CAPÍTULO 7 - Café

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El café estaba a rebosar, la gente empezaba a descubrir las cosas tan deliciosas que allí hacían, prefería cuando empezaban y poca gente lo conocía. Aquello era mucho más tranquilo. Miré a mi alrededor, no veía caras conocidas, hasta que lo vi al fondo, unos brillantes ojos y una sonrisa que iluminaba la habitación entera, también una mano agitándose en el aire.

Se levantó a darme dos besos. No sé como lo había hecho pero se había hecho con una de las mejores mesas.

Qué guapa estás...

Gracias...-No pude evitar sonrojarme, y no poco... Sentía mis mejillas ardiendo. Así que intenté cambiar de tema.- Bueno... ¿Pedimos?

Claro... Aunque... En realidad había pensado en otra cosa.

¿Qué otra cosa?

Ahora vuelvo. - Me guiñó un ojo y se levantó. ¿Por donde me saldría esta vez?

Volvió con un carrito lleno, ni uno ni dos cafés, al menos habría 10 diferentes. Y había otra cosa, ¿era una venda de ojos?

Mi amigo Luka, dueño de este café, me ha ayudado a preparar este "juego" para ti. Tendrás que demostrarle cómo de bien conoces sus cafés, y también tendrás que confiar en mí.

Pero... ¿Yo que tengo que hacer?

Mira, yo tengo aquí una prueba de cada café que Luka vende, te vendaré los ojos y te daré a probar uno de cada vez, y tú tendrás que decirme cuál es cuál.

Uuyy... Muy difícil lo veo.- Nunca me hubiese esperado algo así, ¡qué locura! Aunque a una parte de mi le tentaba bastante, por no decir mucho, la idea.

Alex procedió a vendarme los ojos, con suavidad, procurando no destrozarme la trenza con la iba peinada..

¿Lista?

Lista

¿Cuántos dedos tengo?

20

Creo que estás lista.- Comentó riéndose.

Me puse nerviosa al no poder ver nada, ¿dónde estaba él? Su mano, extremadamente suave sujetó mi barbilla de repente, sentir este contacto y saber dónde estaba me relajó y el aroma a café y a canela se acercó a mi nariz, entonces un vaso rozó mi labio inferior, yo abrí la boca y un trago se deslizó a mi boca.

Este es café con leche condensada y canela, estoy casi segura.

¡Correcto! ¿Ves cómo no es tan difícil? ¡Siguiente!

Esta vez su mano estaba más cerca de mi cuello, más o menos en la curva de mi mandíbula.

Me dió a probar el café.

Es este que lleva chocolate, ¿verdad?

Se te da bien...

Entonces noté su aliento en mi oreja, un aliento fresco.

Este es mi favorito.- Susurró. Pero a mi eso ya me dio igual, me daba igual todo, sólo quería que siguiese susurrandome.

Noté el nuevo café cerca, y deje que me diese el trago.

Mmm... Me encanta... Es el de caramelo, ¿verdad?

Se quedó en silencio un momento y noté de nuevo su aliento, ese tan fresco pero esta vez lo noté en mi cuello, el que besó. Un cosquilleo recorrió mi espalda y me dejó fría, temblando, no pude evitar un pequeño suspiro desde lo más profundo de mi ser, un suspiro que no pasó desapercibido.

Veo que a ti también te gusta.- Comentó, bajito.

Mmm... ¿El café?, sí, está delicioso.- Apenas podía articular palabra y aún así conseguía seguir siendo irónica. Él sonrió, no sé cómo lo supe, ya que seguía sin ver nada, pero sé que sonreía. Entonces se acercó a mi boca.

El café, ¿verdad? Entonces... ¿Esto no te gusta tanto?.- Sus labios cubrieron mis labios y su mano se deslizó hasta mi nuca, sujetándome con pasión.

Me besó, era un beso fuerte, un beso salvaje, nada que ver con la dulzura que dejaba ver cómo persona. Besaba muy bien, increíblemente bien... pero algo fallaba. Algo no me gustó, quizás era la fiereza con la que me sujetaba, o quizás que su boca no me inspiraba ningún sentimiento real.

Algo se rompió en mí, sentí pánico, necesitaba salir de allí fuese cómo fuese. Lo aparté, su espalda pegó contra la mesa, quizás le había hecho daño, pero no lo pensé en ese momento, me quité la venda lo más rápido posible y me dispuse a salir corriendo mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.

Casi había alcanzado la puerta cuando Alex me agarró de la muñeca, se había recuperado de la sorpresa y el golpe a tiempo para sujetarme:

Ruth...

¡Déjame!.- Grité. Liberé mi muñeca y eché a correr de nuevo.

Estaba asustada, no sabía a dónde iba, y tampoco importaba. Sólo quería alejarme del chico que me gustaba y me daba miedo al mismo tiempo. Había algo malo en él, o igual era en mí. Era imposible saberlo.

Como el HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora