9. Más que abejas

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Algo en el ambiente cambió, despertandome en el acto.
El bosque a nuestro alrededor zumbaba de un modo alarmante y el aire se sentía más frío y cargado, había oscurecido y los árboles con la brisa creaban oscuras formas, sombras inquietantes que se acercaban curiosas.

De pronto recordé -Willy- lo busqué con la mirada y ahí estaba, echado a mi lado, una sombra diferente al resto, visible en mitad de la noche a la luz de la luna, eso hizo que la tensión se aliviara un poco, hasta que advertí que algo malo le pasaba. No era la sombra negra de los últimos dos días -Señor William, despierte- pero no reaccionaba.
Intente sarandearle pero mis manos le atravesaban.

El pánico empezaba a invadirme -Piensa, piensa, piensa, piensa...- me repetí.
Maldije a la anciana Geneva por no decirme nada realmente útil. Aunque no tenía la culpa, según la bruja yo sería la primera persona en conseguir siquiera la posibilidad de encontrar al fantasma que buscaba.

-La magia tiene que servirme para algo- puse mis manos sobre él e intenté con varios hechizos de reanimación, incluso de modificación, pero nada servía- ¡¡joder!!

Me levante y di vueltas en círculos al rededor de él mientras reflexionaba, me empezaba a doler nuevamente la cabeza y los zumbidos a nuestro entorno no ayudaban.

No podía guiarme por ningún hechizo especifico, nunca tuve un libro de mágia, todo lo que sabía hacer era leer la mente y crear cosas habiendo hechizado el chal como si de un almacén se tratase y solo de vez en cuando conseguía mover algo a distancia. El resto, eran intentos fallidos de la imaginación de la niña pequeña que llevaba dentro.

-Oh pobrecita- oí por encima del zumbido.

-Salid de ahí-grité con todo el coraje que pude reunir. Aunque las manos me temblaban pensando que no podría defender ni a William ni a mi misma.

-Ya estamos afuera- y el zumbido aumentó. Al igual que mi dolor de cabeza.

-Mira a tu derecha-

Reaccioné por instinto y me tope con un ser diminuto de pie sobre mi hombro.

-Ya veo, esta es la joven de la que hablaba la criminal- dijo con una vocecilla que sonaba como un zumbido suave.

-Pero si es una bruja- dijo otro ser en mi hombro izquierdo.

-Ya, pero al parecer no de las buenas- dijo otro acercandose a Willy que yacía en el suelo.

-Vaya si es mala, ha dejado al pobre peor de lo que estaba.

-Una inútil de primera-sentenció otra.

-De primera-corearon el resto con un zumbido mayor.

-Si tanto sabéis ayudadme-dije medio histérica- Os lo suplico.

-¿Suplicar?

-Hace milenios que nadie nos pedía nada.

-Qué grata novedad

-Novedad-corearon el resto.

-¿Y si los ayudamos?

-¿Qué ganaríamos?

-¿Y si nuestra reina no quiere ayudarla?

-Se enfadaría con nosotros por llevarlos a casa.

-Se enfadaría-corearon.

-Por favor, ayudadme, haré lo que sea, no puedo perderle.

-¿Debería importarnos?

-¡Chicos! Somos hadas no podemos ser crueles ante un ser puro. A la reina le encantará conocer a esta joven y será decisión suya ayudarla, o matarla si es necesario para protegernos. Pero es nuestro deber ayudar a quien nos lo pide.

-Las hadas ya no significamos nada para este mundo.

-¿Si nos perdemos a nosotras mismas que ocurrirá?

-¿Qué ocurrirá?-corearon

-Yo creo en vosotras y me gustaría que creyerais en mi, por favor.- En lo único en lo que podía pensar era en como atender a William, lo que esos bichos hicieran o dejaran de hacer me importaba bien poco.

-Ven conmigo-dijo el que parecía el único a favor hasta entonces.

-Las demás con un zumbido bajo la siguieron, no sé como pero consiguieron cargar a Willy y parecían llevarlo sin esfuerzo. Yo las seguí obediente entre los árboles.

El zumbido subió de intensidad después de 15 minutos andando, empezaron a aparecer luciérnagas que iluminaban titilantes los árboles y las flores en la oscuridad. Nos acompañaban en nuestro desfile, y gracias a ellas pude observar mejor a las hadas

Eran pequeños seres de piel dorada y ojos rasgados, con orejas puntiagudas y alitas casi invisibles a la vista, estas eran las causantes del constante zumbido. Por los brazos le recorrían tenues tatuajes de flores y enredaderas, el pelo de distintos tonos de verde, y la ropa variaba mucho o eran hojas o eran pequeñas piezas de seda., algunos con el torso al aire independiente de si eran chicos o chicas.

Empecé a escuchar música de flauta y violines sobre los zumbidos, el río del que hablaba Yv estaba enfrente y la intensa luz de las luciérnagas reflejaba destellos en la superficie y se extendía hasta dejar ver una cascada más arriba, el sonido del agua se fundía con el resto creando una orquesta que infundía tranquilidad, una calma que mi nerviosismo no dejaba pasar.
Los árboles estaban encorvados creando un efecto cueva en el espacio donde pararon. Todas las ninfas, unas asomándose curiosas por entre las ramas y los arbustos, se fueron acercando lentamente.

-Mi reina-dijo la que estaba en mi hombro haciendo una reverencia.

De detrás de un gran árbol cubierto de hiedra salió una dama envuelta en una tenue luz verde, su vestido del color del musgo era de seda vaporosa con delicados bordados de hojas y flores, se agitaba suavemente a su paso. Su pelo, una enredadera castaña con distintas flores a lo largo, caía pesadamente sobre sus hombros, Su piel dorada tenía un brillo más majestuoso que el de sus súbditos.

Sus ojos como dos esmeraldas me miraron fijamente, era una mezcla de cordialidad, curiosidad y recelo, temiendo que yo fuera una amenaza.

-Mi reina traemos unos viajeros perdidos que necesitan ayuda- llevaron la sombra que era William hasta situarlo frente a los pies de la dama, ella lo miro con indiferencia volviendo su mirada nuevamente hacia mi con más intensidad.

-O eres una bruja que busca acabar con este alma-dijo señalado fugazmente el bulto a sus pies-o no tienes el conocimiento para salvarlo.

-Se me concedió poder, pero no me enseñaron a usarlo- admití con la barbilla en alto.

-Qué pena, ¿y eso es lo que buscas?¿Que te enseñe y ayude a tu amiguito?

-Si puede ser, si.

-¿Y después qué? ¿Usarás esa mágia en contra nuestra?-aunque era más una afirmación que una pregunta.

-¿Qué ganaría con ello? No tengo nada en vuestra contra, solo quiero que mi compañero vuelva a estar como antes.

La dama se acercó y dio una vuelta a mi alrededor mirandome de arriba a abajo.

-¿Viajas con una salvaje?

Yv, pensé, debía ser la criminal de la que hablaron y si así era, nos meterían en el mismo saco.

-No-respondí enseguida.

-Mientes muy mal, no te conviene enfadarme- se acercó a William y su mirada se volvió fría y desafiante.-Probemos otra vez, ¿Viajas con una salvaje?

-No, al menos por voluntad propia . Estabamos rodeados y una chica nos ayudó a escapar,  después de que me desmayara de cansancio se fue en busca de comida. No la conozco y no es mi amiga.

-Pero ahora le debes la vida en todo caso, eso es un vínculo muy fuerte.

Más bien dos vidas.

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