Capítulo 23

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Abril 21 - Día 93
La primera cosa que escuché cuando entré a la habitación de Jungkook fueron unas voces en un tono alto, casi de discusión. Me quedé en la puerta escuchando, no quería entrar, tenía miedo de lo que me iba a encontrar dentro. No reconocí a la persona que estaba hablando, una voz femenina salía por el pasillo. Coloqué mi oreja contra el marco de la puerta lo más cerca que pude tratando de escuchar algo de la conversación.

-¡No fue nada! ¡Estoy bien! ¡En serio estoy bien!- Pude escuchar la desesperación en la voz de Jungkook, sonaba un poco áspera como si se fuera a romper en pedazos. Mis entrañas se retorcieron, odiaba lo roto que sonaba, odiaba no poder mejorar las cosas para él.

-¿Pero qué hubiera pasado si no estuvieras bien?- Hubo una pausa y pude escuchar otra pequeña parte de nuevo.

-Es sólo que no quiero que tengas que viajar un largo camino hasta Seúl para nada.- Él contestó. Prácticamente podía ver la expresión en su rostro, la forma en la que se arrugaba ligeramente.

-Bueno, ¡tal vez no deberías estar en Seúl! Deberías de venir a casa, ¡al lugar donde perteneces!- La voz de la otra persona subió con un volumen comprensible, pronto su identidad quedó clara para mí. La madre de Jungkook nunca fue un tema del que habláramos mucho, era una misteriosa presencia que cernía sobre el borde de nuestra conciencia pero nunca hablábamos de ella. Siempre había tenido la impresión de que Jungkook la amaba y se preocupaba por ella, pero nunca la había visto en los meses en los que lo conocí.

-No quiero ir a casa, no puedes hacerme ir a casa. Mi padre trabaja en seguros y paga todo esto, no quiero ir.- Hubo franqueza en su voz, oraciones rápidas que se destrozaban en medio y se volvían a juntar como rompecabezas, piezas que encajaban pero no hacían la foto correcta.

Luego su voz se tornó suave, palabras apegadas y en forma de súplica.

-No mamá.- Apenas alcancé a escucharlo. -Esa casa me recuerda que voy a morir.

Lo cual parecía una cosa divertida de decir cuando el lugar que estaba comparando era un hospital.

-Ya no sé qué hacer contigo Jungkook.- Dijo suavemente con cierta culpa. -No lo sé.

-Está bien.- Se escuchó un suave movimiento de las sábanas como si se hubiera movido para abrazar a su madre, o tal vez ella se había sentado a su lado. Deseaba poder entrar y ver lo que estaba pasando, poder tomar su mano cuando estaba en ese estado, pero entonces Jungkook siempre fue fuerte y ninguno de los dos estábamos dando crédito por eso. Él estará bien.

-Es sólo que sé que un día te irás y desearé tenerte un poco más.

-Siempre me tendrás mamá.- Él contestó y me sentí una repentina pérdida en mi pecho por razones que no podía decir con palabras. Pensé en mi propia madre, la forma en la que me miraba como si fuera algo frágil. Ella creía que no podía verlo pero perderme era como si ella perdiera una parte de sí misma.

Perder a un hijo nunca será hermoso o insignificante. Es cruel y el mundo nunca debería ser así.

La conversación se tornó en bajos murmullos y me alejé de la puerta, saliendo lentamente por el pasillo, podía escucharse el suave rodar de mi tanque de oxígeno que me seguía por el camino.
Esta mañana Jungkook necesitaba más a su madre que a mí.

Abril 22 - Día 94
Jungkook 11:16

Te extrañé ayer.

Taehyung 11:17

Fui a visitarte, pero entonces recordé que no soy el único que te ama.

Jungkook 11:17

Debiste entrar, hubiera sido encantador tenerte aquí.

Taehyung 11:18

¿Me puedes explicar por qué tu propia casa te recuerda más a la muerte que un hospital?

Él se tomó su tiempo en responder, dándome tiempo suficiente para tratar de comer algo de desayuno. Aún estaba firme y conforme con mi anterior decisión de dejar solos a Jungkook y su madre para que trataran de arreglar lo que quiera que haya salido mal en su relación. Sin mencionar que eso me había dado una oportunidad para hablarle a mi madre, lo que creo que nos hizo sentir bien a los dos.

Jungkook 11:24

Ven.

Taehyung 11:24

Está bien xx.

Jungkook 11:24
Bien xx.

Cuando llegué a su habitación Jungkook estaba acurrucado entre sábanas, se veía un poco miserable, tenía puesto su gorro por debajo de su frente, sus ojos apenas se veían por la sombra que este causaba. Él estiró una de sus manos cuando entré, agitando sus dedos para que yo los tomara. Había algo suave en la atmósfera, una paz delirante que solo me hacía querer acurrucarme al lado de su cuerpo y tenerlo cerca de mí, poder respirar lo que nos quedaba de nuestras vidas entre los hoyos de nuestros huesos.

Dejé mi mochila en el suelo y me quité los zapatos, doblé un poco los tubos de mi tanque de oxígeno mientras me metía por debajo de las sábanas dejando que colocara sus dedos alrededor de mi cintura mientras me acercaba más a él.

-Hey.- Murmuré contra su cuello, sentía lo cálido de las sábanas rozando mi piel y envolviéndome cómodamente.

-Me siento triste hoy.- Dijo suavemente mientras se acomodaba para que nuestros cuerpos encajaran perfectamente. -Es por eso que odio verla, me hace sentir como si tuviera un agujero negro en medio de mi estómago queriendo succionar todo lo que tengo dentro de mí.

Le di un suave beso en su cuello murmurando contra su piel. -Podemos estar tristes juntos.- Eso más que nada fue como una garantía.

Él asintió mínimamente. -Sólo quiero que ella entienda, pero no puede. Ya no puede entender nada más. Ella cree que puede, pero no creo que entienda que de verdad me estoy muriendo hasta que me vea muerto.

Dejé escapar un 'Hmm' entre mi respiración. -No lo sé, por lo poco que escuché sonaba como que entendía, o al menos que trataba de hacerlo. Ella sólo quiere asegurarse de que eres feliz Kook.

-No, ella sólo quiere que viva un poco más, mi felicidad no es parte de eso.- No me perdí la amargura en sus palabras, eran cortantes y desgarradoramente tristes.

Pensé en presionarlo para que me diera más detalles, hacer que me explicara, pero estaba bastante seguro de que todo llevaría a lo mismo: comprarle más tiempo. Era como algún tipo de comodidad, siempre querías más. Pero no siempre se puede obtener lo que quieres.

-¿Por qué tu casa te recuerda a morir?- Le pregunté cambiando de tema, no era una pregunta muy fácil pero era una pregunta que me molestaba de una forma que no me dejaba en paz.

Él no me respondió enseguida, pasó sus dedos sobre mi brazo acariciándolo por debajo del algodón de mi camisa dándome pequeños golpes en él. -Después de que me diagnosticaron los casos se pusieron algo malas. Olvidé...- Sus pensamientos parecían tartamudear, como si no supiera cómo ponerlos en orden. -¿Te acuerdas? Olvidé cómo era vivir pero mi cuerpo  no me dejaba morir aún.

Asentí, sabía su historia. -Lo siento.

Él asintió. -Y ahora cada habitación de mi casa me recuerda a eso, como si mi debilidad se escondiera en las paredes y estuviera esperando a devorarme de nuevo. Todo el lugar me recuerda a la enfermedad.

-Lo sé.- Lo besé lentamente, me quedé sin palabras y esa era la única forma en la que podía darle consuelo. A veces me hubiera gustado poder conectar nuestros corazones, así le bombearía a su cuerpo todo el amor que le tenía, en lugar de aprisionar mi amor a través de besos en su piel.

-Y ella no lo entiendo, ella cree que no es sano quedarme aquí, que quedarme en un hospital lo hará todo peor para mí. Pero el hospital no me recuerda tanto a la muerte, ellos salvan las vidas aquí.- Él hizo una pausa, estirando su mano para tomar la mía, sus largos dedos entrelazados con los mías y sujetándome fuertemente. -Nunca estás solo realmente.- Él continuó. -Es como ser parte de un organismo viviente que hace su mejor esfuerzo por cuidarte.

Le sonreí. -Me gusta eso.

Él asintió. -Eso nunca se detiene aquí, incluso en la noche. En mi casa era peor de noche; todas las luces se apagaban y todo estaba silencioso, me sentía tan vacío.

-Pero aquí nunca se duerme realmente.- Estuve de acuerdo pensando en el mudo silencio de la mañana cuando las enfermeras caminaban suavemente por el pasillo y un sordo murmullo de actividad a través de la noche.

-DE alguna manera es reconfortante.- Hizo una pausa, una pequeña sonrisa se formó en su rostro, casi no se notaba pero era encantadora al mismo tiempo. -Además, aquí estás tú.

Le di un pequeño beso en los labios. -Todo me recuerda a ti.

Abril 23 - Día 95
Eran cerca de las dos de la tarde cuando llegué al hospital y me dirigí a su habitación, escuchaba aquel particular sonido que venía de mi tanque de oxígeno cada vez que las ruedas se deslizabas por el azulejo. Jungkook estaba acostado con sus brazos extendidos en la cama y sus ojos bien abiertos, concentrado, mirando al techo.

Golpeé cuidadosamente el marco de la puerta mirándolo con algo más que una pequeña curiosidad. Usualmente él se acostaba acurrucado y escondido entre sus sábanas, método que lo ayudaba a combatir los dolores de cabeza, pero no podía pensar en otra razón por la que él estuviera mirando detenidamente el techo como si estuviera pensando en algún tipo de secreto.

-¿Qué haces Kook?- Le pregunté desde la puerta quitándome mi chaqueta y dejando mi mochila en el suelo usualmente lo hacía.

Su rostro se dirigió hacia donde yo estaba, sus ojos encontraron mi rostro primero, luego pasaron por mi cuerpo y se detuvieron en donde mi tanque de oxígeno estaba. Dirigió su mirada nuevamente a mi camisa justo a la altura de mi cuello notando mi prominente clavícula, finalmente me miró a los ojos, era como si estuviera asegurando de que no había perdido ninguna parte de mi cuerpo desde la última vez que nos vimos. -No estoy segura, algo está mal hoy.

Me moví para sentarme en la silla estudiándolo perplejo. Sus vendas habían sido quitadas, las cicatrices rosa de su frente estaban siendo cubiertas por su gorro, los últimos dignos de su caída habían comenzado a desaparecer. -¿Algo en particular?- Le pregunté apoyando mi pie a su lado.

Él se encogió de hombros en un movimiento tembloroso. -No lo sé, se siente como si hubiera algo que debería saber pero no lo sé.- Él mordió su labio pareciendo un poco avergonzado. -Lo siento, normalmente no hago este tipo de cosas... Te me haces extrañamente familiar.

Traté de responderle pero las palabras se quedaron atrapadas en mi garganta. Sabía que esto iba a pasar, lo sabía y aún no estaba preparado para saber lo que se sentía mirarlo y saber que no tenía ni la menor idea de quién era yo. Para él nunca existí, sólo era algún tipo de vago recuerdo, debía de recordarme pero no tenía la capacidad de hacerlo.

Probablemente era mejor para él si pudiera olvidar, si pudiera tomar toda la felicidad que le había dado y dejar la tristeza atrás, pero no estaba seguro si pudiera soportar una vida donde Jungkook no supiera quién soy. La cosa sobre las memorias es que no dependen de una sola persona, pertenecen colectivamente a las personas que las han vivido. y ahora sólo me pertenecían a mí.

Fue el sonido de la voz de Jungkook que me sacó de mi horror interno, su voz suave y preocupada. -¿Estás bien amigo?

Asentí rápidamente tratando de darle una sonrisa. -Sí, lo siento, me distraje un poco.- Quité lentamente mi pie de su cama cruzando mis pies en el suelo. -Soy Taehyung.

Él hizo una pausa y por un momento pensé que iba a regresar, que algún milagro ocurriría y me recordaría de nuevo. Pero ese momento pasó y me quedé mirando su rostro sonriente. -Un gusto conocerte, soy Jungkook.

Asentí. -Sí

Su sonrisa se apagó un poco, como si finalmente comenzara a darse cuenta del mal aura que penetraba el aire. -Así que... ¿eres un enfermero o algo así?

Negué con la cabeza tratando de encontrar una mentira para decirle. No importaba lo mucho que dolía estar sentado aquí, sabía que no podía irme. Le prometí a Jungkook que no lo dejaría y no iba a romper su promesa. -No, estoy aquí para leerte.- Le di mi mejor sonrisa. -Es algún tipo de programa que el hospital está haciendo.- Fue una mentira rápida, frágil y delgada que salió de mis labios, pero en ese momento no pude pensar en algo mejor.

Él parecía saber que eso no era verdad, se notaba en la forma en la que curvó sus cejas y su boca pero finalmente dejó escapar una suave risa, sus ojos tenían un cierto tono de calidez. Respiré profundamente sin saber con certeza qué estaba esperando. Tal vez debía irme, pero no quería.

-¿Ellos sabes que no tengo ocho años verdad?

Dejé escapar una risa fingida. -Evidentemente no. Quiero decir, me puedo ir si tienes otras cosas que hacer.- En mi mente pensaba una y otra vez 'por favor no hagas que me vaya'.

Él negó con la cabeza adoptando una media sonrisa mientras se acomodaba sentándose apoyado contra la cabecera de la cama cruzando sus piernas. -Está bien.- Miró a su alrededor y su mirada se fijó en el libro azul, la copia de Bajo la Misma Estrella que estaba en su mesita de noche. -Toma, puedes leerme esto.

Tomé el libro sabiendo que en algún lugar de mi mente hacía esto a propósito, incluso cuando mis dedos se movían temblorosos. No quería leerle nuestro libro a este Jungkook, quería susurrarle las líneas del libro a mi Jungkook y que él me lo susurrara de vuelta. Mientras pasaba las páginas podía ver en sus ojos, que desconocía y no entendía las escrituras que él mismo había hecho en el libro.

Mis dedos se deslizaron por la descripción de la primera página. Propiedad de Taehyung y Jungkook, escrito en tinta azul. Pero eso no era nuestro, era mío y del otro Jungkook, no tenía ni idea de cuándo regresaría ese Jungkook. Lo divertido de una persona es que está formada de la suma de sus experiencias, corriendo a través del mundo cubierto en pegamento y esperando a que este mismo mundo lo atrape. Pude ver las piezas que le había dado colgando en los bordes, pero partes de él estaban perdidas. Su cabello caído en el suelo del baño, nuestras piernas entrelazadas por debajo de las sábanas, nuestros cuerpos juntos. Y él no era el mismo sin esas cosas. Él no era mi Jungkook, no realmente.

Aclaré mi garganta comenzando con el capítulo 1 de nuevo, un sentimiento de desesperanza crecía en mi pecho. Las palabras salieron suavemente de mi lengua mientras lo miraba de reojo notando la tristeza que se asomaba en su mirada, como gatos merodeando fuera en la oscuridad de la noche.

-Ella me agrada.- Interrumpió con una voz suave pareciendo sorprendido, como si no hubiera tenido la intención de dejar salir las palabras de su boca.

Asentí aprisionando las sábanas como si fuera una salvación. -Lo sé.- La peor parte era que aún podía verlo, alguna extraña sombra del chico que amaba y el chico que conocí por primera vez aquel día; un chico enfermo y solo.

Él me dio una sonrisa, una que se desvaneció en sus labios. Pude notar su preocupación, la forma en que se inclinaba levemente hacia mí con preguntas en los bordes de sus labios. Pero él no hacía por preguntarme nada, porque él no era mi Jungkook.

Continué leyendo, sentía que mi cuerpo perdía el aire al pronunciar cada frase. Sabía que no podría seguir haciendo esto por mucho tiempo, trataba de mantener mi voz firme y de que mi cuerpo no se derrumbara. Se sentía como si mis miembros estuvieran siendo separados de mi cuerpo, dejándome sangrando en el suelo.

Parecía que nos hubiéramos quedado sentados aquella noche a través de la puerta, nuestros dedos apenas rozando por debajo de esta, susurrándonos cosas a través de la madera que ninguno de los dos escuchaba realmente bien. Pero no tenía ninguna otra opción, así que continué leyendo esperando a que regresara a mí.

Había llegado al capítulo tres cuando escuché un largo respiro, una exhalación de aire que sonaba con una cierta dificultad. No me atreví a mirarlo, mantuve mis ojos pegados a las páginas del libro mordiendo fuertemente mi labio inferior para concentrarme en algún dolor.

-Oh Taehyung.- Su voz era suave y frágil mientras se acercaba a mí sosteniéndome en forma de disculpa. -Lo siento, lo siento mucho.

Asentí cerrando mis ojos con fuerza, las emociones que sentía en ese momento eran abrumadoras. Era demasiado, era horrible mirarlo irse y regresar sin saber por cuánto tiempo estaría conmigo. -Lo sé.

Escuché el suave sonido de las sábanas y sentí una de sus manso frotar gentilmente mi mejilla, su otra mano me quitó el libro de mis dedos. Por un momento escuché el sonido de sus pies en el suelo y luego sentí el peso de su cuerpo entre mis piernas. Se sentó en mi regazo aprisionando sus rodillas contra la silla y sus manos sosteniendo mi rostro.

Abrí los ojos encontrándome con los suyos increíblemente cerca de los míos, mientras nuestras narices se rozaban. -No te dejé.- Dije suavemente envolviendo mis brazos alrededor de su cintura apoyando mis manos en lo pequeño de su espalda.

Él asintió dándome cuidadosamente un beso en los labios tratando de no desconectar los tubos que mandaban oxígeno a mi cuerpo. -Lo siento, te dejé.

Ahora yo le di un beso. -Te extrañé.

Él asintió con cierto dolor en sus ojos, eso era peor que una disculpa. Era horrible para mí verlo irse, pero era horrible también para él. Era difícil para él tener que sostener un frágil cerebro dentro de su cabeza. Sentir que sus memorias se desvaneces como viejas fotos polaroid.

-No voy a dejarte de nuevo.- Me prometió en un susurro, tenía cierta determinación en sus ojos. -No voy a permitir que mi cuerpo te olvide.

-Lo sé.- Le contesté como si algún milagro pudiera mantenernos juntos por siempre. -Sé que no lo harás.

Él asintió presionando su cuerpo más cerca del mío escondiendo su cabeza en mi hombro. -No lo haré.

Y así nos quedamos sosteniéndonos mutuamente con frágiles promesas que desaparecerían en aire.

Catch me I'm falling  ✾  VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora