2T / Capítulo 19. La Pequeña Sorpresa Y La Nueva Vida

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La primera parte de la noche pasó rápidamente, comimos todos juntos en mi casa; luego, después de recoger la mesa Ayato y Yui cantaron contra Adrián y Alicia en un duelo de voces; los demás estuvimos bailando y animándoles. Todo iba perfecto hasta que noté que se escapaba algo así como agua por debajo de mi vestido y grité despavorida, asustando a todos los presentes. Mi madre se me acercó y al ver mi cara de susto salió corriendo a arrancar el coche.

- Mamá: ¡¡¡Ha roto aguas!!! ¡¡¡¡Vamos todos!!!! Daros prisa.- Gritó desde dentro del coche, que rugía como un fiero león.

Yo me senté atrás junto a Yui y a Zeta. Delante iban, mi madre conduciendo como una salvaje y mi padre de copiloto intentando calmarla, pero como es tan torpe solo consiguió ponerla más nerviosa. La escena era bastante divertida y recuerdo que cada vez que me intentaba reír una contracción me detenía en seco haciéndome gritar.

Después de unos minutos llegamos al hospital y me metieron en la sala de partos; entrando solo con un acompañante, y como no iba a ser, era Zeta quien me acompañaba. Estuvimos allí unas 12 horas y justo entonces nació nuestra pequeña, a la que decidimos llamar Judith. Tenia los ojos marrones con mezcla de rosa, como los de su padre y como los mios y el pelo bastante oscuro, pero nos dijeron que se le iría aclarando a pelirrojo. Sus rasgos faciales eran iguales que los mios. Y ya era preciosa justo al momento de nacer.

No llevaron a una habitación donde había una cuna/incubadora al lado de la cama donde me pusieron a mí

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No llevaron a una habitación donde había una cuna/incubadora al lado de la cama donde me pusieron a mí. Se llevaron a Judith para hacerla unos análisis y a lo pocos minutos de llevársela, entraron todos de golpe preguntando por ella. No me dió tiempo ni a responder, cuando la recostaron sobre mis brazos suavemente, todos se quedaron mirándola con gran asombro y ninguno era capaz de quitar la mirada de ella.

De repente, Zeta me miró sonriente y se dió cuenta de que el color de mi pelo cambió a negro y de que mi rostro y mi cuerpo entero habían madurado junto con mi mentalidad.

Yo le miré a él, era igual de desastre que antes, no había cambiado nada excepto que ya eramos mayores de edad los dos. Absorta en mi pensamientos vagué durante unos minutos, hasta que Zeta me sacó de ellos.

- Zeta: Mei... ¿Te quieres casar conmigo? Y así formar una familia y viviremos juntos en mi piso, que hay sitio de sobra.- Me dijo mientras Adrián le daba una cajita verde y de esta sacaba un anillo sencillo pero precioso.

- Mei: ¡¡Si quiero!! Por supuesto que me casaré contigo.- Exclamé mientras saltaba a sus brazos y le llenaba a besos.
Todos nos felicitaron por el bebe y por el compromiso y se fueron yendo cada uno a sus respectivas casas. Zeta se fue a acomodar el apartamento para que pudiéramos mudarnos un par de días después allí Judith y yo.

Por fin todo estaba yendo como yo quería. Después de tantas tragedias, de tantas lágrimas y de tantos sustos. Estaba feliz de volver a ver Zeta, a mi familia, a mis amigos... A todos. Y por supuesto de conocer por fin a mi pequeña criaturita. Entre tanto vuelo, tanto estrés, tantas búsquedas... No había tenido tiempo de cuidar de la pequeña criatura que estaba en mi vientre y mucho menos de ir al ginecólogo a ver si era chica o chico. Pero al final el embarazo a salido bien y el parto también, aunque la pequeña es octomesina, pero no le ha pasado nada, a pesado 2,7 kg y esta sana.

El dia siguiente, mi familia entera y nuestros amigos se acercaron al hospital a ver a la nueva integrante de la familia, esta estaba durmiendo plácidamente cuando de repente se oyó un estrambótico ruido de pasos y de cuchicheos, los cuales nos alertaron, de que todos estaban aqui de nuevo.

Tal y como predecimos, entraron todos de golpe y fueron directamente a donde estaba la pequeña Judith, llorando a causa de ese escándalo que habían formado.

Me levanté de la cama y la recogí en mis brazos acunándola suavemente, para que cesarán sus lágrimas de caer; poco a poco se fue calmando hasta que sus ojos se cerraron y la calma volvió otra vez a la habitación.

Días después, salimos del hospital y nos instalamos en casa de Zeta que de ahora en adelante seria nuestra casa. Compramos pintura y la dimos un cambio de 180° (grados); un cuarto lo pintamos de rosita y azulito para Judith, el de matrimonio de color crema para Zeta y para mí y el salón morado haciendo juego con el color oscuro de los muebles. Una semana después, ya lo teníamos todo arreglado e instalado, listos para empezar ahí una nueva vida con el fruto de nuestro amor.

Cinco años después de ella, llegó Adrián, nuestro segundo hijo, que fue tan bien recibido como nuestra primera hija, a la cual le hizo tanta ilusión poder tener un hermanito del que cuidar, que decidimos que fuese Judith quien le pusiera el nombre, y claro está ella decidió llamarle Adrián.

Y así llegamos al actual punto de la historia donde Judith, Adrián, Zeta y yo vivimos felizmente en nuestro hogar.

Gracias a todos por escuchar mi historia.

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