Capítulo 12: Micrófono Asecino

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Después de revisar su estado mental, Katherine revisa el celular. La oración desapareció como si hubiera sido un simple sueño. Y Fer, quién afirmó haberla visto cuando la pelinegra estaba en trance, ahora lo niega. Como si su memoria hubiera desaparecido casi a la par que aquella oración.

Katherine no entiende como es que aquella frase la dejó en ese estado, pues con solo leerla su mente ajustó sus engranajes como si de una máquina se tratara, y la rabia, tristeza y repulsión la hicieron actuar. Puede jurar que por solo un segundo comprendió a que se refería. Que por solo un segundo sabía de que se trataba todo aquello, todo lo que le está pasando. Pero, al igual que la oración, se esfumó de su mente.

Alza la cabeza y se mira en el espejo, su cara está libre de todo el maquillaje que su rubia amiga le puso, el cual hace apenas unos instantes se deslizaba por su rostro. Sus ojos tienen un ligero color rojo por el llanto y en toda su cara, se observa la máscara de su tristeza.

El sonido del claxon de los Holder no tarda en hacerse oír y, dando un suspiro, sujeta su cabello en una coleta. Sale al encuentro de los chicos, con menos ganas de ir a aquella fiesta que antes. Pero su orgullo no la deja retractarse.

—¿Estás bien? —Fer se le acerca y Katherine se limita a asentir. Entra al auto de los Holder, los saluda con un simple «hola» y se coloca los auriculares para ignorar a toda forma de vida humana.

Katherine se encuentra en la parte de atrás del auto con Fer y Jonathan Holder. Coloca la música al máximo volumen posible. Sabe que corre riesgo de que otra voz aparezca en su mente pero está decidida a arriesgarse. Todo este asunto de su cordura es lo que en realidad la vuelve loca. Es lo que carcome su cerebro poco a poco y lentamente hasta vaciarlo de todo pensamiento coherente.

Por fortuna, el camino a la dichosa fiesta se sume en un enorme silencio, dándole tiempo a Katherine de superar su trauma, a Fer de preocuparse por la pelinegra y a los Holder de analizar su plan. El auto se estaciona con suavidad a unas cuadras de la casa donde se realizará la fiesta. Conforme van caminando la música no tarda en hacerse oír y al llegar, ésta es todo un estruendo. Pero aún así Katherine es capaz de oír los latidos de su corazón y a su mente gritando que es una mala idea.

Al entrar a la casa, Katherine se separa de su amiga y se dirige a la cocina de ahí por algo para beber. La chica podrá ser más prudente que la misma Fer, pero incluso ella ha bebido alcohol. Toma un vaso con aquella bebida y le da un largo sorbo. Detrás de ella, Eric Holder se aclara la garganta. Unas gotas del líquido caen por la garganta de la chica.

—No tenía idea de que bebías.

—Ni yo de que te importara —se defiende. Hace una mueca—. Lo siento, fue muy grosero de mi parte. Yo...

—Descuida —la tranquiliza. En realidad no le importa.

Asienten, algo incómodos y Katherine le da otro trago a su bebida hasta saborear las últimas gotas. Sirve más.

—Me retiro. Tengo cosas que hacer, si sabes a lo que me refiero.

Eric retrocede unos pasos y la chica alza el vaso a modo de despedida. Eric Holder se va. Katherine Johnson sigue bebiendo. Cuando Katherine le da un sorbo a su tercer vaso, un chico aparece entre las sombras. Para la pelinegra, ese rostro le da una sensación de familiaridad, como si lo hubiera visto antes. Pero eso no significa que sea algo bueno.

El chico de ojos rojos que había visto antes, es él.

El chico le hace unas señas para que lo siga. Katherine duda un poco, pero al final decide ir para buscar explicaciones. Y él definitivamente las tiene. Toma un cuchillo de la cocina y camina hacia allá.

Camina sigilosamente hacia el chico. Lo ve entre las sombras, pegado a la pared frente a ella y se aproxima allí. Sostiene el cuchillo frente a ella y termina donde vio al chico hace unos segundos. Golpea con el cuchillo al aire y el esturpor se apodera de ella. De pronto algo impacta contra su espalda y su mano. El cuchillo cae al suelo y es empujada contra la pared.

—¿No creíste que te lo dejaría tan fácil, cierto Katherine?

—¡Suéltame, maldito!

—Shh —coloca un dedo sobre los labios de la aturdida chica— ¿Escuchas eso? Es el sonido del silencio.

—¡AYUDA! —comienza a gritar— ¡POR FAVOR AYUDA!

El chico la vuelve a golpear contra la pared. A Katherine se le ve mareada a causa del golpe.

—Estuve pensando, mi querida, y llegué a la conclusión de que te creo. Tú no sabes nada sobre los guerreros.

—Entonces déjame ir, por favor. No diré nada. Lo juro —pide, casi rogándole. Una sonrisa se extiende por el rostro del chico, una que no promete cosas buenas.

—¿Pero porqué? Entre menos sepas, más fácil para mí es el asecinarte.

Katherine lucha contra el chico, lanza patadas a diestra y siniestra pero no logra quitárselo de encima. Le da un golpe, con todas sus fuerzas en la entrepierna y otro más que le gira el rostro del impacto. Ella aprovecha ese momento y se lanza a correr, por lo menos hacia el cuchillo, pero el chico demonio le da un golpe en la cabeza y la tira al suelo, por lo menos a un metro de la única arma disponible. El chico gruñe de rabia y se avalanza hacia ella.

—¡AHHH! —grita Katherine y la puerta por la que había llegado se sacude. Alguien intenta abrirla.

El chico se detiene de golpe y voltea hacia allá. Sisea algo que la chica no es capaz de oír a la vez que ésta se lanza al cuchillo. Se pone de pie de golpe con este en la mano y en posición de ataque cuando la puerta se abre de golpe. Aquel de los ojos rojos se avalanza hacia Katherine y ésta, empuñando el cuchillo lo clava en un ojo de éste. Él se lanza hacia atrás y luego un micrófono lo golpea. Es en ese entonces cuando Katherine se percata de que hay tres personas en la puerta, los hermanos Holder.

Su sorpresa dura solo unos segundos pues su vista se va al chico en el suelo que se lanza a Eric. Alex Holder, en un rápido movimiento, toma una piedra azul de sus bolsillos y la lanza al aire, cuando ésta cae ya no es una piedra, sino una reluciente espada plateada.

Alex ataca al chico de forma impecable, como si tuviera años de experiencia. Jonathan Holder levanta un poco su pantalón y del tobillo saca una daga reluciente para después proceder a ayudar a su hermano.

—Si, déjenme a mi con el micrófono, ¿porque no me dijeron que tenía que traer armas?

—¡Llévate a Katherine de aquí! —grita uno de los Holder.

Y Eric camina hacia ella y la toma por los hombros pero Katherine no se mueve. Lo único que puede ver es sangre espesa y negra de un olor nauseabundo, mezclado con sangre humana. El relucir de las espadas al ser empuñadas y el ruido que hacen, partiendo el aire. Eric se coloca frente a ella, pero no es capaz de oír nada, está totalmente aturdida. El chico la empuja hacia dentro de la casa y es entonces cuando ella sale de su aturdimiento. Corre con Eric a su lado. Corre hasta cruzar la pista de baile y es entonces cuando vomita todo el alcohol que había bebido junto con su comida de hace unas horas.

Guerreros: Las Piedras Del ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora