Narra Olivia.
El molesto despertador sonó nuevamente (Odiaba las alarmas D) llevaba una semana trabajando para Emilio, poco a poco lo fui conociendo y tomando su confianza. Es un buen hombre.
Anoche decidí irme de la casa de Grettel así que hoy debía tomar el bus.
Apague la molesta alarma, mire la hora 7:00am mi turno comenzaba a las ocho y media.
Me tome el tiempo de ducharme y prepararme mi café, pensé que Elton estaría en casa, pero sospecho que anduvo de fiesta anoche.
Lave la taza de café, tome mis llaves y Salí por la puerta cerrándola bajo llave. Camine hasta la esquina y tome el primer bus.
Baje de él y camine una cuadra hasta la cafetería, abrí la puerta de cristal.
—Justo a tiempo—Sonrió Perry una compañera.
—Buenos días—Sonreí.
—Buenos días—Dijo entregándome el delantal.
Lo tome y lo amarre detrás de mí. Me gire viendo al señor Emilio observándome.
—Buenos días señor—Sonreí.
—Buenos días Olivia—Sonrió.
El señor Emilio, abrió las puertas del café y las personas comenzaron a entrar algunas sentándose en las mesas otras en la barra.
Tome la libreta y el lápiz y comencé a atender pedidos y entregarlos a Melissa la señora que hacia los maravillosos cafés de hecho el mejor.
Los minutos pasaban Grettel llego un poco tarde.
—Anoche no dormí muy bien—Note las ojeras debajo de sus ojos.
—¿Insomnio?—Pregunte.
—No, un auto negro estuvo aparcado afuera de mi casa, estaba preocupada escuche ruidos en mi ventana...No pude dormir.
—¿Qué raro?—Metí las servilletas en el frasco y las puse de nuevo en la barra.
El tintineo en la puerta indico nuevo cliente.
—Están listos los panqueques—Dijo Melissa.
Tome el pedido y Salí de la cocina para entregarlos a la mesa 15.
Era una señora junto a un niño de quizás ocho años.
Sonreí.
—Buen provecho, disfrútenlos—Sonreí.
—Gracias...—Sonrió tímidamente el pequeño.
Sentí una mirada en mí, me gire viendo al hermoso chico de ojos verdes penetrantes sonriendo...Era él con su mirada y su suave sonrisa sensual.
Deje el pedido y me gire camine hacia la cocina con mi corazón acelerado, verlo me puso nerviosa.
Entre a la cocina viendo a Melissa preparar la mezcla para los panqueques. La puerta de la cocina se abrió y Grettel entro.
—Hay un chico afuera y quiere que tú te sientes y desayunes con el—Dijo extrañada.
No, no él.
—Pero no puedo debo trabajar—Dije mirándola.
—Sí, puedes—Dijo el señor Emilio.
Me gire viéndolo sonriendo.
—Pero no sería bueno—Busque excusa.
—Sabes el dicho—Pregunto el señor Emilio—"El cliente siempre tiene la razón" vamos ve y desayuna con el—Miro la puerta en señal que saliera de ella.

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Intensamente Mía
RomansNev había estado rodeado de fiestas, alcohol e infinitas carreras. Además de amoríos pasajeros, tenía un empleo peligroso y cursaba una carrera que no sabía si algun día terminaría. Aquella noche en la que conocio a aquella chica castaña le cambiar...