Capítulo VIII

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Pérdida de Razón

Ciertos escalofríos le recorrían la espalda Hikari junto a un sentimiento de somnolencia, entrecerró los ojos mostrando una mueca de alguien digno de ser llamado "sin sentimientos" poniendo como cereza sobre el pastel la pérdida de brillo en sus ojos y el no controlar las acciones de su cuerpo.

«...»

Hiyori había salido de compras para llevar algo de medicina para Yato y Yukine quienes estaban heridos por una pelea con un ayakashi. Era algo tarde, el sol se ponía dándole un toque de color naranja al parque que estaba cruzando.

Estaba algo molesta por el comportamiento "sin razón" de su hija la cual terminó la llamada apenas Kofuku tomó el celular.

"—Ten, Kofuku-san, Hikari te hablará —Hiyori le extendió el teléfono

—Gracias, Hiyorin —dijo sonriente tomando el teléfono —¿Hikari-chan?

Hubo unos momentos de silencio

—¿Qué pasa? —preguntó la oji-morada al ver la expresión de su amiga

—Me colgó —respondió confundida separando su oreja del teléfono"

—Esa Hikari, ya verá cuándo regrese a casa... —se dijo a si misma

—Hiy-o-ri~ —canturreaba una voz femenina

La nombrada volteó hacia dónde supuso haber escuchado la voz, era conocida.

—¿Nora?

Ella rió —Oh, Hiyori ¿tan pronto me olvidas de nuevo? —comenzó a caminar hacia ella —¿Acaso no sabes para quién son esas cosas?

—Deja de burlarte, idiota —le respondió frunciendo el ceño

—Detente. —apareció una voz de forma cortante, Hiyori al principio no sabía a quién podría pertenecer esa voz, hasta que volteó.

—Hikari... —dijo con terror encontrándose a su hija con la mirada perdida. Como si estuviese ciega.

—Devolver. —levantó la mano y apuntó a Nora de forma acusatoria —Hiiro.

—¿Esto~? —canturreó alzando su mano con unas esferas pequeñas, tan diminutas como canicas.

Éstas eran de distintos tonos de azul y radiaban una luz tenue, en ellas se distinguían unas escenas que se repetían una y otra vez, en dónde estaba Hikari de niña. De unos seis o siete años quizá, se encontraba ayudando a alguien, o a varias personas en las diferentes esferas.

Casi como un robot, corrió y fue directamente hacia Nora, con un cuchillo en la mano. La errante sólo sonrió levemente y desapareció justo cuando Hikari estuvo a centímetros de tocarla.

—Pensaba que con tu instinto me perseguirías y no te quedarías ahí parada —se burló apareciendo por detrás.

—¡Hikari ¿qué haces?! —le gritó Hiyori enojada y confundida.

Ignorando a Nora, la ojiazul volteó hacia su madre —Hiiro tener que devolver esferas a Hikari.

—¡Nora! —llamó la voz de Yato enfurecido.

Ante el grito, Hikari pareció reaccionar y volver a la realidad y miró a su padre con dos katanas en las manos.

Palideció y tan rápido como sus piernas le fueron posibles se adentró entre las calles para llegar a su casa. Hiyori tuvo ganas de gritarle, pero la voz no le salió, tragó mal la saliva y por instinto comenzó a toser. La mirada preocupada de Yato se dirigió a la mujer, haciendo que cambiara a una de enojo y frustración, pensando que la errante era la causante de eso.

Unas figuras monstruosas aparecieron detrás de Nora, obviamente el dios tenía que ir a combatirle primero a los ayakashis. Corte tras corte, desaparición y muerte fue lo que les esperó a los que mantenían a Yato ocupado. Cuando quiso voltear vio algo que no le agradó nada.

Nora se había marchado.

Yato gruñó

—Maldición, lo volvió a hacer. Vuelve, Yukine.

El chico apareció preocupado y cansado al ladode Yato, estaba lastimado debido al uso que le había hecho hacer ese día    

La Hija de Yato [Noragami]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora