Como el Hielo

CAPÍTULO 13 - Encuentro sorpresa

- Le he pedido el número de teléfono, pero no me lo ha querido dar. Me dijo que tenía el móvil mal y que no le iba el was, ¿será verdad?

- No creo. Creo que es una excusa para no dártelo.

- Entonces.... Será que tienes razón.

- No lo se, cada vez lo parece más, pero no quiero precipitarme y llevarme un chasco. Pero... ¿te lo ha dicho normal o de alguna manera sospechosa?

- Ay, ¡no se! ¡¡No soy Sigmund Froid!!

- Vale vale, tranquila mujeer.

- Lo siento. Pues tengo que sacárselo. Sí o sí.

- Suerte con eso. Lo veo difícil.

- Oye pero no me desanimes...

- ¿Y si te acercas tú misma y le preguntas si es ella? Sí lo es no podra negartelo.

- Pero, ¿Y si no lo es? ¿Te parecería normal que se te acercara la que fue tu mejor amiga y con la que ya no te hablas para preguntarte si eres tú la persona que le habla de forma anónima?

- Vale, tienes razón, sería siniestro. Además parecería obsesión.

- Pues eso...

- Entonces... ¿Qué piensas hacer?

- No lo se.

Miré hacia el suelo. Justo delante de mi pie había una lata aplastada.
La conversación con Lis no estaba llevando a ninguna parte y esto se tradujo en una frustración que mi pie pagó con la lata.
Esta lata salió con fuerza pero paró enseguida. Paró al chocar contra la espinilla de alguien que se acercaba hacia nosotras. Persona que lo demostró con una expresión de dolor. Una expresión bastante desagradable por cierto.
Levanté la vista para ver la persona a la que sin querer había agredido, con intención de pedir perdón, pero cuando descubrí quién era me olvide de las palabras que iba a dedicarle.
Miré de reojo a mi amiga, ella tenía una cara extraña que decía algo así cómo "¿es quien creo que es?"

- ¿Que haces aquí?

Dije con voz entrecortada.

- ¿Podemos hablar a solas?

- Lo que sea que me tengas que decir me lo puedes decir delante de Lis.

Alex le dirigió a mi acompañante una mirada que se tornaba ligeramente despectiva.

- De acuerdo. - Dijo entonces - Resulta que cómo has decidido no contestar al móvil, he tenido que buscarte en persona. Tenemos que hablar. A solas.

- Ya te he dicho que cualquier cosa me lo puedes decir aquí y ahora. Yo creo que no tenemos nada que hablar.

- Me has dado plantón ¿y todavía te crees que me vas a vacilar?

Se acercó a mí y me agarró la barbilla con demasiada fuerza, con la misma fuerza me obligó a mirarle a los ojos, de un azul ahora sucio, como el agua estancada de un pozo, de un pozo muy profundo, en el que ahogarse.

- No se quién te crees, pero a mi nadie me hace eso. Sobre todo porque YO fui quién te ayudé, ¿que habría sido de tí sin mí? ¿eeh? A saber donde hubieses acabado... - Yo no podía articular palabra, quizás por lo inmóvil que me tenía, quizás por la sorpresa, quizás por miedo. - Espero que me llames esta tarde.

Y con las mismas se alejó de donde estábamos, saltó la valla del instituto y lo perdí de vista tras la masa de arboles que había a continuación.

Para aclarar conceptos, habría que especificar que estábamos en pleno recreo, sentadas en un lugar bastante alejado del patio, un lugar que me solía gustar por lo discreto y tranquilo dentro de aquella enorme caja de zapatos llena de adolescentes.

Lis tampoco tenía palabras. Todo lo resumió en cinco palabras:

- No me gusta ese chico.

Apenas hablamos más en el resto del recreo. Aquello había sido muy extraño.

Cuando, al siguiente recreo miré el móvil me encontré un nuevo mensaje.

¿Quién era ese? Miércoles 10:30

Esta pregunta me puso de mal humor.

No te importa. Miércoles 12:15

Vaya... Perdón si te he ofendido. Miércoles 12:16

Lo que me ofende es que preguntes quien es alguien sin tener el valor de decirme quien cojones eres tu. Miércoles 12:17

¿De verdad tienes tantas ganas de saberlo? Miércoles 12:17
Esta tarde, a las 4, en el parque de aquí al lado. Miércoles 12:18

No me lo podía creer. ¡¿De verdad lo descubriría esa misma tarde?!
Se lo enseñé a Lis, quién se quedó con la misma cara de sorpresa.

- Bueno.. Por fín lo sabremos.

- Pero... ¿Te atreves?

- Eso creo. O por lo menos eso espero.