpa.- Me intenté convencer aunque no lo logré mucho.

Cerré la ventana del ordenador donde estaba esa foto y volví a mirar si tenia algun mensaje sobre mi oferta de compañero de piso, y en efecto había una, era de un chaval, de no más de 20 años, buscaba compañera de piso que supiera japonés y que quisiera vivir en un pueblecito alejado de todo. Decidí responderle y nos pusimos a hablar un poco de como lo hariamos todo, el chaval parecía muy simpatico, y tras días de hablar, tomamos la decisión de conocernos en persona en el pueblecito en donde el vivia, para terminar los tramites de la mudanza.

Holaa chic@s!! No penseis que este es el final, por favor, todavia me queda mucho por escribir. Jejeje un saludito y hasta el proximo capítulo. 😉😘

La Primera VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora