Capítulo I

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Nombre

Yato y Yukine, desde antes que naciera Hikari, habían partido a una misión a la que no dieron mucho lujo de detalle. Nadie esperaba que lo hicieran, después de todo no era muy de su incumbencia y sólo esperarían su regreso...

...Aunque no pensaban que esperarían tanto.

[...]

Sonó una alarma y con pereza una mano la paró, no estaba de ganas de ir a esa estúpida escuela. Se levantó y se vistió con su uniforme de diario, una falda azul con unas medias negras hasta el muslo y una playera de vestir blanca con un moño rojo. Estaban en pleno verano y la luz de la mañana que entraba por la ventana ya la cegaba.

Se olvidó por completo de desayunar y de peinarse, solo se lavó la cara y se cepilló los dientes. Al salir iba encorvada y con los ojos entrecerrados y el ceño fruncido, realmente se sentía mal y muy cansada. Iba a medio camino hacia la escuela hasta que reaccionó.

«Mierda... no me despedí de mi mamá. Y ni siquiera la vi»

Continuó su camino estando un poco más tensa, ahora la esperaría una regañina al regresar a casa, y gracias a eso el cansancio se fue por un pequeño lapso que no le bastó, el clima no ayudaba nada para eso.

«Demonios, hace mucho calor, estoy volviendo a tener sueño» pensó dando un suspiro.

Llegó a la escuela e hizo una mueca antes de entrar al edificio, su salón, el 2°C, estaba solo, completamente vacío, o eso pensó al llegar.

Justo después de colocar sus cosas en su pupitre, el cual se encontraba justo frente al pizarrón por un leve problema de la vista, volteó a ver algo que le llamó la atención. En la esquina del salón estaba una niña que parecía no pasar de los diez años, llevaba un yukata blanco con la faja roja con líneas de colores combinados, desde lejos se le podían ver tatuajes de varios nombres en kanji.

[...]

Kofuku se había puesto a pensar que ya casi había pasado una década desde que vio a Hiyori y a Hikari. Tal vez no era tanto tiempo considerando que ella era un dios y había vivido más tiempo que cualquier otra persona normal, pero también estaba la situación de no poder salir a cualquier parte y quedarse encerrada en el local sin mucho que platicar, por eso era que gustaba de la compañía de algún que otro amigo de vez en cuando, pero la última vez que vio a su amiga semi-ayakashi y a su hija, la menor solo tenía cuatro años. Ella se sentía aburrida ya que ya nadie iba a visitarla y no la dejaba salir su shinki, Daikoku.

Recordaba que Hiyori, después de la partida de Yato y Yukine, la visitaba más a menudo y le hablaba de la sorpresa que se llevaría Yato con su hija, porque solo un par de días después de que Hiyori se había quedado embarazada, los otros dos se marcharon a quien sabe dónde.

Al principio, Hiyori estaba completamente molesta, ya que había estado planeando la forma de decirle a Yato sobre su embarazo. Pero fueron pasando los meses y Hiyori no fue la misma, estaba deprimida, aunque no lo admitiera directamente.

"Yato es así, solo desaparece por unos días, meses, o incluso años sin avisarle a alguien, pero pienso que pronto volverá"

«Yato, idiota» pensó «¿Por qué tuviste que desaparecer justo en esos días?»

Un día, Hiyori sólo dejo de ir a la casa de Kofuku.

[...]

Hiyori ahora era una mujer que trabajaba en una cafetería, se encontraba lavando los trastos en su casa. Eran las diez en punto de la mañana y ya casi había acabado de hacer el aseo diario, casi fue un récord ya que la mayoría de las veces terminaba casi en el medio día.

«Esa Hikari... ni siquiera se tomó el tiempo para saludarme, pero ya verá cuando regrese»

Últimamente su cabeza ha estado en las nubes y hacía las cosas de forma automática. Cuando no se daba cuenta ya había terminado el aseo de la casa... como este día. Comenzó a divagar por su mente hasta llegar a pensar en el padre de su hija, ¿Es que era demasiado estúpida como para recordar siquiera su cara? ¿O su nombre siquiera?... A veces se sentía como una cualquiera, tener una hija y no saber o recordar el nombre de aquel irresponsable. Con muchísima suerte logró conseguir el apoyo de sus padres, no recordaba cómo lo hizo, de hecho, también se le hacía raro no poder recordar bien lo que había pasado antes de su embarazo, no recordaba alguna fiesta donde hubiese perdido el control de ella misma y mucho menos un abuso.

«Sus ojos, estoy segura de que son idénticos a los de Hikari» pensó «Me gustaría volver a recordar su nombre...»

En ese momento, por la ventana de la cocina, llegó un chico con ojos celestes, iguales a los de Hikari, acompañado por un chico menor que él con cabello rubio y ojos color miel.

¿Yukine y... Yato? —susurró, no había volteado a ver en ningún momento, sólo lo sentía.

—Hiyori —le llamó una voz a sus espaldas. Ella volteó con lágrimas en los ojos.

—¡Yato! —exclamó corriendo hacia él. ¿Quién no abrazaría después de ver a una persona que por tantos años amó y después de diez años volvió recordar?

Pues ella.

¿Qué demonios? Literalmente lo había hecho con ella sin protección y después se largó por años sin mucho aviso que digamos. Llegó hacia él y le dio un golpe tan fuerte que casi lo mandó a volar por la ventana. El menor solo pudo ver a su amo con neutralidad, de alguna manera se esperaba esa reacción, y, de hecho, se la merecía.

—Que bienvenida tan alegre —comentó el rubio con sarcasmo —Llena de nostalgia, abrazos y esas cosas ¿verdad?

Hiyori frunció un poco más el ceño, ya después los recibiría adecuadamente.

—¡Eres un completo idiota! ¿Sabes lo que tuve que pasar...? —la mujer comenzó a reclamarle, pero paró al ver que Yato no venía de broma. —¿Qué sucede?

—Tengo que mostrarte algo muy importante.

La Hija de Yato [Noragami]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora