Ven conmigo al más allá
—¿Ves a esa chica de allá? —habló una voz femenina.
—¡Silencio, nos descubrirán! —susurró un muchacho.
—Déjenla, debemos cuidar que Yui no haga nada... —murmuró molesta otra chica.
—Pero dan ganas de acariciar su cabello... —se quejó el chico.
—Vamos, si no tenemos a Yui vigilada morirá más gente, es la maldición de quien lleva estos genes... —dijo la segunda chica.
[...]
—Tienes que venir con nosotros, Hikari-sama —anunció uno de los hombres.
—¿Yo también debo ir? —preguntó la peliblanca.
—Etto... Ameni-chan, creo que-... —trató de decir Yukine, pero antes de poder hacerlo Yato se acercó a su oído.
—"Creo que te amo, Ameni-chan..." —susurró el dios ojiazul entre risas.
—¡Waa, Yato! —replicó el rubio molesto —¿Acaso ya olvidaste a M-...?
—¡Ah, Yukine! ¡No digas eso! —interrumpió Yato tapándole la boca a su shinki, pero él lo mordió para que lo soltara.
—¡Cállate, idiota! ¡Tú lo sabes! —exclamó Yukine.
—Ah, no importa —dijo indiferente la peliblanca —A mí no me gusta nadie, ni siquiera él, es raro —apuntó al rubio.
Yukine no dijo nada al respecto para que sus palabras no pudieran usarse en su contra.
—Bueno pues... vámonos —dijo Hikari y los hombres empezaron a caminar mientras Hikari y Ameni iban detrás de ellos. Los seguían porque Kofuku parecía conocer quiénes eran, ella les dijo que le avisaría a Hiyori de su partida y que no estaban en peligro, eso las alivió un poco.
Después de dar unos pasos, se transportaron a un aeropuerto bastante grande en donde muchas personas iban de un lado hacia otro sin percatarse de su presencia.
—Oigan, ¿y qué hacemos-...? ¿uh? —comenzó a hablar la pelinegra, pero al voltear ya no estaban ellos. Un escalofrío le recorrió por la espalda a Hikari al pensar en lo raro que había sido eso, no les explicaron absolutamente nada, sólo las dejaron ahí.
—¿Qué pasó, Hikari? —preguntó Ameni al mirarla.
—Ñaaa, se fueron y me asusté... —contestó con un berrinche e hizo una mueca con sus labios curvados hacia abajo.
—Oh no, ya vas a empezar, te pareces a Yato-san —afirmó la de ojos aún rojos, casi con la intención de molestar a la pelinegra.
—No, no no no no, no me parezco a él, y no le digas "Yato-san" porque no se lo merece —replicó Hikari, en ese momento se dio cuenta que no le agradaba mucho su regalía cuando tenía los ojos rojos, era descarada, grosera y eso literalmente le afectaba —Además, ¿por qué no vuelven tus ojos azules?
—No lo sé, pero te tendrás que acostumbrar.
—Oh no, también ya vas a empezar, babosa —dijo la ojiazul imitando las anteriores palabras de la peliblanca.
—¡Tonta!
—¡Idiota!
—¡Imbécil!
—Oye, tranquila :v
—Tú también-... —al momento de decir eso tambaleó y sus ojos se comenzaron a cerrar con somnolencia.
Hikari tomó a la menor de los hombros antes de que cayera, pero como ella no podía soportar todo su peso ambas se deslizaron hacia el suelo con cuidado de la ojiazul. La pelinegra la sacudió y Ameni abrió los ojos, pero se quedó así, paralizada.
—¿Qué-...?
En ese momento, varias personas se detuvieron a mirarlas, o más bien, a mirar a Hikari. El ambiente de pronto se sintió tenso e incómodo.
—Oye, ¿estáis bien? —preguntó una chica de cabello rubio y ojos verdes que venía acompañada por otra muchacha de cabello castaño y ojos color gris —Aggh, digo... ¿están bien?
—Esto es raro, ella no res-.... —comenzó a explicar, aunque después se dio cuenta de algo, las personas no podían ver a su regalía, se lo había dicho Kofuku y su madre. Además, no sabía dónde estaba ni lo que estaba sucediendo.
—No te preocupes, volveremos y las ayudaremos pronto ¿sí? —habló la rubia sacando una cosa de una bolsita que traía consigo.
—¡Pts, oye, nos descubrirán, además ya casi es hora! —exclamó en un susurro la chica que estaba a su lado.
—Son las 5:47 p.m. ¡Tomoyo, mejor hay que irnos! —dijo prendiendo un celular para verificar la hora y después lo guardó mientras lo apagaba.
—¡Es lo que te estoy diciendo! —volvió a exclamar susurrando.
—Chicas, confíen en nosotras, soy Hyakuya Hikari y ella es Iida Tomoyo, si se quedan más tiempo aparecerán los Sugita, ustedes fueron a una trampa de Rabō, él se alió con los Sugita para destruirlas —explicó brevemente, estaba agitada, tomó el brazo de Hikari y el de Ameni haciendo que la peliblanca despertara de su trance.
Arrastró a ambas hasta llegar a una pared mientras que la castaña las seguía apurada, después, la rubia comenzó a susurrar cosas.
—¡Apresúrate! —susurró la oji-gris entre dientes y la de ojos verdes frunció el ceño para avisarle que ya casi terminaba.
—¿¡A dónde iremos!? —preguntó Ameni alterada ya que los hombres que las transportaron ahí habían aparecido y ahora corrían a toda velocidad detrás de ellas. Ahora Hikari no sabía qué pensar, si Kofuku parecía conocerlos entonces ellos eran unos traidores, o peor aún, aquellas chicas que tenían enfrente las estaban engañando y ellas eran las verdaderas malvadas.
—Al otro mundo, pero solo por una cosa, no se preocupen, después regresaremos a casa de Kofuku-sama —dijo la chica de ojos grises.
—¿¡A-Al más allá!? —exclamaron Hikari y Ameni al mismo tiempo, pero antes de obtener una respuesta, un portal color rosa se abrió debajo de ellas.
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La Hija de Yato [Noragami]
FanfictionHikari es el resultado de la unión de una mujer humana mitad ayakashi y un dios. Su destino fue predicho sin considerar que ella misma tendría la capacidad de cambiarlo. El problema es que su madre ha olvidado todo lo relacionado con aquel dios con...