Recuerdo cuando todavía tenía amigas, mi pelo era castaño aún y yo me consideraba la persona más afortunada del mundo.
Tenía cinco amigas geniales, a cual más original, cada una con su propio carácter. Éramos todas tan sumamente diferentes que podría decirse que nos parecíamos.
La fiestera, la deportista, la medio gótica, la romántica y la divertida e infantil. Y luego estaba yo: La que no sabe quién es, la que no sabe que tiene de maravilloso.
La que se cree afortunada por tener a alguien tan genial siendo un desastre.
Hasta que las perdí.
Un día tras otro mis propias inseguridades me habían ido alejando poco a poco de ellas, hasta perderlas completamente y cuando me quise dar cuenta, ya era tarde. Ellas nunca intentaron volver y yo nunca intenté frenarlas.
Tras unos días fatales, mi manera de pensar y mi forma de ser cambió completamente. Mi corazón se volvió frío y lo reflejé en mi pelo. El azul, el color del hielo. La cosa más bella y más dañina en este mundo, duele sin que te des cuenta, quema usando el frío. Te impide pensar. Te confunde con su belleza. Es algo traicionero, el hielo nunca avisa.
Solía recordarlas con pena, y algún que otro día incluso me hacía ilusiones de que alguna de ellas volvería a hablarme. Los otros días me daba cuenta de lo imposible que eso era.
-Ruth, cariño, que mal te sienta mirar fotos.-- Me dije a mi misma. Pensar en alto es una de mis múltiples manías.
Después me aparté de la pared de mi habitación cubierta de fotos en toda la superficie que no ocupaba el enorme mueble y me levanté de la cama.
Me acerqué a cerrar la ventana y me encontré a mi vecina de ventana que estaba fumando en la ventana. Ella me sonrió, me hizo un gesto que venía a decir algo así como "espera un momento ahí" y desapareció un rato.
Empezaba a pensar que me había confundido y sólo me estaba saludando cuando apareció con una libreta y un rotulador. Garabateó algo y giró la libreta hacía mi:
"No me gusta gritar"
Tras unos segundos que me dio para leerlo, cambió de hoja y escribió:
"Abre was. 609 27 09 00"
Yo, bastante perpleja, añadí el número y le abrí chat.
Holaa Domingo 17:30
¡¿Que diablos pasó el viernes?! Domingo 19:30
No te andas con rodeos ¿eeh? Domingo 17:30
Nada importante, simplemente me entraron las ganas de salir a correr Domingo 17:31
Y voy yo y me lo creo Domingo 17:31
Quiero que vengas ahora mismo a mi casa y me lo cuentes todo Domingo 17:31
Dubitativa, miré hacía abajo, tal y como iba vestida parecía un vagabundo. Evidentemente ella se fijó en ese gesto.
Me da igual como vayas vestida Domingo 17:32
Tu solo ven Domingo 17:32
Portal 13, 3ºF Domingo 17:33Al final decidí hacerle caso. En realidad nunca había hablado con esta vecina, ni mucho menos había estado en su casa. Tendría unos 20 años, porque se veía joven pero ya vivía sola. Lo único que sabía era que fumaba y que le gustaba llevarse chicos a casa. Chicos que solían aparecer y poco después se cerraban las persianas.
Apenas toqué el botón del telefonillo, el timbre que indicaba que me estaban abriendo la puerta ya sonaba. El edificio por dentro me resultaba de lo más confuso, ya que era una réplica del mío pero invertido, como si me hubiese ,metido en alguna clase de espejo fruto de alguna retorcida mente. Ignoré el ascensor y subí por las escaleras para despejarme. Me encontré la puerta del 3ºF ya abierta, así que crucé el umbral y cerré la puerta tras de mí.
-¡¡Estoy aqui!!
La voz provenía de lo que debía de ser el salón, y yo descubrí que a esta chica le gustaba bastante el estilo tribal africano, toda la casa estaba decorada con máscaras tiki y figuras de madera de jirafas, elefantes y todo tipo de animales de la sabana. Hay que reconocer que este estilo le daba un aire cálido y agradable a la casa comparado con el frío infernal del invierno del exterior.
En cuanto llegué al salón, me ordenó sentarme en un imponente sofá de cuero negro a su lado. Su forma de vestir también reflejaba una importante influencia africana que, a ella, le pegaba mucho.
Y charlamos, charlamos de cosas sin trascendencia y de otras con algo más. Charlamos y charlamos hasta que no quedó rastro alguno del sol. Al final, había conseguido que le contase mi vida y milagros, mis mil y un problemas, mi intento fallido e incluso le había hablado de Alex y de mi misterioso admirador secreto.
-Al final resulta que estás de lo más solicitada-- Rió ella.
-Bueno, se me ha hecho un poco tarde-- Dije yo mirando la ventana que ya parecía un espejo de lo oscuro que estaba al otro lado.
-De acuerdo-- Respondió.-- Pero avisa en cuanto haya novedades.
Me guiñó un ojo y se despidió de mí.
Llegaba ya a casa cuando me acordé de mi admirador y de que lo había dejado en visto.
Perdón por no responder antes. Tu mensaje ha sido un poco chocante... Domingo 21:04
Lo entiendo... No te preocupes, yo
estaré aquí para lo que sea Domingo 21:06Antes me gustaría saber quién eres Domingo 21:07
Eres muy impaciente. Domingo 21:07
Lo sabrás con el tiempo Domingo 21:07
Al parecer no había manera de que lo soltase.
Dejé el móvil cargando y decidí cenar y a dormir, estaba ya cansada.
-Mañana será otro día.-- Me dije.
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Como el Hielo
Teen FictionRuth es una joven normal, peliazul, pero tiene muy mala suerte en su vida, aunque quizás eso cambie con el tiempo. Amor, amistad, familia... ¿Superará con esto todos sus problemas?