El tiempo pasa cual arroyo, las pláticas no cesan y mucho menos las de Nico y Fer. Todo toma su rumbo habitual, exepto claro, los suspiros de las compañeras por Alex. El chico ignora todo, no le interesa nada que no sea su objetivo el cual cumplirá a toda costa. Katherine trabaja el resto de sus clases en orden y puntual, después de todo no es una holgazana, ella es responsable e inteligente, a excepción de en la clase de matemáticas.
El timbre resuena en la cabeza de los presentes y éstos se cubren los oídos, aquel sonido es simplemente molesto e irritante. Los alumnos corren despavoridos hacia su descanso, parece poco probable que alguno de ellos tenga diecisiete años, aunque Katherine es una clara excepción, por más joven que sea, su manera de actuar siempre la ha hecho ver mayor, siempre; incluso cuando se enfrenta a la profesora Patricia parece mayor.
Los alumnos se van del aula y Katherine se deja caer en su silla, agotada y frustrada. Suelta un suspiro y se lleva ambas manos a la cara para después negar con la cabeza frenéticamente. Orden y control, es todo lo que debe haber en su mente, no lo que hay en éste instante. Fernanda se acerca a su amiga al ver el estado en el que ésta se encuentra, toma asiento en la banca de James y se gira hacia Katherine.
-¿Qué sucede? -la pelinegra aparta las manos de su rostro y mira a Fer. Ambas amigas viven juntas, los padres de Fer adoptaron a Katherine y ahora las dos son casi hermanas.
-Nada, solo es mucho trabajo y estoy cansada.
-Y eso que no contamos los trabajos de matemáticas...
Katherine solloza y se tira contra la banca. Fer le da palmaditas en la cabeza mientras ésta llora fingiendo. Con Fer es el único lugar donde Katherine actúa como una chica de su edad o inclusive menor. Con Fer, Katherine es ella misma. La convivencia entre ambas chicas capta la atención de Alex quién no deja escapar ni un solo detalle de ambas, sobretodo de Fer. Nico nota esto y aparta rápidamente la mirada, no quiere que ninguno de ellos tres los sorprenda mirándolos. Alex se acerca a la puerta pero ésta se abre de golpe.
-¡Alex! ¡Ven aquí, esta escuela es genial! -Alex hace una mueca ante la interrupción de aquella persona. Detrás de aquel chico, hay otro más el cual escucha los fingidos sollozos de Katherine.
-¿Alguien está llorando? -Un castaño de vivaceos ojos grises asoma su cabeza por la puerta del aula y después de unos segundos, divisa a Katherine y Fer, el chico se acerca a ellas- No llore bella dama, nadie merece sus lágrimas.
Katherine alza la cabeza, extrañada ante aquellas palabras y más aún ante aquella desconocida voz. Los heterocromos ojos de la chica de cabello negro captan el hermoso rostro de aquel chico cuyos rasgos y apariencia deleitan los ojos de cualquiera. Katherine se queda extrañada ante tal chico que no puede articular palabra. Fer lo hace por ella.
-¿Quién eres tú, si se puede saber?
-Mi nombre es Jonathan Holder bellas damas y estoy -Hace una especie de reverencia-, a sus pies.
Fer suelta una risita y Katherine sonríe, dispuesta a seguirle el juego.
-¿De donde viene tan noble caballero que precisa estar a nuestros pies?
-De vuestros divinos ojos mi lady. Pero, ¿cuál es vuestro nombre?
-Katherine Johnson, oh noble caballero y aquí, junto a vosotros se encuentra mi amiga Fernanda.
-Hola... -responde una confundida Fer. Su amiga suelta una carcajada y Jonathan sonríe.
-Y yo soy Eric Holder -Un rubio de ojos azul cielo aparece ante Katherine y Fer. Éste, como el castaño, es demasiado hermoso para ser verdad. Sus rasgos se ajustan a la perfección con su actitud y con el resto de su persona. Jonathan luce un poco molesto ante aquella interrupción pero Katherine, al contrario, luce divertida.
- Katherine Johnson. Espera un segundo, ¿su apellido es Holder?
-Si -El rubio y el castaño hablan a la vez, extrañados. Alex se acerca a ellos.
-Y tu también te apellidas Holder... -Señala al pelinegro.
-Si.
-¿Son hermanos? -La cara de sorpresa de Katherine es suficiente para que los tres chicos comprendan. Se miran entre ellos.
-Si -hablan a la vez los tres; ambas chicas, Fer y Katherine, lucen estupefactas. Nico hace una intervención repentina, las dos chicas ya están acostumbradas, tenían que, pero los tres chicos no, lucen extrañados.
-Pero no se parecen en nada. ¿Cómo pueden ser hermanos?
-Bueno, hermanos adoptivos para ser exactos.
Los tres Holder miran a Nico con atención, es como si éste estuviera en otro mundo hace apenas un instante y de pronto regresara a la realidad como si nada hubiera sucedido. Katherine mira a los tres hermanos con una pizca de curiosidad, ella también sabe que es el que te adopten, que tú vida cambie y la de ella tuvo una notable mejoría con Fer a su lado. Los seis se miran los unos a los otros, curiosos, si alguien entrara al aula en ese momento, se sentiría sumamente abrumado debido a la gran cantidad de energía que ahí ronda en ese preciso instante. El destino está sellado, nadie puede hacer nada para cambiarlo. Ni siquiera la persona que está a punto de entrar.
-Nico vengo a... ¿Qué rayos?
-Creo que es hora de irnos, James -Nico avanza a donde se encuentra el chico y pasa un brazo por los hombros de éste, empujándolo afuera del aula.
La acción tan repentina de Nico sorprende a ambas chicas. Todos se quedan en completo silencio, sin saber que decir, miran a todos lados excepto a ellos. Katherine mira fijamente un punto exacto del aula, frunze el ceño y se gira hacia su mochila. La cuelga en su brazo derecho y sale a paso apresurado de ahí. Fer, nerviosa, la sigue. Los Holder se quedan ahí, se miran entre ellos y comienzan a hablar.
Afuera del aula, la chica se encuentra recargada en la pared, Fer al verla se frena de golpe. La curiosidad tiñe su rostro y un gran signo de pregunta se formula en su mente.
-¿Kathe?
-¿Si?
-¿Te encuentras bien? -La pelinegra la mira y un debate surge en su mente.
-Si -miente.
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Guerreros: Las Piedras Del Ángel
FantasyHace miles de años, cuando el hombre dió sus primeros pasos en la tierra, se les encomendó a los arcángeles cuidar de éstos por orden del creador. Cuando aquellas criaturas celestiales bajaron a la tierra, el suelo en el que cayeron quedó bendecido...