CAPÍTULO 8 - Lis

10 1 0
                                    

Se estaba muy bien entre sus brazos, por fín tenía alguien en quién apoyarme, un hombro sobre el que llorar, me di cuenta entonces de que le estaba dejando el hombro empapado y le pedí perdón, me tranquilizó con un simple "no importa" y me dejó seguir allí, porque sabía que yo lo necesitaba. Me fijé como el pelo rubio del flequillo caía sobre sus ojos, quizás ya demasiado largo.

Entonces... ¿Alex te gusta o no te gusta?

¡No lo se! ¡Ese es el problema!

Mi teléfono no había parado de sonar desde el momento en que me había ido de aquella manera tan extraña y quizás brusca y yo aún no había contestado. La verdad que a Alex le había hecho un feo tremendo pero necesitaba pensar. Y necesitaba un hombro firme en el que apoyarme. Y Lis supo ayudarme con eso. ¿Que habría hecho sin ella?

Era increíble cómo se había vuelto tan importante en mi vida en un momento, ¡sólo llevaba un día aquí!

Desde ese momento supe que ya nunca más podría vivir sin ella.

También aproveché la situación para contarle lo de mi madre.

Amiga... Que mala suerte tienes.

Y que lo digas.

Mi cabeza en su regazo y su mano acariciando mi pelo, era la sensación más tranquilizadora que había sentido nunca. Más incluso que en el regazo de Yaiza, la persona que tanto me había costado sacar de mi cabeza cuando todo se complicó.

La que estaba siempre para todo y de repente cuando esperé que estaría y lo necesité, decidió no estar. La que más feliz me hizo y la que más me hizo sufrir. Mi primera y última mejor amiga.

Era una sensación nueva, pura, fresca, que limpiaba mi corazón y aligeraba mi cabeza, liberándola de tantas cargas.

Su flequillo rubio me hacía mucha gracia, se dedicaba a incordiarla todo el rato y ella se veía obligada a soplar para apartarlo.

¿De que te ries? -Preguntó cuando se dio cuenta de que me reía de su gesto.

De nada, de nada -Decía yo mientras intentaba mantenerme seria.

No me obligues a usar la fuerza...- Usaba el todo de voz de una madre que regaña a su hijo.

¿Y que pasa si lo hago?

Mi comentario juguetón causó efecto y dicho y hecho, una lluvia de cosquillas me calló encima, mientras yo inmovilizada no podía defenderme.

Entre risas y retortijones pude valvucear un suave "Esto no es justo" que no causó efecto alguno. Cuando ella se cansó y paró, me levanté y me coloqué la camisa.

Esto me lo pagarás...

Dije con cara de asesina mientras ella volvía a estallar de la risa.

Y pensar que al comenzar el día su voz era casi inadvertible...

Y un corto momento de silencio mi móvil sonó por enésima vez.

Aiiiis -suspiré- que pesado es este tío.

Déjame a mí.

¡¿Qué?!

Antes de que me diese tiempo a poder pararla, Lis atrapó mi teléfono posado en la mesita del salón, enfrente del sofá. Y descolgó.

Ajá

No, no soy Ruth

Soy su amiga

Sí, esta aquí

No, no quiere ponerse

Vale, ya se lo diré

Oye, eres muy pesado

Y borde también al parecer

Oye, sin pasarse eeh

Qué agresividad...

No me gustas para mi amiga, que lo sepas. Ale, hasta luego y dejala en paz un rato.

Al parecer notó mi cara de pasmada mientras colgaba el teléfono.

¿Qué te pasa en la cara? -Rió

Pensaba que eras tímida...

Por teléfono no lo soy

Ya ya, ya lo veo...

Ale, venga, quita esa cara de empanada y sigamos charlando. -Volvió a reír. Es verdad que la situación resultaba realmente cómica, pero yo estaba ocupada flipando...- Alex no te molestará en un buen rato.

Mientras charlábamos llegaron sus padres y, como ya empezaba a anochecer me ofrecieron quedar a cenar.

Yo lo rechacé amablemente alegando que no quería dejar a mi madre cenar sola, pero entonces la incluyeron en la invitación asi que la llamé para decidir y ella aceptó encantada, eso de hacer amigos nuevos siempre le había apasionado.

Sus padres resultaron ser de lo más agradables y la cena estaba deliciosa, la madre de Lis y la mía enseguida hicieron muy buenas migas e intercambiaron teléfonos. También acordaron que pronto nos tocaría invitar a nosotras, en nuestra casa.

Mi madre y su justicia de ojo por ojo, diente por diente. Si tu me invitas yo te invito.

Su padre se interesó por varias cosas de España, ya que acababan de llegar de Canadá y él nunca había estado aquí antes, su escaso Español lo demostraba.

Al final descubrí gran parte de la historia de Lis. Madre española y padre canadiense que se conocen en el país de él, por lo que ella es bilingüe. Siempre habían vivido allí pero por motivos aún desconocidos se habían visto obligados a mudarse a España.

Por algún motivo desconocido las personas bilingües siempre me apasionaron, me llaman mucho la atención...

Si es que esta Lis era una gran caja de sorpresas...

Como el HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora