Escucho susurros. Veo dos siluetas borrosas delante de mí. Lentamente abro mis ojos, pero una fuerte luz blanca me deslumbra.
Por fin puedo distinguir las caras. Son mi padre y Julia, pero... ¿¡Dónde demonios estoy, maldita sea?!
-¡Hija! ¡Por fin despertaste!- dice mi papá corriendo hacia mí con los brazos totalmente abiertos. Me abraza con delicadeza, ya que estoy algo débil y me duele el cuerpo. Siento sus lágrimas derramarse por mi cuello. Nunca había visto a mi papá llorando.
-¡¡Te extrañamos tanto!!- dice Julia tomando mi mano con una enorme sonrisa.
Creo que por fin puedo recordar algo de lo que pasó. Al parecer estoy en el hospital. Otra vez.
-¿Cuánto tiempo he estado aquí?- pregunto y ellos se miran entre sí.
-Llevas un mes inconsciente.- dice mi papá. Eso es impresionante. Apenas siento que pasó un día.
Pero en sus hermosos y profundos ojos verdes, puedo ver mucha preocupación. Algo no estaba bien.
- ¿Sucede algo?- preguntó al notar mucha tensión en el ambiente.
Sé que mi papá esconde algo, porque me miró con esos ojos brillantes, con una expresión de tristeza. Esto es sumamente inquietante.
-No sucede nada Caro todo está perfectamente bien.- dice formando una sonrisa.
Entra el doctor al cuarto. Me mira y revisa unas hojas que lleva en sus manos. Se acerca a mi y empieza a examinarme de pies a cabeza. Cuando termina se para frente a mí sonriendo.
-Muy bien muchachita,- dice- creo que tendrás que pasar la noche aquí, pero mañana podrás irte a casa.
-¡Genial!- digo alegremente.
-Grandes noticias.- dice mi papá feliz- Gracias doctor.- el doctor sonríe y sale del cuarto.
Mis párpados se vuelven pesados. Mis ojos se cierran y caigo en un profundo sueño...
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-¿¡Estás lista?!- Julia me ayuda a ponerme mi chamarra. Tengo roto el tobillo derecho y no me puedo mover con facilidad, ya que estoy usando muletas.
Por fin salí del hospital. Mi padre estaba esperándonos en el auto, mientras sus canciones favoritas de los ochentas sonaban.
Fuimos directo a mi casa. Al entrar recordé a mi madre y le pregunte a papá sobre ella. De nuevo esa mirada preocupante. ¿¡Qué estaba pasando?!
-Emmm... está arriba, pero creo que está dormida. Salió del hospital hace una semana. No creo que se sien...- no escuche que más dijo mi papá. Subí las escaleras como pude, ya que estas malditas muletas no me dejan hacer nada.
Después de lo que pareció una eternidad, llegue al cuarto donde estaba mamá.
Efectivamente estaba dormida. Entro al cuarto intentando no hacer ruido. Cuando llego hasta ella, la observo su expresión calmada. Me inclino para darle un beso en su frente. Salgo de su cuarto, cerrando la puerta detrás de mí.
Me dirijo al mío y me siento a la orilla de la cama. Todo se encuentra exactamente igual de la última vez que estuve aquí.
Alguien toca la puerta.
-Pasa.
-Hola, pequeña princesa.- dice mi papá al entrar al cuarto. Camina hasta mí sentándose junto a mí en la orilla de la cama.
-Sabes que no me gusta que me digas así.- dije mirándolo con una pequeña sonrisa.
-A veces te extraño, ¿sabes? Extraño a aquella niña que me demostraba su amor a cada segundo. Te extraño demasiado.
-Ya no soy esa niña así que tendrás que acostumbrarte.- dije molesta, porque yo ya no soy una niñita. Una gran parte de mi ha cambiado.
Pude ver como de repente su mirada cambió a una de profunda tristeza. De repente, sólo miraba hacia el suelo.
-Quisiera que me abrazaras y me dijeras "te quie..."- lo interrumpí.
-¡Pues si tanto lo quieres, entonces dile a alguien más! ¡Yo ya no quiero que me molestes más! Así que te puedes ir.
Papá parpadeo un par de veces y sus ojos estaban totalmente abiertos, pero tenía una expresión de dolor en su rostro.
-Esta bien-dijo parándose de la cama. Antes de cerrar la puerta volvió su mirada hacia mí- Yo todavía te sigo amando.- salió todavía mirando hacia el piso. Con la mirada más triste que he visto en mi vida. Cerró la puerta. Si
Me recosté en mi cama.
-Yo siempre te amare, papi. - dije en un tono casi inaudible.
Me sentí como una maldita idiota. ¿Cómo pude decirle eso? ¿Acaso no tengo sentimientos?
Cerré mis ojos intentando olvidar todo. Me quede dormida, pensando en mi papá y en que tengo un enorme Corazón Vacío...
~.~.~.~.~.~.~-Papi, quédate conmigo.- dice la pequeña Caro, sentada en su cama, mientras Rubén, su amado padre, termina de leerle el cuento de Caperucita Roja.
-Papi, tengo miedo de que el lobo me coma.- dice Caro mientras se esconde debajo de las cobijas.
Su padre ríe y la destapa. Observa sus brillantes ojos azules llenos de miedo y la sostiene en sus brazos.
-Eres una niña muy valiente, pero recuerda que siempre que tengas miedo, estaré para protegerte y cuidarte, incluso cuando no estemos juntos físicamente, tu corazón y el mío siempre lo estarán. Eres mi pequeña princesa y nunca voy a dejar de amarte.
La pequeña abraza a su padre con todas sus fuerzas, se siente segura y protegida a su lado.
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Corazón Vacío
RandomHistoria de una joven de 16 años y de como puede mantener la frente en alto, a pesar de todos los problemas y situaciones que la vida le tiene preparados.