- ¡¡¡Ruth!!!
- Espera, ¿qué?
- ¿Quieres bajar de la luna de una vez? Llevo cómo 10 minutos hablandote.
Esa maldita curva de su cadera me estaba desconcentrando demasiado.
- ¿Se puede saber en qué piensas?
- Yo... En nada...
Sentí que me sonrojaba, no me atrevía a decirle aún qué era. Pero ella supuso por donde iban los tiros. Se acercó a mi y puso sus manos en mi cintura. Me besó suavemente y ,repentinamente, pegó su cuerpo al mío, lo pegó mucho, estabamos tan juntas... Solo separadas por las camisetas... Las dos, siendo una a contraluz de la ventana, o al menos eso decían nuestras sombras, o LA sombra en este caso. Una luz muy cálida inundaba el lugar.
Sus labios siguieron la linea de mi barbilla y descendieron por mi cuello regalándome un increíble cosquilleo e impidiéndome retener un suspiro. Ella sonrió ligeramente al notar mi gesto pero sin apartarse en ningún momento y siguió besando mi cuello mientras sus manos bajaban desde mi cintura hacia la cadera y dirigiendose hasta mi trasero, donde apretó ligeramente aunque con fuerza. Ella olía a coco, ese aroma me volvía loca. Tenía una piel tan suave...Sus manos seguían en el mismo lugar mientras sus labios volvían a moverse, dirección al hombro.
Llegó a este.
Empezaba a bajar poco a poco.
Y en ese mismo momento, en algún lugar, por algún motivo y de alguna manera muy fastidiosa, alguna irritante melodía en algún lugar empezó a sonar dandonos un susto. Ambas pegamos un bote y nos separamos.- Putos vecinos... - Suspiró ella.
Sus vecinos nos acababan de cortar el rollo. Menudo desastre.
- No pasa nada - Añadí yo aunque con una sonrisa triste y sin poder pensar bien todavia. Quería saber en que acababa aquello.
Se tumbó en su cama y me invitó a tumbarme a su lado. Lo hice y, la abracé, y ella me abrazó también y nos quedamos en silencio.
Ella me despertó después de un rato, pensé que habrían pasado unos segundos pero al parecer habían pasado horas. Ni siquiera me había dado cuenta de que me había dormido y Paula me estaba despertando susurrando mi nombre en mi oreja, de una manera muy suave, muy dulce, como ella.
Al parecer ella tambien se había dormido y eran las 10 y media.
Me invitó a quedarme a cenar, sus padres no vendrían hoy, pero yo me ví obligada a rechazar la oferta pensando que no debía dejar sola a mi madre tanto tiempo. En su lugar hice una contraoferta: ¿Y si venía ella a cenar a mi casa y así no tenía que cenar ella sola? Finalmente, y tras insistir un poco, ella aceptó aunque no sin asegurarse de que no causaría molestias.
Así que ambas nos vestimos, ella con ropa limpia y yo con la mia que ya estaba casi seca aunque había cosas aún algo húmedas, no sin evitar las malas caras de Paula que aseguraba que me pondría enferma si me ponía esa ropa. Yo la tranquilicé prometiendo que me cambiaría de ropa en cuanto llegase a casa y que llegaríamos pronto.
Por suerte mi casa estaba cerca y solo anduvimos unos 5 minutos. Además, afortunadamente, había parado de llover durante un rato.
Cuando llegamos a mi casa esta estaba sumida en una casi completa oscuridad y un casi completo silencio, sólo rotos por la suave luz azulada y cambiante y el bajo sonido de la televisión del salón, la luz proyectaba sombras cambiantes en el rostro dormido de mi madre, en el sofá. La observé con una ligera sonrisa de afecto y la desperté agitando un poco sus hombros. Ella abrió los ojos y me miró, aún un poco confusa.-Hola mamá. Perdón por llegar tan tarde. Traigo una invitada a cenar, sus padres no están y no quería dejarla sola. ¿Ya has cenado?
Paula me había seguido hasta el salón pero se había quedado en el umbral de la puerta, tímidamente. Mi madre le dirigió una sonrisa e hizo un amago de levantarse aunque fue evidente que le estaba costando así que Paula se acercó rápidamente para evitarlo. Se dieron dos besos.
- Su nombre es Paula -añadí.- ¿Has cenado o no has cenado?
- Sí, sí, tranquila. No te preocupes por mí y cenad tranquilas vosotras, yo necesito irme ya a la cama, hoy no me encuentro muy bien.
- Vale mamá, descansa. ¿Has tomado las pastillas?
- Oye, ¿quién es la madre aquí? Claro que las he tomado.
- Vale, ¿te ayudo a ir a la cama?
- No, no. Ya voy yo sola, tan mal no estoy. - Sonrió, pero era una sonrisa amarga, triste.
- De acuerdo. Buenas noches entonces. - Añadí finalmente y besé su frente.
Paula nos miraba preocupada, de nuevo en el umbral de la puerta. Me dirigí a ella:
- ¿Que te apetece cenar?
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Como el Hielo
Teen FictionRuth es una joven normal, peliazul, pero tiene muy mala suerte en su vida, aunque quizás eso cambie con el tiempo. Amor, amistad, familia... ¿Superará con esto todos sus problemas?