Capítulo 27: Mi destino

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El sonido de la motocicleta se escuchaba a toda velocidad, en aquella carretera, dio un giro y el camino estaba cerca de la playa, podían verse los médanos. Había un viento inusual en el ambiente, al principio Drake no le tomo importancia, pero tuvo que detener el vehículo. La arena se había acumulado frente a él, no podía continuar, el paso estaba bloqueado.

― Siento ser tan atrevida ― se escuchó una sensual voz y él giro sus ojos amarillos para verla ― soy...

― Esmirna, líder de las sirenas ― la interrumpe demostrando saber quién era.

― Interesante ― sonríe la rubia satisfecha ― quién diría que tú eras su macho, otro hibrido, que intrigante, esperaba a un humano, pero esto me interesa más.

El mitad dragón bajo de la motocicleta, noto que esto iba a tardar más de lo normal.

― ¿Qué buscas? ― frunció el ceño.

― A ti ― sonríe y otras sirenas aparecen detrás.

― Parece que estaba esperándome ― miro a las demás.

― Chicos tan guapos como tú, siempre estamos esperando... ― levanta la mano y a Drake comienza a dolerle la cabeza.

― ¡Ag, tú! ― intenta moverse pero las otras también levantan la mano, logrando así que lo obliguen a arrodillarse por el dolor ― peces podridos tenían que ser... ¡Ag! ― se queja y se agarra la cabeza.

Esmirna se le acerca y le levanta el rostro.

― Cuando termine contigo, ya no serás su macho ― presiona sus mejillas y lo obliga a besarla.

Él sonríe.

― Esto es estúpido y lo más gracioso es que en otras circunstancias, incluso me parecería divertido pero... ― su sonrisa aumenta ― tú no me calientas ni con un palo y eso que puedo asegurar que mi libido es alto.

― ¿Y cuál es el problema?

― Estás jugando con fuego y te vas a quemar... ― dice serio.

La rubia le pega un cachetazo y este termina de caer al suelo.

― Por supuesto ― sonríe ― me encanta jugar con fuego...

Drake termina de escuchar lo último y pierde la conciencia. Cuando despierta ya no está en el suelo, ni en la carretera. Se encuentra parado, atado a una rota, con las manos arriba y sin su remera. A un costado está el mar y en frente se puede ver a la malvada sirena caminando hacia él.

― Se ve que te gustan los juegos perversos ― sonríe el mitad dragón.

― Pues sí... ― le acaricia el torso.

― Ahórrate el toqueteo, no me mueves ni un pelo ― frunce el ceño.

― Ay que malo ¿Así eres con tu dueña? ― refiriéndose a Serena ― ella debe estar muy necesitada, ya que seguro ni la atiendes.

― ¿Serena? ¿Mi dueña? ¡Ja! Creo que estás equivocada...

― No ― lo interrumpe ― las marcas no dicen lo mismo.

― Las sirenas y sus estúpidas creencias de que pueden controlar a los hombres, ahórrate el discurso de las marcas, ya me lo sé ― roda los ojos ― ¿Todo esto es para atraparla a ella? ¿Por qué mejor no se dedican a otra cosa? Se ven patéticas intentando ser superiores.

Huye de tu destino (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora