Para cuando subí de nuevo a la habitación mi madre ya había acabado su primera sesión de quimio y estaba tremendamente pálida y ojerosa, parecía tener casi 20 años más.
Cuando me vio me dedico una sonrisa triste y se le iluminaron los ojos. La enfermera estaba allí, dejándole una bandeja con algo de comer y explicándole que le costaría comerlo pero que se tomase su tiempo. Y esto resultó ser cierto ya que tenía el estómago tan revuelto que le era difícil mantener algo allí, además se mareaba cada cierto tiempo y tenía que tumbarse.
La situación resultaba deprimente a más no poder pero yo la ayudé a comer y le sujeté el cubo cuando lo necesitaba mientras ella me daba las gracias una y otra vez y yo le respondia que no eran necesarias.
Cuando ese día pasé por el baño de la habitación (aunque se supone que yo no podía usarlo) y me mire al espejo me di cuenta de que yo también me veía mucho mayor, como si aquel día de las pastillas hubiese ocurrido hace años y pensé en qué habría pasado con mi madre si hubiese seguido adelante. Mi pelo volvía a verse sin color y mis ojos se mostraban firmes. Me di cuenta entonces de lo fuerte que podía ser y lo poco que lo había sido hasta entonces.
Me di una ducha de agua fría para despejar la mente y eliminar el estrés que tenía encima. Quizás el agua podría llevarse algo... Me fijé en lo pálido que estaba mi cuerpo, en la grasa que parecía sobrar por muchos sitios y en lo mucho que odiaba este cuerpo que me mantenía atrapada. Pero... ¿Qué más daba? ¿Acaso alguien es perfecto? Lo dudaba mucho... ¿Acaso se podía arreglar algo? Imposible...
Salí y me sequé frotando bien fuerte con la toalla para quitar los restos de estrés que pudiesen quedar y envolví el pelo con otra toalla para más tarde peinarlo y secarlo. Y esta vez evité el espejo cuanto pude, hasta verme obligada a pelearme con mi larga y azul cabellera.Lis se pasó a verme unas horas después. Para entonces ya me había enganchado a un libro y no la oí llegar hasta que me lanzó una carpeta a la cabeza.
- Aaaauu....
- Ssshh - Dijo ella con un dedo delante de la boca y expresión risueña. - Vas a despertar a tu madre.
- Si serás... - Intenté poner cara de enfado pero quedó bastante ridícula. Así que cogí la carpeta que había volado hacía unos instantes. - ¿Qué es esto?
- Hombre... Los deberes y apuntes de hoy. ¿O te creías que podías no hacer nada solo con no ir a clase?
Volvió a reír. Luego su expresión se tornó seria y se acercó a la cama.
- ¿Cómo está?
- No muy bien, no puede casi ni comer.
- Bueno... En estos casos es lo normal supongo.
- Ya... Entonces, ¿que tal hoy?
- Bien, supongo... Se te echó de menos.
- Lo dirás por ti...
- Que vaa. Una chica de clase me pregunto por ti. Parecía preocupada. - Mi cara fue un cuadro. Nada tenía lógica.
- ¿Una chica? ¿Quién?
- Ay... no se como se llama.
- ¿Cómo no vas a saber cómo se llama?
- Oye... te recuerdo que llevo dos días aquí.
- Eso es verdad... - La curiosidad me mataba y Lis me metía más intriga cada vez. - ¿Morena?
- Todas son morenas. - Ambas reímos -
- Cierto. ¿Alta o baja? ¿Delgada o regordita? No se... ayudame un poco...
- A ver... En mate se sienta detras tuyo. - Algo dentro de mi encajó de repente, o se rompió, la sensación era indefinible.
- No puede ser...
- ¿Sabes ya quién es?
- Sí...
- ¿Y qué pasa?
- ¿Seguro que fue ella?
- Que sí... Pero, ¿quién es y que pasa con ella?
- Yaiza...
- Espera. ¿Yaiza no era...?
- Ajá.
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Como el Hielo
Teen FictionRuth es una joven normal, peliazul, pero tiene muy mala suerte en su vida, aunque quizás eso cambie con el tiempo. Amor, amistad, familia... ¿Superará con esto todos sus problemas?