Una corta historia de amor (Sin Editar)

EPÍLOGO •

-Hay mamá. Que historia tan más hermosa...

Miré a mi hija con dulzura.

Era la décima vez que le contaba mi historia de amor.

Mis dos hijas y mis nietas siempre escuchaban atentas a cada parte de la historia, aunque ya la supieran de memoria.

-Lo se Miriam, es la décima vez que te cuento la historia- dije sonriendo.

-Hay abuelita es que es increíble que tú y el abuelo hayan pasado todo eso.-dijo mi nieta Rose suspirando.

-Si mamá, no puedes negar que es una buena historia- me dijo mi segunda hija, Raquel.

-Que cosas con ustedes...- me levanté del sillón.

Escuchamos un ruido en la puerta.

-Adelante- dije. La puerta se abrió y unos ojos verdes recorrieron la habitación.

-¿Otra vez estas contándoles esa historia?-entró por completo.

-Hay abuelito esta hermosa- mi otra nieta, Lucia, corrió a abrázalo.

-Lo se cariño, pero que les cuente la historia de la vez que fuimos de vacaciones con su padre... Esa si es historia.- comenzamos a reír.

-Vamos, no estuvieron tan malas.- dije acercándome a mi marido.

-Realmente no.- miró a nuestras hijas y nietas- Fueron magníficas, porque ahí me entere de que su abuela, estaba embarazada.- besó mi mejilla.

-Bueno, todos tenemos que bajar que la fiesta ya va a empezar- les dije sacándolas del cuarto para que salieran al patio.

Cuando estuvimos solos. Ross me abrazó. Me sentí como la vez que éramos jóvenes, esa vez en donde me besó por primera vez.

-Gracias- me dijo besando mi mejilla.

-¿Por qué?- lo miré.

-Por todo esto- me sonrió-, por unas hermosas hijas, una hermosa familia y una hermosa vida junto a ti.

-Bueno, no lo hice sola.

-Sí, no debo darte el crédito a ti sola- me dijo sonriendo de oreja a oreja.

-Veo que regresó el Ross de diecinueve años y no mi Ross de cincuenta.- lo tomé de la cara.

-Soy viejo, pero hay que ser joven una vez más.- me acarició la mejilla.

-Eso no tiene sentido...

-No.

¿Valió la pena todo el sufrimiento?

Si. No me arrepiento de lo que hice en el pasado con tal de estar juntos.

Con él pude entender lo que era amar y ser amado. Con él pude ver el lado positivo a la vida.

Con él, me di cuenta de que no importa cuanto tengas que sufrir, mientras sea con amor todo vale la pena.

No les diré que desde que nos casamos fue el mejor marido del mundo, porque estaría mintiendo.

Tuvimos nuestros problemas, si. Pero supimos superarlos y seguir adelante en nuestro camino.

Aprendimos a reconocer nuestros errores y a que las cosas son mejores con dos que con uno.

El amor verdadero solo se encuentra una vez, no dos ni tres, sólo una vez.

Eso fue lo que me paso con Ross Stanley. El hombre que me hizo llorar, reír, saltar, bailar, amar y que siempre, sin importa lo que pasará, siempre estaría en mi corazón.

Ese hombre que hizo de mi vida, una corta historia de amor.

•••

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